Queridos amigos:
Estas fueron mis reflexiones de hoy, 9 de abril de 2004, a partir de la
Lectura de la Pasión según San Juan (Juan 18, 1 - 19, 42), en la Celebración de
la Cruz correspondiente al Viernes Santo, realizada en el Hogar Marín:
Dios ha venido a salvarnos, a darnos nuevamente la Vida eterna que habíamos
recibido desde el primer momento, y que habíamos perdido por el pecado de
nuestros primeros padres, en el inicio de la humanidad. Para hacerlo, tomó
nuestra condición humana naciendo de María en el Pesebre de Belén, y entregó su
vida en los maderos de la Cruz. Nadie puede permanecer ajeno a este hecho, ya
que ha venido a buscarnos y a salvarnos a todos los hombres de todos los
tiempos. O se acepta o se rechaza (de manera violenta, o simplemente con la
indiferencia) esta salvación por la que Jesús ha dado todo. Por eso, cuando
contemplamos a Jesús en la Pasión, y sobretodo en el momento en que da su vida
en la Cruz, sólo caben dos posibilidades: o lo aceptamos como Rey y Salvador, o
nosotros mismos estamos condenándolo a la Cruz...
Últimamente ha tomado actualidad una discusión que lleva tanto tiempo como
el cristianismo.
1. ¿QUIÉNES TIENEN LA CULPA DE LA CRUCIFIXIÓN DE JESÚS?...
Podríamos tomarnos de lo que dicen los estudiosos, o de las interpretaciones que
cada uno es libre de hacer, desde la política, desde el arte, desde el cine o
desde cualquier otro ámbito de la cultura, incluso religiosa, de la humanidad.
Pero quizás obtengamos más fruto si lo hacemos desde el corazón y la oración,
poniéndonos ante la Pasión y Cruz de Jesús, tal como nos las presentan los
Evangelios y la fe de la Iglesia. Allí podríamos ver qué es lo que cada uno
hace, y si nosotros mismos tenemos algo que ver con lo que pasa...
Poncio Pilato: No quiso poner en peligro su
puesto, cosa que perdería si el César se enteraba que había problemas nuevamente
en Jerusalén. Por eso, aunque sabía que Jesús era inocente, se burló de la
Justicia y lo entregó para que los demás decidieran, y finalmente mandó ejecutar
"la decisión de los demás"...
Herodes Antipas: Se alegró cuando lo vio a Jesús,
pero como no se tomaba la religión en serio, y sólo quería ver magia o milagros,
no se tomó el trabajo de defenderlo...
Barrabás: Sólo se preocupó por su propio bien y
su libertad. Por eso, se desentiende de lo que le pase a Jesús, que será
ejecutado en vez de él, que ya estaba condenado...
Judas: Le gusta la plata. Y la atracción del
dinero no le deja ir más allá de los efímeros reinos de este mundo; por eso,
quizás desilusionado de Jesús, que habla de un Reino que no es de este mundo, lo
traiciona por unas treinta monedas...
Simón de Cirene: Cargó con la Cruz de Jesús,
porque lo obligaron los soldados romanos. Comenzó, entonces, sin siquiera saber
quién era Jesús, sólo por obligación. Y seguramente terminó sabiendo quién era
Jesús, y encontrando en Él la salvación...
Pedro: Era vehemente, pero también fue cobarde,
cuando lo identificaron como uno de los que andaba con Jesús. Sin embargo, tuvo
suficiente grandeza para reconocer su pecado, dolerse por él, y aceptar el
perdón...
Los sacerdotes: Eran los que conducían las
celebraciones de la fe; deberían haber reconocido a Jesús como quien
verdaderamente era. Pero eso significaba correr el riesgo de perder sus
privilegios, y no estaban dispuestos a tanto, así que prefirieron sacrificar su
fe antes que sus privilegios...
El pueblo: Han recibido los beneficios de la
presencia de Jesús (milagros de curaciones, multiplicaciones de los panes,
etc.). Pero eso no significa que estén dispuestos a jugarse por Él. Quieren
recibir, pero no están tan dispuestos para dar...
2. Y NOSOTROS, ¿QUÉ TENEMOS QUE VER CON TODO ESTO?... Puede parecer que
nada, sin embargo, a poco que nos pongamos a comparar, vamos a encontrar más de
una pista que nos pone en la misma ruta...
A nosotros tampoco nos gusta perder el puesto (en el
trabajo, en la mesa, en el aula, en la sociedad), y quizás más de una vez
estemos dispuestos a sacrificar, al menos un poco, la justicia, con tal de
sostenerlo (
como Poncio Pilato). Y esto provoca a
otros dolores, sufrimientos...
Muchas veces no nos tomamos del todo en serio la fe (no la estudiamos lo
suficiente, no la alimentamos con constancia, no la practicamos con fidelidad),
y en consecuencia no hacemos mucho por defenderla (como
Herodes). Y esto no sucede sin que causemos al menos a
alguien injustos sufrimientos...
También nosotros, como Barrabás, nos preocupamos
por lo nuestro, sin que nos importe demasiado, a veces, las consecuencias que
eso tiene para los demás, a quienes con esto les causamos pequeños o grandes
sufrimientos...
A veces a nosotros también, como a
Judas, nos pierde la atracción por el dinero. Quizás no
porque queramos ser millonarios, y nos dediquemos a grandes estafas, pero con
pequeñas trampas, disimuladas o perdonables, incluso con el modo de ponernos
frente a los impuestos, causamos algunos dolores de cabeza a otros...
Cuando nos aparece algún sufrimiento inesperado e ineludible, muchas veces
elegimos quejarnos, y rebelarnos, en vez de aceptar y encontrar en ello la luz,
como el Cireneo. Y eso no sólo nos aumenta el dolor,
sino que también lo causa a otros...
Somos todos un poco vehementes, y también cobardes, a la hora de defender a
Jesús y poner en claro nuestra fe ante los demás, como
Pedro. Pero, ¿de la misma manera somos rápidos para reconocer
nuestra falta y pedir perdón? No nos olvidemos que esto no se hace sin causar
dolor a los demás, y sufrimientos...
Somos rápidos, como los sacerdotes en el tiempo
de Jesús, por reclamar para nosotros privilegios. Pero, ¿estamos dispuestos a
cederlos, cuando nos enfrentan con Jesús? En todo caso, conviene que sepamos que
esto no pude hacerse sin provocar dolor en los demás, y hacernos responsables de
sus sufrimientos...
Y en nuestra fe enseguida estamos prontos para reclamar los beneficios,
como el Pueblo que aclamó a Jesús el Domingo de Ramos
y clamó por su crucifixión el Viernes Santo. Esperamos de Dios milagros y somos
rápidos para pedir, sin tener, quizás, la misma disposición para dar,
haciéndonos, por lo tanto responsables del dolor de los que tienen derecho a
esperar algo de nosotros, y se quedan con las manos vacías por nuestra inacción
o nuestros silencio...
En definitiva, todos nosotros causamos dolor a los que nos rodean, ese
dolor que Jesús asumió en la Cruz, elevándolo como ofrenda y sacrificio. No
tiene sentido, entonces, que busquemos demasiado mirando a los demás, quién es
responsable de la crucifixión de Jesús. Todos tenemos parte en eso. Somos
responsables de la Pasión, en la misma medida en que somos responsables del
dolor y del sufrimiento que causamos a los demás, cosa que inevitablemente
sucede cuando le fallamos a Dios con nuestra impiedad o nuestra
rebeldía...
3. JESÚS SUFRE LA CRUZ PARA SALVARNOS Y LLEVARNOS A LA
VIDA, POR ESO LA ADORAMOS... De todos modos, está claro que nadie lo arrastra a
Jesús a la Cruz contra su voluntad. Él se entrega libremente, porque con ese
acto de amor y de sumisión, se entrega al Padre para salvarnos...
Por eso, el misterio del a Cruz no es para buscar culpables, sino para
admirar este acto tan grande del Amor de Dios, empeñado en salvarnos, y para
adorar en el misterio de la Cruz a este Dios de bondad infinita que a nadie
deja, mientras lo siga buscando, sin su amparo...
Hoy es bueno tener presente la insistencia con la que Juan Pablo II nos ha
enseñado, a través de todo su largo pontificado (desde el día en que, en el año
1986, visitó la Sinagoga principal de Roma para pedir perdón a los judíos por
todos los sufrimientos que los cristianos les hemos causado a lo largo de la
historia). Esto nos ayudará a que, en vez de preguntarnos por los culpables de
la crucifixión, prefiramos acogernos a su misericordia, pidiendo perdón por todo
el daño que, más o menos conscientemente hemos provocado a otros, y alcancemos
los frutos de todo lo que Dios ha hecho en la Cruz para salvarnos...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: