1. SI NO QUEREMOS
HACERNOS CARGO DE UN PROBLEMA, ENSEGUIDA SE LO
ENCAJAMOS A OTRO... Esto sucede desde hace ya mucho tiempo. En el
paraíso terrenal, cuando Adán tuvo que explicarle
a Dios por qué había
comido del único árbol cuyos frutos no
tenía que probar, la hizo
responsable a Eva, que lo había convidado. Y cuando
ésta fue preguntada
sobre
su actitud, enseguida cargó la responsabilidad sobre "la
serpiente",
que la había engañado (los únicos que
parecen alarmarse en esta
simpática
imagen de la escena son los animales que, al ver que los inteligentes
de la creación se decidieron por desobedecer las
indicaciones de Dios,
se dan cuenta que no están ante "buenas noticias")...
Pero no
se trata de un comportamiento aislado. En muchas ocasiones me
parece que muchos de nosotros respondemos de una manera similar. Si
algo nos sale mal, antes que alguien nos diga algo enseguida se nos
dispara el
dedo acusador y cargamos la responsabilidad a
los que no supieron ayudarnos a tiempo, o a los que no nos han tenido
la paciencia que necesitábamos. Con mucha frecuencia,
entonces, si no
alcanzamos
los éxitos esperados enseguida o fácilmente lo
atribuimos a que los
demás no se han dado cuenta suficientemente de lo que
realmente
valemos...
También
reaccionamos de esta manera cuando nos ponemos a conversar
sobre las cosas que suceden en nuestra patria. Si no salimos adelante,
si a pesar de todas nuestra posibilidades, que son muchas a la luz de
nuestras riquezas naturales, seguimos enterrándonos en la
mediocridad y
en la decadencia, con problemas endémicos de
corrupción y de pobreza,
inmediatamente nos surge el reclamo a los políticos que
hemos elegido
para que se ocupen de "la cosa pública", como si ellos
vinieran de otro
universo y aterrizaran aquí sin que tuvieran nada que ver
con nosotros
(en realidad, sería sencillo constatar que muchas de sus
faltas de
conducta y
las corrupciones que les endilgamos y les reprochamos, en diversas
medidas y proporciones, forman parte de nuestro modo de comportarnos en
la convivencia cotidiana). Y por las dudas, para que nadie deje de
oírnos (y de paso, no se anime a preguntarnos nada
personal), cuando
hablamos de estas cosas lo hacemos levantando muy alto la voz. Hasta en
el deporte con demasiada frecuencia
la derrota del equipo preferido encuentra su justificación
en la
mala actuación del árbitro (aunque
desgraciadamente en el fútbol, por
ejemplo, desgraciadamente un deporte que se
ha hecho un negocio demasiado grande capaz de ahogar su
dimensión
deportiva, a veces haya motivos
suficientes que parecen justificar este reclamo)...
En realidad, ni los Apóstoles parecen haber estado a salvo
de esta
tendencia a cargar en otros las responsabilidades que no estamos
dispuestos a asumir. Cuando se hizo tarde, ese día que
Jesús se había
pasado predicando el Reino de Dios y curando a los que necesitaban ser
curados, le dijeron que despidiera a la multitud porque no
tenían suficiente para darle a comer a todos.
Jesús tiene la solución.
Sin embargo, pretende involucrar también a los
Apóstoles en lo que va a
hacer...
2. JESÚS
PUEDE SACIAR TODAS NUESTRAS NECESIDADES, ES EL PAN QUE DA LA
VIDA ETERNA... El hambre de cinco mil hombres, con sus mujeres y
niños,
ciertamente
no es un problema para Jesús. Y nos lo muestra con el
milagro con el
que dio de comer a todos ellos. Pero no podemos dejar de tomar en
cuenta que éste, como los demás milagros que hizo
Jesús, tiene un
significado que va más allá del hecho que en ese
momento se solucionó
con ese milagro...
En realidad, Jesús pudo dar respuesta a esa necesidad que se
presentó
en ese momento porque puede saciar todas nuestras necesidades,
cualesquiera ellas sean. Él mismo se hace Pan, con el que
alimenta
nuestra vida. El encuentro con Jesús, cuando lo recibimos en
la
Eucaristía, es el encuentro con el mismo Jesús
que murió en la Cruz, y
venció en ella todas las consecuencias del pecado. Es el
encuentro con
Jesús resucitado. Por eso nuestro encuentro con
Jesús en la Eucaristía
hace que nuestra vida se abra a la Vida eterna encuentre su
destino en
el Cielo...
