Respirar y rezar siempre...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 17 de octubre de 2004, Domingo XXIX del Tiempo Ordinario, en el que se ha celebrado en Argentina el Día de la Madre, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
Niño al agua1. NO SE PUEDE DEJAR DE RESPIRAR, SI QUEREMOS SEGUIR VIVIENDO... La respiración es absolutamente vital. Necesitamos respirar, porque el oxígeno que incorporamos a la sangre a través de los pulmones es necesario para mantener la vida, para utilizar la energía que nos brinda la glucosa...
 
Cuando éramos chicos nos gustaba jugar a ver quién era el que podía aguantar más tiempo sin respirar (al menos a los varones, me parece que las chicas se entrenaban más en ver cuánto tiempo podían aguantar sin hablar, aunque nunca alcanzaban resultados notables). Si era verano y teníamos a mano una pileta o un estanque, allí íbamos a parar, para probar quién aguantaba más debajo del agua. Y si no era verano o no teníamos agua donde echarnos, bastaba con taparse bien la nariz y cerrar bien lo boca, sin hacer trampa. Siempre uno aflojaba primero, pero al final siempre aflojábamos todos, ya que no es posible dejar de respirar...
 
Hombre al aguaYa cuando grandes, el intento de saber cuánto aguantábamos sin respirar dejó de ser un juego. Más bien comenzaron a ser las situaciones de la vida las que nos cortaban la respiración, o las que nos dejaban sumergidos en problemas más o menos graves o irresolubles...
 
Incluso a veces las cosas se hacen más dramáticas, cuando no son los problemas que nos vienen desde afuera, sino las insuficiencias que vienen desde adentro, como una infección u otro tipo de enfermedad que deja sin aire a nuestros pulmones, o simplemente la carencia de oxígeno en un lugar que no está ventilado, las que nos dejan sin posibilidad de respirar aire puro. No es posible aguantar mucho de esa manera, ya que no se puede vivir sin respirar, el oxígeno es absolutamente necesario para mantener vivo nuestro organismo...
 
Sin embargo, con todo lo importante que es la respiración, hay algo similar que lo es todavía más: no es posible mantener viva en nosotros la vida de Dios sin la oración. Aplicando la semejanza, la respiración es a la oxigenación de nuestro organismo lo que la oración es a nuestra vida espiritual, que Dios alimenta en nosotros con inclaudicable amor. Por eso hoy Jesús, con la sorprendente parábola de un juez injusto, quiere exhortarnos a rezar sin claudicación...
 
2. HAY QUE REZAR SIEMPRE: DIOS HACE SU JUSTICIA "EN UN ABRIR Y CERRAR DE OJOS"... La oración alimenta en nosotros la vida de Dios. Y nos hace capaces de aprovechar toda la energía que hay en ella, para llevar adelante también nuestra vida terrenal. Veámoslo a través del drama que hoy nos presenta Jesús, con la parábola de un juez injusto...
 
Hay situaciones que realmente desaniman. Si miramos lo que sucede hoy a nuestro alrededor (aunque hay cosas que hacen especialmente dramático nuestro tiempo, no creo que haya sido muy distinto en otros anteriores), fácilmente puede desalentarnos la falta de justicia que vemos por todos lados y que afecta a tantas personas, y posiblemente a nosotros mismos, al menos en algún aspecto. Hoy nos hace falta la justicia. En un mundo en que las distancias se acortan ya que es mucho más fácil viajar y comunicarse, las diferencias que separan a uno de otros se agrandan ("son cada vez menos los que tienen más y más los que cada vez tienen menos", ha dicho más de una vez Juan Pablo II denunciando este injusticia que clama al cielo). ¿Cómo no perder la fe ante tanta injusticia que somete a veces a muchos inocentes que sufren sus consecuencias?...
 
El juez injusto de la parábola no temía a Dios, ni le importaban los hombres. Le faltaban entonces virtudes indispensables para construir la justicia, que sólo se alcanza con mucha paciencia y esfuerzo, queriendo con todo el corazón a Dios, y ocupándonos con pasión de hacer el bien a todos. Los que están aquí, al lado, en mi casa, en mi mesa, en mi cuadra, en mi barrio, en mi ciudad, esperan de mí una justicia que sólo yo les puedo dar. La justicia empieza a construirse, como la paz, desde adentro hacia afuera. Sin embargo, lo que de esta manera haga no alcanzará para que el mundo pase de un momento a otro a ser todo lo justo que espero...
 
Dios nos habla de su justicia, que es especial, es diferente. La justicia de Dios es la salvación. Consiste en que todo tenga, finalmente, un buen final, para los que aman a Dios y les importan los demás. Consiste, al fin de cuentas, en que todo el esfuerzo y la virtud del camino no caiga en saco roto y tenga un buen final, un buen sentido. La justicia de Dios es el Cielo. Por eso Dios nos dice que Él hace su justicia "en un abrir y cerrar de ojos"...
 
AncianoBebeEl tiempo que se toma Dios para hacer su justicia no es ni más ni menos, sino justamente ése. Veámoslo: "abrimos los ojos" al nacer, y los "cerramos" definitivamente en nuestra muerte. Para cada uno de nosotros, la justicia de Dios se toma el tiempo que va desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte, y se manifiesta más allá de esta frontera, en la eternidad. Y para realizar la justicia en el mundo entero, el tiempo que se toma Dios es el del mundo entero...
 
Mientras vamos transcurriendo este tiempo de Dios, pueden llegar los momentos de desaliento, en los que parece que nos quedáramos sin aliento para llegar hasta el final, vencidos por el peso de las injusticias humanas. Por eso es que necesitamos siempre ese "oxígeno espiritual", que nos permite seguir creyendo que vale la pena el esfuerzo de hacer la parte de justicia que a cada uno de nosotros nos toca, mientras esperamos confiados la justicia de Dios. Y por eso necesitamos rezar siempre...
 

Unidos en la oración3. HAY QUE REZAR SIEMPRE, SIN DESANIMARSE, CONFIADOS EN LA JUSTICIA DE DIOS... Cuando llegan los momentos del desaliento, es la hora de la oración. Y para que no lleguen las horas de desaliento, nada puede ayudarnos más que la oración...

Manos de oraciónCuando Moisés bajaba los brazos en medio de la batalla, nos dice el libro del Éxodo, la derrota caía sobre su pueblo. Con la ayuda de los que estaban con él volvía a levantarlos, y  de nuevo encontraban el camino de la victoria. Me parece que esta imagen nos habla hoy especialmente de la tarea de las madres que, junto con los padres, son especiales colaboradoras de Dios, que siembra la vida llamándonos a todos los hombres y mujeres que hemos sido engendrados desde el inicio del mundo a un destino de eternidad...

Perseveremos en la oración, sin desanimarnos, con los brazos en alto, "hasta la caída del sol". El momento de la muerte es como el atardecer de nuestra vida (dice San Juan de la Cruz), que puede asimilarse a la "caída del sol". Es en ese momento cuando seremos juzgados en el amor a Dios, y a los hombres. Perseverando en la oración, confiemos en la justicia de Dios, que nos ha llamado a todos a la vida eterna...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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