1. SI
QUEREMOS ESTAR SIEMPRE SEGUROS, VAMOS A NECESITAR MUCHAS COSAS... Desde
que nacemos, todo el tiempo estamos buscando seguridades. El asunto es
que, si queremos estar siempre seguros, no nos van a alcanzar todas las
que busquemos, porque siempre nos harán falta algunas
más...
Cuando comienza a fallarnos el equilibrio, por ejemplo, primero
tendremos necesidad de zapatos con suela de goma. Después
preferiremos
pisos alfombrados, que no sean resbaladizos. Pero finalmente, para
mayor seguridad, terminaremos buscando apoyo en un
bastón. Por un
tiempo eso nos bastará, y aunque nos resulte raro al
comienzo, el
bastón terminará dándonos la seguridad
que buscamos (¿cuántos
"bastones" nos sirven de apoyo, de una y otra manera, en tantas cosas
en las que no sabríamos movernos sin "apoyarnos" en
otros?)...
Pero seguramente llegará un momento en
que tampoco el
bastón nos alcanzará. Al principio puede ser que
nos resistamos, pero
tarde o temprano, para siempre o de una manera temporaria, si nos saben
explicar la utilidad que nos puede dar terminaremos aceptando la silla
de ruedas, en la que estaremos más seguros que caminando. El
Padre Juan
Jarillo pasó mucho tiempo en ella, y yo creo que
terminó
disfrutándola...
En muchas otras cosas también pretendemos la seguridad.
Llamamos
"seguro de salud" al sistema que nos permite ser atendidos del mejor
modo posible cuando llega la enfermedad, sin los límites que
nos
impondría el dinero que podríamos tener
disponible para ese momento
(hay que decir que no se trata verdaderamente de un "seguro de salud",
ya que no nos asegura la salud sino la atención cuando
estamos
enfermos). Existe también el "seguro de vida" que, por
supuesto, no nos
asegura de ningún modo la vida, sino que sirve para que los
que los que
dependen de nosotros no se queden en la calle justamente cuando
nosotros "perdemos" la vida...
En realidad, por más seguros que busquemos e inventemos,
está claro que
hay algo que nunca podremos asegurar, y es precisamente "la vida".
Jesús nos lo enseña hoy con la
Parábola en la que nos dice una de las
palabras que le conocemos, llamando "insensato", es decir, "necio", al
rico que pretendió dedicarse a descansar, comer, beber y
darse buena
vida, simplemente porque había tenido una buena cosecha que
le duraría
para muchos años...
2.
NUESTRA VIDA ES SÓLO EL CAMINO. LA META ESTÁ
MÁS ARRIBA, ES EL CIELO...
No podemos asegurar la vida porque, por importante que sea, no es un
bien absoluto. Estamos hechos para más que eso. Dios nos
hizo para el
Cielo, que consiste en una Vida que está más
allá de ésta, siempre
limitada, y que es sólo el camino para llegar a la meta, que
está "más
arriba"...
Por eso es que no tiene sentido dejarnos distraer tanto por el camino,
al punto de perder de vista la meta. Si quisiéramos poner
todas
nuestras seguridades "acá en la tierra",
estaríamos quedándonos muy
cortos en nuestras aspiraciones, y no tardaríamos en quedar
defraudados...
El camino
puede tener más o menos vueltas, subidas y bajadas, sombras
u
oscuridades, primaveras u otoños, pero no se basta a
sí mismo, ni tiene
en sí mismo su sentido. El camino sirve en la medida en que
apunta y
lleva hacia una meta. Nuestra vida tiene un límite, que a
todos nos
llegará, señalado por la muerte,
después de la cual el último paso de
nuestra condición terrenal será el cementerio. Y
allí no caben todos
los bienes que hayamos podido acumular, que necesariamente se quedan en
la tierra. Los únicos que se pueden llevar son los que no
pesan. El
amor, resumen de todas las virtudes, será lo que podremos
cargar con
nosotros dentro del "sobretodo de madera". Por eso, no importa
"cuanto
se tiene", sino cómo se usan los bienes de la tierra, para
que nos
desvíen, sino que nos acerquen a la meta...
Esto no
se aplica sólo a las personas más ricas de la
tierra. Ciertamente,vale
para ellos, pero como todos somos alguien y hemos recibido algo,
entonces también se aplica a cada uno de nosotros. Lo que
somos y lo
que tenemos son los instrumentos del amor con los que nuestra marcha se
convierte en un camino hacia el Cielo...
A fuerza de "acumular", buscando seguridades, se pueden causar muchos
daños. Las palabras de Jesús son duras, y los
Padres de la Iglesia las
predicaron con la misma dureza que por sí mismas tienen, sin
echarle
agua para hacerlas más livianas o llevaderas. Uno de ellos
es San
Basilio, Obispo de Cesárea de Capadocia, que
murió en el año 379. En su
comentario al Evangelio que hoy nos presenta la Liturgia
decía que si
cada uno usara lo que necesita y dejara de lado lo superfluo, nadie
sería demasiado rico, y nadie, tampoco, sería
demasiado pobre; la
caridad, propia del que tiene la mirada puesta en las cosas del Cielo,
ayudaría a la justicia para encontrar el equilibrio justo.
Avaro,
seguía San Basilio en su comentario, es el que no se
contenta con lo
necesario, y ladrón el que se queda con lo ajeno. Es avaro y
ladrón,
entonces, el que pretende quedarse con lo que Dios ha puesto en sus
manos para que lo administre, usándolo al servicio de los
demás y como
instrumentos del amor...
3. HAY
QUE OCUPARSE DE LAS COSAS DE LA TIERRA CON LA MIRADA FIJA EN EL
CIELO... San Pablo nos exhorta, en su carta a los Colosenses, a tener
el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de
la tierra, a buscar los bienes del Cielo, porque
sabe que lo
definitivo no es el camino, sino la meta...
Nuestra vida consistirá siempre en ocuparnos de "las cosas
de la
tierra". Cada uno encontrará en eso su propia
vocación, según sus
dones, sus capacidades y sus inclinaciones, y de esa manera
podrá saber
cuál es su lugar en el mundo, ocupándose de "las
cosas de la tierra".
También las vocaciones que podrían pensarse
más "celestiales", como las
de los monjes o las monjas que se dedican a la oración en el
silencio,
se realizan, desde este punto de vista, ocupándose de "las
cosas de la
tierra", porque también pertenece "a la tierra" la
oración. Pero para
ellos y para todos nosotros, no será posible realizar bien
lo propio de
cada uno, si no es con la mirada fija en el Cielo. Ya que lo que
realicemos será siempre el camino, mientras que el Cielo
será siempre
la meta, y Dios nos llama a recorrer el camino de una manera tal que no
sólo no nos aleje sino que precisamente nos lleve a la
meta...