Así, cuando Jesús nos alimenta ya no hay
necesidad humana que
pueda quedar insatisfecha. Las cosas seguirán siendo las que
son. Las
enfermedades seguirán formando parte,
dramáticamente, como lo hacen
desde siempre, de nuestra condición humana. Seguiremos
conociendo todas
las limitaciones que hoy experimentamos, y nos parecerá tan
lejana como
hoy nos parece la paz que anhelamos. Pero, sin embargo, al mismo
tiempo, tendremos todo lo que necesitamos, porque con Jesús,
que se nos
ofrece hecho alimento, tenemos un Pan que nos da todo lo que nos hace
falta, ya que nos da la Vida eterna...
Por eso
es que en este Domingo (y en los lugares en los que no hace falta
trasladar la fiesta al Domingo ya que tienen la posibilidad de
celebrarla, como fue tradición, en el Jueves siguiente a
Pentecostés),
celebramos solemnemente el Cuerpo y la Sangre de Jesús,
Sacramento de
su entrega en la Cruz, para salvarnos con su Resurrección...
Vale la pena tener en cuenta que, a la luz del relato de la
multiplicación de los panes realizada por Jesús
que nos trae el
Evangelio de San Juan (capítulo 6), Jesús nos
alimenta en el Altar con
una doble Mesa, una Mesa con dos platos fuertes: su Palabra, y el
Sacramento de la Eucaristía. Con este alimento tenemos todo
lo que nos
hace falta. La Palabra que nos instruye, nos guía, nos
corrige, nos
consuela y nos orienta. Y la Eucaristía que nos nutre y nos
hace
participar en la Vida de Dios, y que reservamos en el Sagrario de las
Iglesias, no sólo para poder llevarla a los enfermos, sino
también para
que, puestos a sus pies en humilde adoración, podamos
experimentar casi
sensiblemente la presencia consoladora de Jesús, que nos
acompaña en
nuestro camino al Cielo...
3.
TAMBIÉN HOY HAY QUIEN PASA HAMBRE; JESÚS NOS
DICE:
DENLES
USTEDES DE COMER... De todos modos, al tiempo que gozamos de
este
consuelo con el que Jesús nos alimenta, tenemos que tener en
cuenta
que, igual que a los Apóstoles, Jesús nos
involucra en este don, que se
convierte para todos nosotros también en una tarea...
Lo recibimos a Jesús, y Él nos pide que nosotros
"le demos de comer" a
todos los que acuden a buscarlo. Jesús en la
Eucaristía es alimento
para toda la humanidad, que tiene hambre de Dios. Él
multiplica este
Pan tanto cuanto haga falta. Pero espera que nosotros, que lo hemos
conocido, seamos quienes les anunciemos a los que no lo saben que
Él
está allí esperándolos, como el
alimento que da vida. Esta celebración
del Cuerpo y la Sangre de Jesús ha tenido desde su inicio
este sentido
de manifestación pública de nuestra fe
eucarística...
Este año
la celebración tiene un significado especial en la
diócesis de San
Isidro, que cumplió hace dos días (el 8 de
junio), sus primeros 50 años
de existencia. Esta celebración jubilar, que tuvo en el
día de ayer su
fiesta principal, nos recordó a todos que la
diócesis tiene desde el
primer día la misma misión de toda la Iglesia:
poner a Jesús, alimento
de Vida eterna, al alcance de todos los fieles que Él mismo
llama a
esta meta...
Además este año se da nuevamente una feliz
coincidencia, como tres años
atrás. Junto con la celebración de
Corpus
Christi se realiza en
este Domingo en todas las Misas que se celebran en Argentina la Colecta
Nacional de
Caritas. Esta colecta nos ayuda a
recordar que
también hoy hay muchos que pasan hambre en nuestra patria,
muchos que
no tienen el
trabajo que necesitan para acercar el pan a su familia, muchos que
están excluidos de la posibilidad de satisfacer sus
necesidades
básicas...
Sabemos que Jesús acude en auxilio de todos los que lo
necesitan, pero
sabemos también que para ello cuenta con nosotros. Esta
Colecta
nacional de
Caritas (la organización con la que la
Iglesia sale al encuentro
de las
necesidades de nuestros hermanos más despojados), se
convierte en una
ocasión y en un instrumento para que nuestra solidaridad nos
comprometa
con el servicio de amor al que Jesús nos llama. Los
Apóstoles fueron
llamados por Jesús a repartir entre los que lo
seguían el Pan que Él
ponía en sus manos. Y a cada uno de nosotros nos llama a
compartir con
nuestros hermanos lo que Él mismo ha puesto en nuestras
manos...