Para disfrutar de la fiesta...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 12 de septiembre de 2004, Domingo XXIV del Tiempo Ordinario, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día (esta vez, he dejado de lado las otras lecturas, para concentrarme en la riqueza del Evangelio):

 
Decoración1. LO QUE MÁS LE IMPORTA AL QUE HACE UNA FIESTA, SON LOS INVITADOS... Cada tanto nos toca organizar una fiesta (cumpleaños, aniversarios, fiestas colegiales, fiestas religiosas), ya que la fiesta forma parte de la vida. Es más, puede decirse que la fiesta es el sentido último de la vida...
 
A la hora de preparar una fiesta, tenemos que preparar el lugar donde la celebraremos. No sólo hará falta que todo esté limpio y ordenado. Además convendrá contar con adornos y cotillón propios para cada ocasión, que disponen el espíritu y el ánimo para celebrar...
 
TortaSin embargo, no alcanzará sólo con arreglar el lugar. Tendremos que pensar también en los alimentos. Así como la fiesta es como una símbolo de la vida, suele ser el mejor modo de celebrarla compartir los alimentos, ya que ellos mismos representan de algún modo todo lo que hace falta para sostener la vida. Por eso es que reservamos para las fiestas los mejores alimentos, y los preparamos con todo cuidado y dedicación. Incluso la preparación de los alimentos se convierte ya en un anticipo de la fiesta. Era impresionante, y muy edificante, todo lo que nos transmitía una película, , "La fiesta de Babette", sobre el sentido de la fiesta...
 
InvitadosSin embargo, aunque el lugar y los alimentos sean importantes, no puede perderse de vista que, para quien hace una fiesta, lo más importante son los invitados. La fiesta nos permite compartir la celebración de la vida con aquellos con quienes la compartimos habitualmente, especialmente los familiares y los amigos. Con ellos es con quienes nos reunimos, con ellos brindamos, con ellos nos unen y celebramos los motivos de las fiestas que compartimos. De nada nos servirían los globos, las maracas, las tortas, y todo lo que tenemos para compartir, sin en la fiesta faltaran aquellos con quienes queremos celebrar...
 
Dios también ha hecho una fiesta, de la que tenemos ya aquí los anticipos, ya que la misma vida es la fiesta a la que Él nos invita. Sin embargo, esto no es todo, porque la vida es una invitación que va más allá de los límites de este horizonte en el que nos movemos. La vida es una invitación a la gran fiesta del Cielo, en la que adquiere todo su sentido y a la que apunta la creación entera. Por eso Jesús hoy quiere ayudarnos a comprender qué es lo que más le importa a Dios, que ha preparado esta fiesta, y cómo es que hay que prepararse para disfrutarla de verdad...
 
Buen Pastor2. DIOS INVITA A TODOS A LA FIESTA DEL CIELO, Y QUIERE QUE NADIE SE PIERDA... El Cielo es la gran fiesta de Dios. Es una fiesta completa y total. Toda la creación adquiere su sentido más profundo como la preparación de esta fiesta. Todos los hombres son invitados a esta fiesta, y se constituyen así en el centro de la creación. Y a través de la historia cada uno de los hombres debe responder a esta invitación de Dios...
 
Dios no quiere que nadie se pierda esta fiesta. Por eso, como conoce nuestra debilidad y nuestro pecado, nos avisa a través de Jesús que Él está atento, para rescatar a cualquiera que pueda perderse por el camino. Como el pastor que deja las noventa y nueve ovejas que van por la buena senda para buscar la que se ha perdido, y como la mujer que abandona todo para buscar la moneda que, porque se le ha perdido pasa a ser la que más le importa, Dios tiene esta actitud a la vez paternal y maternal con la que está atento a todo el que corre el peligro de perderse. La pintura del Buen Pastor, con la oveja perdida y recuperada cargada en sus hombros, que se ve aquí a la derecha, es de las más antiguas que se conocen que representa a Jesús (se encuentra en Roma, en la catacumba de Priscila, y es del siglo III)...
 
Hijo pródigoSi miramos con ojos de fe nuestro tiempo, no tardaremos en describirlo como un tiempo en el que los hombres que han perdido la huella y necesitan ser rescatados. Nuestra cultura, que encuentra sus raíces más fructíferas en el Evangelio, se encuentra sacudida por el drama de muchos hombres que ya han perdido la fe, y claman en la búsqueda de una trascendencia que a la vez anhelan y se les escapa...
 
Nuestro tiempo se fleja claramente en el hijo que, apropiándose sin derecho de la herencia del Padre que todavía no ha muerto, termina maltrecho y necesitado de un socorro que sólo el Padre le puede dar. La alegría de Dios, que desata la fiesta, proviene del reencuentro con el hijo, cuando éste recapacita y vuelve a sus brazos. Por su parte, el hijo descubre en el abrazo paterno el calor y la salvación que, de manera prepotente, buscó independizándose de sus raíces, y que, sin embargo, sólo puede encontrar en aquel que es la fuente y el sentido de su vida. Esta parábola, entonces, nos habla no sólo del hijo que vuelve arrepentido a la casa de su Padre, sino también del Padre, que espera con fiesta y alegría al hijo que retorna...
 
Fiesta3. PARA DISFRUTAR DE LA FIESTA, HAY QUE ALEGRARSE CON TODOS LOS INVITADOS... Sin embargo, la parábola no se detiene allí. Porque si es cierto que, de algún modo, todos tenemos algo del hijo necesitado de perdón, también es cierto que a veces nos parece que somos tan buenos, que más nos corresponde el lugar del hijo que nunca se alejó de la casa del Padre. Quizás eso nos lleve a pensar que la fiesta del Cielo es para los que son como nosotros...
 
La fiesta es para todos. Dios invita a todos, y cualquiera que responda a Dios y acuda al llamado de su misericordia, aunque haya malgastado sus bienes por el camino, tiene parte en la fiesta. Tan variadas como los animales de la fiesta que nos muestra el dibujo de la derecha, son las personas que podremos encontrarnos en la fiesta del Cielo, a la que podrán llegar todos los que se arrepientan de sus desvíos y acepten la invitación de Dios antes de acabar su vida. ¿Qué tal si, en el Cielo, a ese que menos queremos, a ese político, o "piquetero" o adversario o enemigo del que no queremos ni oír hablar, le toca "sentarse justo a nuestro lado"? Me parece que tenemos que tenerlo en cuenta y aprovechar, mientras vamos de camino, para aprender a alegrarnos con cualquiera que responda al llamado y a la misericordia de Dios, que toca a la puerta de todos cada día...
 
PerdónJuan Pablo II nos da un buen ejemplo de esto. El 13 de mayo de 1981 Ali Agca disparó su arma contra este Papa en la Plaza de San Pedro y lo hirió gravemente. Cualquiera podría haber pensado que ese hombre tenía que estar muy lejos de Dios, para intentar semejante disparate como matar al Papa. Sin embargo Juan Pablo II, una vez que se recuperó de las heridas, no dudó en ir a visitarlo en la cárcel, y extenderle su mano amiga. No sabemos cuál fue el diálogo que sostuvieron entre ellos ese día. Pero yo me permito imaginarme que el Papa no fue a hablarle del castigo que le esperaba y, cualesquiera hayan sido sus palabras de ese día, le trasmitió el mensaje del que nos habla el Evangelio de hoy: es grande la alegría de Dios, cuando recupera al que se ha ido. Es difícil, pero es posible y hace falta, aprender a alegrarse cuando se encuentra a un hermano que se había perdido, y el que estaba muerto para Dios vuelve a la vida...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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