Esta fue mi predicación de hoy, 13 de
mayo de 2007,
Domingo
VI del Ciclo Litúrgico C, en la Abadía
Santa
Escolástica y en el Hogar
Marín:
1. SEGURAMENTE QUEREMOS HACERLE UN LUGAR A DIOS PARA QUE SE ENCUENTRE A
GUSTO...
"El casado casa quiere", dice el refrán, y puede aplicarse
no sólo a
quien se ha casado. Es una sana preocupación, y a veces muy
dramática,
ya que muchos en nuestra patria viven en
la calle. Quizás hemos heredado de nuestras
raíces italianas, tan
extendidas entre nosotros, el afán por el techo propio. Hay
en
Argentina muchos descendientes de
italianos que tienen esta preocupación como la primera y la
central, y
se los ve construir sus casas con sus propias manos, de manera
artesanal, a veces durante muchos años, en el fondo de los
terrenos de
sus
padres, y ayudados por ellos...
Pero también
tenemos
la sana aspiración de hacerle una casa a Dios. El Santuario
de Nuestra
Señora de Aparecida, que aquí vemos, fue
construido en ese lugar donde
converge la devoción mariana con la advocación
más extendida en el
Brasil, y allí fue donde hoy Benedicto XVI
inauguró la V Conferencia
General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Sin embargo, la
canonización del primer Santo brasileño, san Fray
Galvao, no pudo
hacerse allí, porque no cabía la multitud que esa
celebración concitó.
Se hizo, en cambio, en el aeródromo Campo Marte. La misma
Misa de la
inauguración de la V Conferencia se hizo en la explanada del
Santuario,
ya que era imposible contener en su interior a la multitud
participante...
Todos los países de
América Latina tienen al menos un gran Santuario mariano (y
muchas
veces más de uno). Entre nosotros está el de
Nuestra Señora de Luján,
con su estilo gótico, cuya arquitectura expresa no
sólo el lugar en el
que queremos
encontrarnos con Dios, sino también y principalmente nuestra
búsqueda
de Dios, a quien ponemos en la mayor altura. Sus agujas
dirigen nuestra mirada hacia Dios. Y todos sus arcos, esbeltos y
elevados, al tiempo que nos hacen sentir pequeños ante la
inmensidad de
Dios, elevan todo nuestro espíritu hacia el que habita "en
lo alto".
Sin embargo, a la hora de las grandes concentraciones, como la de la
peregrinación juvenil, el primer sábado de
octubre de cada año,
reclaman celebrar la Misa en la plaza, ya que los fieles no caben en el
Templo...
Pero además de construir Templos, puede ser que busquemos
armar un
rincón de
oración también en nuestras casas, un
lugar en el que, con una Cruz u otra imagen religiosa, marquemos que se
trata de un rincón destinado a nuestro encuentro con Dios,
un sencillo
"altar de la familia", al que siempre sea posible acudir
para encontrarse en la intimidad con Dios (y es muy bueno que hagamos
esto)...
2. DIOS
ES EL QUE QUIERE PONER SU MORADA ENTRE NOSOTROS...
De todos modos, aunque todas nuestras preocupaciones para buscarle un
lugar a Dios en nuestra vida son importantes, tengamos presente que es
el mismo Dios el que quiere buscarse un lugar entre
nosotros. En eso consiste, precisamente, el misterio de la
Encarnación.
Dios, que está más allá del tiempo y
del espacio, nació en Belén para
tener su morada entre nosotros...
Jesús, además, no se
limitó a quedarse en Belén. Para salvarnos,
murió en la Cruz, venciendo
allí el poder del
pecado y de la muerte, y habiendo resucitado, viene con el Padre y el
Espíritu Santo a poner su morada en el corazón de
cada uno de los que
lo aman...
Nuestro amor a Dios nos hace vivir en comunión con
Jesús. Él mismo nos
dice hoy con el Evangelio de San Juan que viene a habitar en quien lo
ama, junto con el Padre y el Espíritu Santo. Nuestro amor a
Dios, como
el mismo amor divino, es diálogo y servicio. Para que
nuestro amor a
Dios,
entonces, le abra las puertas de nuestro corazón, nos hacen
falta dos
cosas. En primer lugar nos hace falta rezar (la oración es
la
forma que toma nuestro diálogo cuando se dirige a Dios).
Pero además
hace falta que nos pongamos en disposición de servicio, como
Él mismo
se puso al servicio de cada uno de nosotros desde la Cruz y resucitando
desde el sepulcro, que por la fuerza del Amor de Dios se vio derrotado
y quedó vacío. Y con esta disposición
al servicio seremos capaces de
hacer lo que Él nos dice...
Esto es
lo que fue a hacer el Papa Benedicto XVI a Brasil. Por más
que algunos
periodistas se empeñen en querer forzar sus palabras para
hacerle decir
lo que no dijo (alguno incluso inventó que había
"retado" a los
Obispos), es claro que en su
Homilía
a los Obispos de Brasil, con los que se
reunió el viernes, y en
la
Inauguración
de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe,
dirigiendo su palabra a los representantes de las diversas Conferencias
episcopales que estarán reunidos en Aparecida hasta el 31 de
mayo,
llevó una palabra de aliento en el servicio de amor al que
por su
ministerio están comprometidos, cumpliendo él
mismo de esta manera el
servicio al que ha sido llamado...
Nuestra secuencia salvadora, tal como hoy nos lo
anuncia Jesús, seguirá siempre el mismo camino:
si realmente lo
queremos a Jesús, ese amor nos hará
capaces de ser fieles a su Palabra, ya que Él mismo nos
hará capaces de
esa fidelidad. De esta manera, habitará en nosotros y sus
presencia nos
hará cada vez más capaces de quererlo y ser
fieles. Su presencia
salvadora nos introducirá en el círculo virtuoso
del Amor, que surge y
se alimenta de la Cruz y de la Resurrección de
Jesús...
3. HAY QUE AMAR A
TODOS, PORQUE DIOS QUIERE HACER EN TODOS
SU MORADA... Por otra parte este amor que nos hace vivir en
comunión
con Dios nos hace comprender también la parte que
más nos cuesta del
llamado al amor con el que Dios nos exhorta, con su Palabra
más
comprometedora, el amor fraterno hacia todos los hombres...
Recordemos
lo que hacía santa Teresita del Niño
Jesús y de la Santa Faz. Ella
describió su vida espiritual , publicada después
como "Historia de un
alma", porque se lo ordenaron sus Superioras. Así pudimos
enterarnos de
algunos de sus "secretos" que la han hecho tan grande a los ojos de
Dios. Escribía ella que no todas las religiosas de su
comunidad le
caían igualmente bien. Pues a dos que le resultaban
más difíciles,
porque no la trataban bien, ella les dedicaba los gestos más
intensos
de su caridad, al punto que ellas mismas creían ser "las
preferidas" de
santa Teresita, que siempre tenía para ellas grandes gestos
de servicio
y caridad...
Puede ser que muchas veces hayamos encontrado muchos motivos para no
querer a alguien, pero si tenemos en cuenta que Dios quiere hacer en
todos su morada, también en aquellos en quienes nosotros no
encontramos
motivos que
nos muevan al amor o la compasión, quizás
logremos darnos cuenta como
santa Teresita que,
habiendo sido redimidos por el Amor de Dios, que quiso poner su morada
en nosotros y todos los demás, nuestro corazón
será un lugar donde Dios
se encuentre a gusto si no excluimos a nadie de nuestro amor...