Nos hizo familia suya...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación del Domingo 22 de mayo de 2005, Solemnidad
de
la Santísima Trinidad del Ciclo Litúrgico A, en la Misa que celebré en
mi casa, con dos de los fieles con los que regresamos de Córdoba,
después de haber participado desde el viernes pasado en el III
Encuentro de Docentes Universitarios Católicos convocado por la
Conferencia Episcopal Argentina. Me basé en las
siguientes frases de
las lecturas bíblicas de la Misa del día, y en la predicación realizada
en la misma
Solemnidad
de la Santísima Trinidad, hace tres años:
- El Señor pasó delante de él y exclamó: «El Señor es un Dios
compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y
fidelidad». Moisés cayó de rodillas y se postró, diciendo: «Si
realmente me has brindado tu amistad, dígnate, Señor, ir en medio de
nosotros. Es verdad que este es un pueblo obstinado, pero perdona
nuestra culpa y nuestro pecado, y conviértenos en tu herencia» (Éxodo
34, 6 y 8-9).
- Hermanos, alégrense, trabajen para alcanzar la perfección,
anímense unos a otros, vivan en armonía y en paz. Y entonces, el Dios
del amor y de la paz permanecerá con ustedes. Salúdense mutuamente con
el beso santo. Todos los hermanos les envían saludos. La gracia del
Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo
permanezcan con todos ustedes (2 Corintios 13, 11-13).
- Dijo Jesús: Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único
para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el
mundo se salve por él. El que cree en él, no es condenado; el que no
cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo
único de Dios (Juan 13, 16-18).
1. PARA CONOCER A ALGUIEN NADA MEJOR QUE PASAR JUNTOS UNOS DÍAS... Los
grandes Encuentros eclesiales, que se realizan cada tanto en los
diversos ámbitos de la pastoral, tienen siempre una finalidad compuesta
por varios objetivos. En primer lugar, se plantean para abordar temas
de la mayor importancia y trascendencia en el ámbito respectivo, y para
eso es de la mayor utilidad contar con oradores del mejor nivel
posible. Esto se cumplió acabadamente en el III Encuentro de Docentes
Universitarios Católicos convocado por la Conferencia Episcopal
Argentina y realizado en Huerta Grande, Córdoba, del 20 al 22 de mayo
pasado, ya que el principal orador fue la autoridad máxima en la
Iglesia universal a quien el Papa le encarga esta materia, el Cardenal
Zenon Grocholewski, Prefecto de la Congregación para la Educación
Católica...
Sin embargo, todos los que
alguna vez hemos participado en este tipo de Encuentros, siempre hemos
concluido que su aspecto más valioso termina siendo el encuentro mismo
con las personas que participan en él. Del conocimiento mutuo y el
intercambio de experiencias surgen siempre nuevas relaciones humanas y
vínculos fraternos que enriquecen la tarea de cada uno. Esto puede
decirse también del grupo de profesores y directivos del Centro
Universitario San Isidro, que funciona hace unos años en el Colegio
Marín, y en el que se dictan varias carreras universitarias, por
acuerdos hechos con diversas universidades. Todos nos conocíamos ya
entre nosotros, pero la posibilidad de compartir intensamente estos
días de trabajo, más el viaje de ida y vuelta, ha sido una
extraordinaria experiencia que nos ayudará, sin duda, a ser aún más
entregados y receptivos en la tarea sobre la que tenemos una
responsabilidad común, que nos confía la Iglesia a través del Obispo
diocesano (verán en los rostros de esta foto la alegría que nos
embargaba durante la participación en el Encuentro). Es que en la
convivencia cotidiana y familiar se van bajando las barreras y se caen
más fácilmente las defensas que a veces no nos permiten conocernos...
