Queridos amigos:
Esta fue mi predicación del 25 de enero de 2004, Domingo III del Tiempo
Ordinario, en la Misa que celebré con una familia amiga, con la que comparto
unos días de descanso. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas
de la Misa del día:
- El sacerdote Esdras trajo la Ley ante la Asamblea, compuesto por
los hombres, las mujeres y por todos los que podían entender lo que se
leía. Era el primer día del séptimo mes. Luego, desde el alba hasta
promediar el día, leyó el libro en la plaza que está ante la puerta del
Agua, en presencia de los hombres, de las mujeres y de todos los que
podían entender. Y todo el pueblo seguía con atención la lectura del
libro de la Ley (Nehemías 8, 2-3).
- Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno,
y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo,
así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un
solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -judíos y griegos, esclavos y
hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo Espíritu (1 Corintios
12, 12-13).
- Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como
de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le
presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje
donde estaba escrito: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha
consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los
pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos,
a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del
Señor". Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en
la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír» (Lucas
4, 16-21).
1. A VECES POCAS PALABRAS DICEN MUCHO, Y OTRAS VECES
MUCHAS NO DICEN NADA... Todos pasamos continuamente por situaciones en las que
hablamos, simplemente porque nos resulta incómodo, o no sabemos cómo callar.
Subimos a un Taxi, y después de algún silencio más o menos breve, comenzamos a
hablar del tiempo, que si hace mucho calor o mucho frío, que si el pronóstico
habla de lluvia o no, que si el fin de semana tendrá buen tiempo, y cosas por el
estilo...
Otras veces las palabras son sólo una convención que significa buena
educación y atención hacia los otros. Estamos en una fiesta o en una reunión, y
nos encontramos con gente conocida de la que no somos especialmente amigos, y a
las infaltables preguntas, "¿cómo estás? ¿cómo van tus cosas? ¿qué tal la
familia?", llegan las también infaltables respuestas, "muy bien, todo bien,
todos bien...", en un diálogo que, en realidad, no entra en detalles ni en
profundidades, y se contenta con un intercambio en el que nadie pueda
sentirse incomodado, agredido o desplazado, ni invadido en su intimidad. Un
amigo me contó que una vez hizo la prueba, al llegar a una fiesta de esas en las
que hay mucho ruido, de contestar a los que le preguntaban "¿cómo estás?", con
una enorme sonrisa y un fuerte apretón de manos, "todo mal, todo un desastre", y
una nueva sonrisa. Comprobó que nadie se asombró, lo cual equivalía a que nadie
escuchaba las palabras que decía...
Otras veces, sin embargo, bastan muy pocas palabras, o una sola, para
que podamos expresar cosas muy profundas. Un amigo que se encuentra en una gran
dificultad o está sufriendo un dolor muy grande, no esperará de nosotros grandes
y elocuentes explicaciones, ni de lo que le pasa ni de nuestra amistad, le
bastará una palabra que le muestre que cuenta con nosotros, que no está solo y
que puede contar con nosotros. Nos habrá pasado, seguramente estar en esas
situaciones en las que, más allá de las buenas intenciones, que podemos dar por
garantizadas en todos los que se acercan, algunos con muchas palabras no han
podido ayudarnos nada o casi nada, y otros con pocas, han dado bien en el clavo
y nos han ayudado a encontrar la paz...
2. JESÚS ES UNA PALABRA EFICAZ, QUE HACE LO QUE DICE, Y NOS
TRAE LA SALVACIÓN... Jesús es la Palabra de Dios que, para que pudiéramos
entenderlo con toda claridad, se hizo carne y, habiendo nacido en
Belén, habitó entre nosotros. A lo largo de todo este año, salvo los
tiempos fuertes (Cuaresma, Pascua, y los ya pasados de Adviento y Navidad),
iremos siguiendo en las lecturas dominicales el Evangelio de San Lucas. Hoy lo
vemos a Jesús presentarse "en su casa", en la Sinagoga de Nazaret, a la que
seguramente asistió durante los treinta años que vivió allí, y leyendo la
profecía de Isaías, dice que esas palabras se cumplen en ese día. Está claro que
se cumplen en Él...
Lo que importa es que Jesús no es una Palabra vana, ni superflua, sino todo
lo contrario. Es una Palabra eficaz, que nos trae la salvación. Esto significa
que Jesús viene a realizar en nosotros y con nosotros todo aquello a lo que
aspiramos, y sin embargo no podemos hacer sin Él. Viene a hacer ver a los
ciegos, caminar a los paralíticos, liberar a los cautivos y a los oprimidos. Y
si esto vale como anuncio físico de la salvación, también y más profundamente es
válido para todo lo que nos falta en el corazón. También allí somos ciegos,
paralíticos, esclavos y cautivos. También allí, y especialmente, estamos
necesitados de salvación. Y Jesús es la Palabra eficaz de Dios, que hace lo que
dice, y sólo dice lo que hace. Por eso, podemos recibir confiados de Él la
salvación. Con Él la vida puede escribirse con mayúscula, porque puede más que
la muerte. Y esto Jesús no lo dijo sólo con palabras, sino que efectivamente lo
realizó. El entregó su vida en la Cruz, y con su Resurrección nos ha dado
también a nosotros la posibilidad de un destino de resurrección...
3. TODOS FORMAMOS UN SOLO CUERPO EN JESÚS, Y PODEMOS DAR
VIDA A SU PALABRA... Alguien podría preguntarse: "Y hoy, ¿qué hace Jesús por
tantos ciegos, paralíticos, enfermos de todo tipo, pobres de las carencias más
variadas, que viven, en pleno siglo XXI, en la mayor miseria, sin que les llegue
salvación alguna, en tiempos en los que el cristianismo hace ya dos milenios que
intenta, sin lograrlo, cambiar el corazón del hombre, para que ya nadie viva en
la soledad y en el abandono?" La palabra de San Pablo también nos responde hoy
con toda claridad...
Todos nosotros somos el Cuerpo de Cristo, y bautizados en un mismo
Espíritu, somos impulsados a convertirnos en las manos, los pies, el corazón los
oídos y la boca de Jesús, que acude con la salvación que hemos encontrado
en Él, a socorrer la miseria de cada uno de nuestros hermanos que esperan,
con derecho, de nosotros, una palabra de salvación que les acerque a
Jesús. De esta manera podremos responder con hechos a aquellos que piensan que
los cristianos nos quedamos sólo en las palabras, y somos creyentes de la boca
para afuera. Tomándonos a pecho nuestra fe, haremos eficaz en nosotros la
Palabra de Dios, por el amor...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: