Siempre será respuesta...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 17 de
junio de 2007,
Domingo
XI del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico C, en
la Abadía Santa
Escolástica y en el Hogar
Marín:
1.
HAY
QUE HACER BIEN LAS PREGUNTAS SI SE QUIERE ENCONTRAR LAS RESPUESTAS... A
veces nos quedamos enredados en discusiones que a nada llevan, porque
hacemos mal las preguntas y de esa manera nunca llegamos a encontrar
las respuestas...
Es
conocida la expresión que oímos utilizar por el
que quiere referirse a
una discusión que se sabe que nunca tendrá fin.
Oímos decir en esas
ocasiones que se trata de una discusión tan larga como la
que intenta
poner luz sobre qué fue primero, si el huevo o la gallina.
Si
planteamos esa discusión sabemos que es inútil ya
que nunca podrá
resolverse, porque nadie estuvo presente en el momento inicial para
tomar una foto, ya sea del huevo o de la gallina, lo que haya existido
antes...
Sabemos
que de un huevo que provenga de una gallina previamente fecundada por
un gallo, en las debidas condiciones y pasado el debido tiempo,
podrá
surgir un pollito. Y, dándole el debido tiempo, este pollito
podrá
crecer, y transformarse a su vez en una gallina. Pero para tener el
huevo inicial habrá hecho falta una gallina, que a su vez
vendrá de un
huevo. ¿Hasta cuándo habrá de
remontarse en la serie de preguntas sobre
el huevo y la gallina para llegar al punto de origen? En realidad, si
la discusión se hace interminable en este caso es porque no
está bien
planteada la pregunta...
De la misma manera, a
veces puede convertirse en una discusión interminable la que
llevan
adelante los científicos tratando de poner en claro
cómo y cuándo se
produjo el origen del universo. Algunos dirán, y es una
posición hoy
muy difundida, que hubo al inicio una gran "explosión", un
Big-Bang,
a partir del cual se originó la expansión del
universo entero. De todos
modos, esta teoría no alcanza a explicar el origen del
universo, porque
deja todavía sin respuesta cómo se
llegó a esa situación inicial desde
la que, según las explicaciones de los
científicos, comenzó esa
expansión hace tantos millones de años, y por
qué comenzó, en vez de
permanecer todo como "antes del comienzo"...
En realidad, con la pregunta a la que responde el
Big-Bang
sucede lo mismo que con la pregunta sobre el huevo y la gallina, y es
que no alcanza la respuesta porque no está bien hecha la
pregunta. Lo
mismo nos sucedería si, ante el encuentro relatado hoy en el
Evangelio
de San Lucas de Jesús con la mujer que recibió su
perdón, nos
quedáramos encerrados tratando de resolver si
Jesús la perdonó porque
amaba o si la mujer amaba porque Jesús la
perdonó. Encontraremos la luz
si subimos un escalón y nos preguntamos directamente por el
Amor de
Jesús...
2. EL AMOR Y EL PERDÓN
DE DIOS NOS PRECEDEN; NUESTRO AMOR SIEMPRE SERÁ RESPUESTA...
Todo
cambió en la vida de esta mujer cuando se
encontró con Jesús, porque en
ese momento se encontró con el Amor de Dios, que la
transformó. Ella
contaba con sus pecados, como cada uno de nosotros contamos con los
nuestros cuando estamos ante Dios. Seguramente no estaba conforme con
su vida y su situación, pero eso no le alcanzaba para
superar el pozo
en el que seguramente había caído.
También el fariseo se encontraba
ante Jesús, pero parecía que nada
podía cambiar en él, estaba demasiado
atado a su modo de ver las cosas...
Esta mujer, a diferencia del fariseo, no sólo se
encontró con Jesús.
Además se dejó transformar por el Amor de Dios.
Este Amor, que Jesús ha
venido a traer a la tierra, del que proviene nuestra vida y que
Jesús
derramó sobre todos con sus brazos abiertos en la Cruz y
sepulcro
vencido por su Resurrección, nos precede también
en el camino de
nuestra conversión.
Es Él quien nos
puede
hacer levantar y poner de pie, es Él quien nos puede
transformar, de
modo que tengamos la fuerza y el ánimo para ponernos en
camino hacia
una vida distinta, en la que el pecado no tenga el lugar que hasta
ahora le hemos dejado...
El
inicio de nuestra conversión está en el Amor de
Dios. Nuestras manos
tendrán que ser primero manos abiertas dispuestas a recibir
el Amor de
Dios, para que recibiéndolo "a manos llenas", seamos capaces
después de
ponernos en marcha hacia Él, con un corazón a la
vez arrepentido y
agradecido...
Jesús es quien nos llama a la conversión,
Él es quien llama a nuestra
puerta. Y nosotros tendremos que responder con amor al llamado que nos
hace Amor de Dios. Nuestro amor, entonces, siempre vendrá
después,
nuestro amor no será el primero, sino que siempre
será una respuesta...
Una sutil tentación nos puede acosar en momentos de
oscuridad, y es
pensar que nuestra condición es tal, nuestro pecado o
nuestra necedad
tan grande, que ya no merecemos el perdón de Dios.
Será ese el momento
para recordar que no son nuestros merecimientos los que nos alcanzan el
perdón de Dios, ni la madurez de nuestra
conversión la que nos acerca
su Amor, sino precisamente al revés.El Amor y el
perdón de Dios nos
preceden, y nuestro amor, con el que acudamos a Dios para crecer con su
perdón será un amor que siempre será
respuesta...
3.
PODREMOS DAR TANTO AMOR COMO EL QUE ESTEMOS DISPUESTOS A RECIBIR...
Somos fruto, entonces, del Amor de Dios, que nos hace a la medida de su
amor. Y por eso mismo somos llamados a vivir en comunión con
toda la
familia humana, como familia de Dios que se construye en el amor. Por
eso la Iglesia siempre se preocupó por y se ocupó
de la paz, y Juan
Pablo II hizo de la Ciudad de Asís un símbolo y
lugar de encuentro para
todos los que se preocupan por ella...
Hoy el Papa fue a Asís, con ocasión de los
ochocientos años de la
conversión de San Francisco, "que después de 25
años de vida mediocre y
soñadora, caracterizada por la búsqueda de
alegrías y éxitos mundanos,
se abrió a la gracia, se recogió interiormente y
poco a poco reconoció
en Cristo el ideal de su vida", como nos recordaba
Benedicto
XVI en
el rezo del Angelus....
Desde
allí nos exhortó con su oración,
deseando "que san Francisco, hombre de
paz, nos alcance del Señor la gracia de la
multiplicación del número de
quienes aceptan convertirse en «instrumentos de su
paz» a través de
miles de pequeños actos de la vida cotidiana. Que quienes
tienen cargos
de responsabilidad estén animados por un amor apasionado por
la paz y
por una voluntad indómita por alcanzarla, escogiendo los
medios
adecuados por alcanzarla"....
Y aunque "los horrores de los combates, del terrorismo y de la
violencia ciega" mencionados por el Papa en Asís superan
ampliamente
las dimensiones de nuestra vida cotidiana, no podemos pensar que se
dirigió con su exhortación sólo a los
que tienen la responsabilidad
sobre esos problemas, hoy especialmente dramáticos en Medio
Oriente.
Cada uno de nosotros está llamado por el Amor de Dios y por
esta
oración del Papa, a dar una respuesta. Pero tendremos que
tener claro
que sólo podremos darla en la medida en la que nos abramos
al Amor de
Dios. En la misma medida que nuestros corazones se llenen de este Amor,
podremos llevarlo a los demás en los pequeños (o
grandes) actos de la
vida cotidiana, con los que se construye la paz del mundo...
Lecturas
bíblicas del
Domingo XI del Tiempo Ordinario del Ciclo C:
- El profeta Natán dijo a David:
«Así habla el Señor, el Dios de
Israel: Yo te ungí rey de Israel y te libré de
las manos de Saúl; te
entregué la casa de tu señor y puse a sus mujeres
en tus brazos; te di
la casa de Israel y de Judá, y por si esto fuera poco,
añadiría otro
tanto y aún más. ¿Por qué
entonces has despreciado la palabra del
Señor, haciendo lo que es malo a sus ojos?
¡Tú has matado al filo de la
espada a Urías, el hitita! Has tomado por esposa a su mujer,
y a él lo
has hecho morir bajo la espada de los amonitas. Por eso, la espada
nunca más se apartará de tu casa, ya que me has
despreciado y has
tomado por esposa a la mujer de Urías, el hitita. David dijo
a Natán:
«¡He pecado contra el Señor!».
Natán le respondió:
«El Señor, por su parte, ha borrado tu
pecado: no morirás» (2 Samuel
12, 7-10 y 13).
- Hermanos: Como sabemos que el hombre no es justificado por
las
obras de la Ley, sino por la fe en Jesucristo, hemos creído
en él, para
ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la Ley. Pero
en virtud de la Ley, he muerto a la Ley, a fin de vivir para Dios. Yo
estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en
mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe
en el Hijo
de Dios, que me amó y se entregó por
mí. Yo no anulo la gracia de Dios:
si la justicia viene de la Ley, Cristo ha muerto inútilmente
(Gálatas
2, 16 y 19-21).
- Un fariseo invitó a Jesús a comer con
él. Jesús entró en la casa
y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que
vivía en la
ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa
del fariseo,
se presentó con un frasco de perfume. Y
colocándose detrás de él, se
puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con
sus lágrimas; los
secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los
ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado
pensó: «Si este hombre
fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo
toca y lo que ella es:
¡una pecadora!» Pero Jesús le dijo:
«Simón, tengo algo que decirte».
«Di, Maestro!, respondió él.
«Un prestamista tenía dos deudores: uno le
debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no
tenían con qué
pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál
de los dos amará más?».
Simón
contestó: «Pienso que aquel a quien
perdonó más». Jesús le dijo:
«Has
juzgado bien». Y volviéndose hacia la mujer, dijo
de Simón: «¿Ves a
esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste
agua sobre mis pies; en
cambio, ella los bañó con sus lágrimas
y los secó con sus cabellos. Tú
no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no
cesó de besar mis
pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó
perfume sobre mis pies. Por
eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido
perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le
perdona poco, demuestra poco amor». Después dijo a
la mujer: «Tus
pecados te son perdonados». Los invitados pensaron:
«¿Quién es este
hombre, que llega hasta perdonar los pecados?». Pero
Jesús dijo a la
mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».
Después, Jesús recorría las
ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del
Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también
algunas mujeres que
habían sido curadas de malos espíritus y
enfermedades: María, llamada
Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana,
esposa de
Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban
con sus bienes (Lucas 7, 36-8,3).
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Predicaciones
del P. Alejandro W.
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