Me parece que esa misma experiencia sucede en la
convivencia cotidiana cuando, saliendo de la rutina habitual, pasamos
junto con otros un tiempo de vacaciones. En esas ocasiones, cuando todo
es más distendido ya que no se tienen los horarios y las
responsabilidades habituales, podemos ir descubriendo que algunos están
de buen humor desde la mañana, otros recién al mediodía, otros recién
"se encienden" a la tarde o cuando cae la noche, y otros ¡nunca llegan
a estar de buen humor! En la convivencia cotidiana aprendemos que
algunos son por naturaleza tristes, otros están siempre alegres, otros
tienden a estar amargados. en la convivencia cotidiana, a través del
encuentro personal, se abren más fácilmente los corazones. Quizás por
eso, a la hora de salvarnos, Dios no lo hizo a la distancia, sino que,
asumiendo en Jesús nuestra condición humana, conviviendo con nosotros,
desplegó entre nosotros el misterio de su intimidad...
2. DIOS QUISO CONVIVIR CON NOSOTROS, Y ASÍ
NOS DIO A CONOCER EL MISTERIO DE SU INTIMIDAD... Ciertamente, es
difícil conocer a Dios. ¿Quién lo hubiera podido conocer, si Él no se
hubiera bajado hasta nuestra pequeña estatura? Este es el misterio de
la encarnación: Siendo Dios, se hizo Hombre, y puso su morada entre
nosotros. Nació de María, se puso bajo el cuidado de San José mientras
crecía, se sometió a todas las vicisitudes de nuestra condición humana,
incluso la muerte, y muerte de Cruz, y a lo largo de todo su camino
terreno se nos dio a conocer...
Como nos dice San Juan, "Dios amó tanto al mundo, que entregó a su
Hijo único". Y así, desde Belén, supimos que Dios es Hijo. Pero
después, cuando lo vimos rezar a Jesús, con su enorme devoción filial,
supimos también que Dios es Padre. Y finalmente, cuando Jesús
resucitado ascendió al Cielo y nos dejó su Espíritu de Amor, que es el
Amor del Padre y del Hijo, supimos que Dios es Espíritu Santo. Al mismo
tiempo, pudimos saber que siendo Padre, Hijo y Espíritu Santo, sin
embargo es un solo Dios. Como dijo Juan Pablo II en su primer viaje a
América Latina, en el ya lejano enero de 1979, "Dios no es un
solitario, Dios es Familia"...
Este es el misterio que celebramos hoy, la Santísima Trinidad.
Misterio no porque no se pueda entender, sino porque es tan grande,
luminoso y maravilloso, que supera nuestra pequeñez. Misterio que nos
habla de la grandeza, y a la vez de la cercanía de Dios. Dios, que es
Amor, pero un Amor tan grande que no puede quedarse encerrado en sí
mismo. Por eso hizo todas las cosas, y nos dio la vida, para hacernos
participar de la riqueza de su Amor. Y cuando estábamos perdidos,
porque habíamos perdido el rumbo, nos envió a su Hijo, no para
juzgarnos, sino para salvarnos...
Para conocer a Dios, hay que vivir con Él. Jesús, siendo Dios,
vino a vivir con nosotros, y nos hizo conocer a Dios. A nosotros nos
toca ahora vivir con Él, y aprender a vivir como vive Él, que no es un
solitario, sino que es Familia. Y en la grandeza de su bondad, nos hizo
sus hijos y nos llamó a formar parte de su familia...
3. DIOS, EN SU AMOR, NOS HIZO FAMILIA SUYA,
PARA QUE VIVAMOS COMO HERMANOS... Por eso, no sólo es una urgencia de
su amor, sino una necesidad de nuestra propia condición humana, que
aprendamos a vivir como hermanos con todos los hombres. Y realmente
podemos decir que conocemos a Dios, no sólo por los libros, sino de
verdad, cuando vivimos como hermanos. "El que ama ha nacido de Dios y
conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es
Amor" (1 Juan 4, 7-8)...
Es una urgencia, sin la cual es pura ilusión pensar que hemos
conocido a Dios. el Amor de Dios nos hizo su familia, sin fronteras,
blancos, amarillos o negros, grandes o chicos, gordos o flacos, sanos o
enfermos, buenos o malos. Hoy nos hace falta, como ayer, crecer en este
amor fraternal, para curar las heridas de nuestras familias, y también
de nuestra patria, que está llamada a ser una patria de hermanos...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: