Nos hizo familia suya...

Queridos amigos:

Esta fue mi predicación del Domingo 22 de mayo de 2005, Solemnidad de la Santísima Trinidad del Ciclo Litúrgico A, en la Misa que celebré en mi casa, con dos de los fieles con los que regresamos de Córdoba, después de haber participado desde el viernes pasado en el III Encuentro de Docentes Universitarios Católicos convocado por la Conferencia Episcopal Argentina. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día, y en la predicación realizada en la misma Solemnidad de la Santísima Trinidad, hace tres años:


1. PARA CONOCER A ALGUIEN NADA MEJOR QUE PASAR JUNTOS UNOS DÍAS... Los grandes Encuentros eclesiales, que se realizan cada tanto en los diversos ámbitos de la pastoral, tienen siempre una finalidad compuesta por varios objetivos. En primer lugar, se plantean para abordar temas de la mayor importancia y trascendencia en el ámbito respectivo, y para eso es de la mayor utilidad contar con oradores del mejor nivel posible. Esto se cumplió acabadamente en el III Encuentro de Docentes Universitarios Católicos convocado por la Conferencia Episcopal Argentina y realizado en Huerta Grande, Córdoba, del 20 al 22 de mayo pasado, ya que el principal orador fue la autoridad máxima en la Iglesia universal a quien el Papa le encarga esta materia, el Cardenal Zenon Grocholewski, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica...

EncuentroSin embargo, todos los que alguna vez hemos participado en este tipo de Encuentros, siempre hemos concluido que su aspecto más valioso termina siendo el encuentro mismo con las personas que participan en él. Del conocimiento mutuo y el intercambio de experiencias surgen siempre nuevas relaciones humanas y vínculos fraternos que enriquecen la tarea de cada uno. Esto puede decirse también del grupo de profesores y directivos del Centro Universitario San Isidro, que funciona hace unos años en el Colegio Marín, y en el que se dictan varias carreras universitarias, por acuerdos hechos con diversas universidades. Todos nos conocíamos ya entre nosotros, pero la posibilidad de compartir intensamente estos días de trabajo, más el viaje de ida y vuelta, ha sido una extraordinaria experiencia que nos ayudará, sin duda, a ser aún más entregados y receptivos en la tarea sobre la que tenemos una responsabilidad común, que nos confía la Iglesia a través del Obispo diocesano (verán en los rostros de esta foto la alegría que nos embargaba durante la participación en el Encuentro). Es que en la convivencia cotidiana y familiar se van bajando las barreras y se caen más fácilmente las defensas que a veces no nos permiten conocernos...
 
Llave del corazónMe parece que esa misma experiencia sucede en la convivencia cotidiana cuando, saliendo de la rutina habitual, pasamos junto con otros un tiempo de vacaciones. En esas ocasiones, cuando todo es más distendido ya que no se tienen los horarios y las responsabilidades habituales, podemos ir descubriendo que algunos están de buen humor desde la mañana, otros recién al mediodía, otros recién "se encienden" a la tarde o cuando cae la noche, y otros ¡nunca llegan a estar de buen humor! En la convivencia cotidiana aprendemos que algunos son por naturaleza tristes, otros están siempre alegres, otros tienden a estar amargados. en la convivencia cotidiana, a través del encuentro personal, se abren más fácilmente los corazones. Quizás por eso, a la hora de salvarnos, Dios no lo hizo a la distancia, sino que, asumiendo en Jesús nuestra condición humana, conviviendo con nosotros, desplegó entre nosotros el misterio de su intimidad...

Sagrada Familia2. DIOS QUISO CONVIVIR CON NOSOTROS, Y ASÍ NOS DIO A CONOCER EL MISTERIO DE SU INTIMIDAD... Ciertamente, es difícil conocer a Dios. ¿Quién lo hubiera podido conocer, si Él no se hubiera bajado hasta nuestra pequeña estatura? Este es el misterio de la encarnación: Siendo Dios, se hizo Hombre, y puso su morada entre nosotros. Nació de María, se puso bajo el cuidado de San José mientras crecía, se sometió a todas las vicisitudes de nuestra condición humana, incluso la muerte, y muerte de Cruz, y a lo largo de todo su camino terreno se nos dio a conocer...
 
Como nos dice San Juan, "Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único". Y así, desde Belén, supimos que Dios es Hijo. Pero después, cuando lo vimos rezar a Jesús, con su enorme devoción filial, supimos también que Dios es Padre. Y finalmente, cuando Jesús resucitado ascendió al Cielo y nos dejó su Espíritu de Amor, que es el Amor del Padre y del Hijo, supimos que Dios es Espíritu Santo. Al mismo tiempo, pudimos saber que siendo Padre, Hijo y Espíritu Santo, sin embargo es un solo Dios. Como dijo Juan Pablo II en su primer viaje a América Latina, en el ya lejano enero de 1979, "Dios no es un solitario, Dios es Familia"...
 
Este es el misterio que celebramos hoy, la Santísima Trinidad. Misterio no porque no se pueda entender, sino porque es tan grande, luminoso y maravilloso, que supera nuestra pequeñez. Misterio que nos habla de la grandeza, y a la vez de la cercanía de Dios. Dios, que es Amor, pero un Amor tan grande que no puede quedarse encerrado en sí mismo. Por eso hizo todas las cosas, y nos dio la vida, para hacernos participar de la riqueza de su Amor. Y cuando estábamos perdidos, porque habíamos perdido el rumbo, nos envió a su Hijo, no para juzgarnos, sino para salvarnos...
 
Para conocer a Dios, hay que vivir con Él. Jesús, siendo Dios, vino a vivir con nosotros, y nos hizo conocer a Dios. A nosotros nos toca ahora vivir con Él, y aprender a vivir como vive Él, que no es un solitario, sino que es Familia. Y en la grandeza de su bondad, nos hizo sus hijos y nos llamó a formar parte de su familia...

Manos fraternas3. DIOS, EN SU AMOR, NOS HIZO FAMILIA SUYA, PARA QUE VIVAMOS COMO HERMANOS... Por eso, no sólo es una urgencia de su amor, sino una necesidad de nuestra propia condición humana, que aprendamos a vivir como hermanos con todos los hombres. Y realmente podemos decir que conocemos a Dios, no sólo por los libros, sino de verdad, cuando vivimos como hermanos. "El que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor" (1 Juan 4, 7-8)...
 
Es una urgencia, sin la cual es pura ilusión pensar que hemos conocido a Dios. el Amor de Dios nos hizo su familia, sin fronteras, blancos, amarillos o negros, grandes o chicos, gordos o flacos, sanos o enfermos, buenos o malos. Hoy nos hace falta, como ayer, crecer en este amor fraternal, para curar las heridas de nuestras familias, y también de nuestra patria, que está llamada a ser una patria de hermanos...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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