Las mejores bendiciones...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 15 de febrero de 2004, Domingo VI del
Tiempo Ordinario, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las
lecturas bíblicas de la Misa del día:
- ¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en él tiene puesta
su confianza! El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que
extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y
su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y
nunca deja de dar fruto (Jeremías 17, 7-8).
- Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente
para esta vida, seríamos los hombres más dignos de lástima. Pero no,
Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos (1 Corintios 15,
19-20).
- Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: «¡Felices ustedes, los
pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! ¡Felices ustedes, los que
ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora
lloran, porque reirán! ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien,
los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames y
los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre! ¡Alégrense
y llénense de
gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De
la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas! Pero ¡ay
de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que
ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los
que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas! ¡Ay de
ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de
ellos trataban a los falsos profetas!» (Lucas 6, 20-26).
1. A VECES PARECE QUE QUISIÉRAMOS EL PLACER EN TODO, YA Y
SIN DEMORA... Eso puede entenderse, aunque no del todo, cuando se trata de
comer. No sólo por los ojos entra la comida, sino también por el sabor. Cuando
llega la hora de comer, con razón buscamos algo que no sólo cumpla con todas las
condiciones que puede indicarnos un buen nutricionista, sino algo que también
sea rico, ya que el gusto tiene la función de ayudarnos a recibir los alimentos
que necesitamos...
Pero imaginemos que nos presentan una rica torta, y comenzamos a comernos
primero la crema, después las frutillas con las que viene acompañada, y
enseguida nos comemos todo el dulce de leche que hay entre capa y capa. ¿Cómo
haremos después para comernos el biscochuelo, que es en realidad el que tiene el
más sustancioso alimento...?
De la misma manera, en muchas otras cosas no puede empezarse por el placer,
sino que hay que saber postergarlo para el momento oportuno. Por ejemplo, los
estudiantes universitarios que comienzan una carrera, vivirán en ella muchas
satisfacciones. Las obtendrán después de cada examen bien dado, pero sobretodo
cuando la hayan terminado, y con el título en la mano vayan desarrollando su
carrera profesional. Pero para ello, habrán tenido que volcar, con esfuerzo y
dedicación, todas sus capacidades al logro de su objetivo...
Algo parecido sucedió en los días pasados, cuando dos empleados y un
anciano residente en el Hogar Marín se pusieron a trabajar para hacer nueva toda
la vereda que rodea la casa del Capellán, donde yo vivo. Desde el primer día
habrán querido, como también yo, ver el resultado de su esfuerzo. Sin embargo,
éste no pudo llegar, hasta que no volcaron varios días y muchos sudores en la
tarea, regando con ellos los frutos que finalmente pudimos ver...
De esto mismo nos habla hoy Jesús, con las Bienaventuranzas, en la versión
con la que nos las presenta el Evangelio de San Lucas, acompañadas con los
lamentos por los que no viven conforme a ellas, sino todo lo contrario. Jesús
llama felices, y es la única vez que lo dice en presente, a los pobres, porque a
ellos les pertenece el Reino de Dios. Pero ese Reino no manifiesta toda su
potencia en este tiempo, en esta dimensión, en esta historia que hoy vivimos,
sino que reclama la salvación, que Jesús nos ha ganado con su
Resurrección...
2. LAS MEJORES BENDICIONES LLEGARÁN EN EL TIEMPO DE LA
RESURRECCIÓN... Dios se ocupa continuamente de nosotros, y de los frutos de la
vida que de su mano hemos recibido...
Muchas bendiciones nos acompañan diariamente, aunque otras tantas veces no
nos demos cuenta de ellas, y las dejemos pasar como si fueran bienes que se nos
deben, sin mayor conciencia y sin la menor gratitud por todos ellos. Desde la
luz del sol, que está siempre, aunque no lo veamos, hasta el aire que respiramos
(y que también, desgraciadamente, en las grandes ciudades contaminamos), pasando
por todos los alimentos que reparan nuestras fuerzas, así como también por las
pequeñas y las grandes alegrías que nos brinda la vida, cada día tenemos un
montón de motivos que nos deberían mover a una continua gratitud a Dios...
Sin embargo, así como las cosas más importantes de la vida no se alcanzan
sin esfuerzos, a veces grandes, y que incluso a veces parecen más grandes que
los que podemos hacer hasta que nos ponemos efectivamente a hacerlos, también
hay que recordar que no se alcanza la Vida sin la muerte. Y si la podemos
alcanzar, es porque Jesús resucitó, y así nos regresó al plan original de Dios,
que nos ha hecho para la Vida. Por eso San Pablo nos recuerda hoy que Jesús
resucitó, y que sin la Resurrección de Jesús, sería vana, es decir, vacía,
nuestra fe, y nosotros los hombres más dignos de lástima...
Cuando llegan, entonces, las horas oscuras, en las que no se ven los frutos
y sólo se tienen delante de los ojos los esfuerzos que nos reclama nuestra fe,
conviene tener presente que las mejores bendiciones que Dios nos tiene
preparadas llegarán en el tiempo de la Resurrección. Hechos para la Vida eterna,
en esta etapa provisoria, y que por lo tanto no dura para siempre, no es posible
ver todos sus frutos...
Pero además, conforme a las bienaventuranzas, y las correspondientes
lamentaciones que Jesús proclama ante las diversas actitudes y situaciones de la
vida, en el tiempo de la Resurrección, es decir, cuando concluya esta etapa
provisoria del mundo que se desarrolla en la historia, se producirá un cambio,
por el cual muchas alegrías provisorias terminarán siendo eternas tristezas, y
muchas tristezas provisorias se cambiarán por una eterna alegría. Y esa
situación definitiva será simplemente la consecuencia de la fidelidad por la que
hayamos seguido, o la rebeldía con la que nos hayamos apartado, del camino que
Jesús nos ha propuesto cada día...
3. CONFIADOS EN JESÚS, TODO ES YA, DESDE AHORA, UNA
BENDICIÓN... De todos modos, tampoco es necesario esperar al final para ver
todos los resultados, por algunos se manifiestan ya, desde ahora, mostrándonos
la bendición de Dios, con la que Él nos acompaña todos los días...
Cuando vivimos conscientes del destino de eternidad al que hemos sido
llamados por Dios, las cosas adquieren su verdadera dimensión, y nos animamos a
vivir de una manera nueva. Ya sea en la salud o en la enfermedad, en el
sufrimiento o en el gozo (cf. Prefacio Común VIII de los textos de la Misa), en
la riqueza o en la pobreza, vemos la mano de Jesús, que no deja de levantarnos y
bendecirnos, indicándonos el camino...
Pero además, si tenemos en cuenta que nuestra confianza puesta en Jesús y
nuestra fidelidad al Evangelio nos hacen vivir en el amor de una manera
efectiva, vemos con confianza cómo nuestras comunidades cristianas son un signo
efectivo del Reino de Dios que se acerca a los que hoy nos necesitan para que,
al menos en parte, y como anticipo de la bendición final, su hambre sea saciada,
su llanto sea calmado y su exclusión de los bienes más elementales que reclama
la dignidad humana sea disminuida...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: