Una gran bendición...

Queridos amigos: 

Esta fue mi predicación de ayer en la Parroquia Sagrada Familia, de Carapachay y de hoy, 11 de febrero de 2007, Domingo VI del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico C, en la Abadía Santa Escolástica y en el Hogar Marín:

Listos para comer1. EN NUESTROS TIEMPOS SE BUSCA EL PLACER EN TODO, YA Y SIN DEMORA... Esto parece más o menos razonable (aunque no del todo), cuando se trata de comer. No sólo por los ojos entra la comida, sino también por el sabor. Por este motivo cuando llega la hora de comer buscamos alimentos que no sólo cumplan con todas las condiciones que puede indicarnos un buen nutricionista, sino que además sean ricos. El gusto, precisamente, tiene la función de ayudarnos a recibir los alimentos que necesitamos...

TortaAhora bien, no todo es el gusto. Imaginemos que nos presentan una rica torta, con crema, frutillas y dulce de leche, y comenzamos a comernos primero la crema, después las frutillas con las que viene acompañada, y enseguida nos comemos todo el dulce de leche que hay entre capa y capa. ¿Cómo haremos después para comernos el bizcochuelo, que es en realidad el que tiene el más sustancioso alimento?...

ConstrucciónDe la misma manera, en muchas otras cosas no puede empezarse por el placer, sino que hay que saber postergarlo para el momento oportuno. Todos disfrutamos esta casa grande en la que funciona el Hogar Marín. Pero se llegó a tenerla después de mucho trabajo, antes de llegar al placer de disfrutarla. No siquiera bastó con tirar en el terreno una buena cantidad de ladrillos, aunque ciertamente hayan hecho falta muchos. Hubo que disponerlos pacientemente, uno sobre otro, en el orden adecuado, para que llegaran a dar forma a esta casa. También es necesario decir que si hoy se la sigue disfrutando, no es sin un esfuerzo continuo para mantenerla, que debe llevarse adelante con orden y perseverancia. Hoy se trabaja sobre los techos, otra vez será la pintura, o alguna cañería, y así siguiendo...

De esto mismo nos habla hoy Jesús, con las Bienaventuranzas, en la versión con la que nos las presenta el Evangelio de San Lucas, acompañadas con los lamentos por los que no viven conforme a ellas, sino todo lo contrario. Jesús llama felices a los pobres (es la única vez que lo dice en presente en todas las bienaventuranzas), porque a ellos les pertenece el Reino de Dios. Pero ese Reino no manifiesta toda su potencia en este tiempo, en esta dimensión, en esta historia que hoy vivimos, sino que reclama la salvación, que Jesús nos ha ganado con su Resurrección...
 
Sol sonriente2. LAS MEJORES BENDICIONES LLEGARÁN EN EL TIEMPO DE LA RESURRECCIÓN... Dios se ocupa continuamente de nosotros, y de los frutos de la vida que de su mano hemos recibido...

Muchas bendiciones nos acompañan diariamente, aunque también muchas veces no nos demos cuenta de ellas, y las dejemos pasar como si fueran bienes que se nos deben, sin mayor conciencia y sin la menor gratitud por todos ellos. Desde la luz del sol, que está siempre aunque a veces lo tapen las nubes, hasta el aire que respiramos (y que también, desgraciadamente, en las grandes ciudades contaminamos), pasando por todos los alimentos que reparan nuestras fuerzas, así como también por las pequeñas y las grandes alegrías que nos brinda la vida, cada día tenemos un montón de motivos que nos deberían mover a una continua gratitud a Dios...

ResurrecciónSin embargo, así como las cosas más importantes de la vida no se alcanzan sin esfuerzos, a veces grandes, y que incluso a veces parecen más grandes que los que podemos hacer hasta que nos ponemos efectivamente a hacerlos, también hay que recordar que no se alcanza la Vida sin la muerte. Y si la podemos alcanzar, es porque Jesús resucitó, y así nos regresó al plan original de Dios, que nos ha hecho para la Vida. Por eso San Pablo nos recuerda hoy que Jesús resucitó, y que sin la Resurrección de Jesús, sería vana, es decir, vacía, nuestra fe, y nosotros los hombres más dignos de lástima...

La noche de la feCuando llegan, entonces, las horas oscuras en las que la vida puede parecerse a una más o menos larga noche, cuando pasamos por esas etapas en las que no se ven los frutos de la fe y sólo se tienen delante de los ojos los esfuerzos que nos reclama, conviene tener presente que las mejores bendiciones que Dios nos tiene preparadas llegarán en el tiempo de la Resurrección. Hechos para la Vida eterna, en esta etapa provisoria, y que por lo tanto no dura para siempre, no es posible ver todos sus frutos...
 
Pero además, conforme a las bienaventuranzas y las correspondientes lamentaciones que Jesús proclama ante las diversas actitudes y situaciones de la vida, en el tiempo de la Resurrección, es decir, cuando concluya esta etapa provisoria del mundo que se desarrolla en la historia, se producirá un cambio. Muchas alegrías provisorias terminarán siendo eternas tristezas, y muchas tristezas provisorias se cambiarán por una eterna alegría. Y esa situación definitiva, para bien o para mal, será simplemente la consecuencia de la fidelidad con la que hayamos seguido, o la rebeldía con la que nos hayamos apartado, del camino que Jesús nos va proponiendo cada día...

Jesús nos levanta3. REDIMIDOS POR JESÚS, TODO ES YA, DESDE AHORA, UNA GRAN BENDICIÓN... De todos modos, tampoco es necesario esperar al final para ver todos los resultados, por algunos se manifiestan ya, desde ahora, mostrándonos la bendición de Dios, con la que Él nos acompaña todos los días...

Consagración al ReinoCuando vivimos conscientes del destino de eternidad al que hemos sido llamados por Dios, las cosas adquieren su verdadera dimensión, y nos animamos a vivir de una manera nueva. Ya sea en la salud o en la enfermedad, en el sufrimiento o en el gozo, en la riqueza o en la pobreza (cf. en los textos litúrgicos de la Misa el Prefacio Común VIII), vemos la mano de Jesús, que no deja de levantarnos y bendecirnos, indicándonos el camino. Viviendo fielmente nuestra fe, todos nosotros podemos convertirnos en signos de la bendición de Dios que nos llega cada día...

Así las Hermanitas de los Pobres, por ejemplo, a través de su Consagración a servir a Jesús en el rostro de los ancianos pobres se convierten en un signo del Reino que esperamos y que ellas ayudan a anticipar. Y con ellas todos nosotros estamos llamados a ser para los demás un sino de la bendición de Dios, que nos redimió en la Cruz y con la Resurrección de Jesús, para que todo sea para nosotros una bendición, anticipo de la bendición final, en la que toda hambre será saciada y todo llanto será calmado...


Lecturas bíblicas del Domingo VI del Tiempo Ordinario del Ciclo C:

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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