Artífices
de nuestro destino...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 22 de agosto de 2004, Domingo XXI
del Tiempo Ordinario, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las
lecturas bíblicas de la Misa del día:
- Yo les daré una señal, y a algunos de sus sobrevivientes los enviaré
a las naciones: a Tarsis, Put, Lud, Mésec, Ros, Tubal y Javán, a las
costas lejanas que no han oído hablar de mí ni han visto mi gloria. Y
ellos anunciarán mi gloria a las naciones (Isaías 66, 19).
- Ustedes se han olvidado de la exhortación que Dios les dirige como
a hijos suyos: "Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, y cuando
te reprenda, no te desalientes. Porque el Señor corrige al que ama y
castiga a todo aquel que recibe por hijo". Si ustedes tienen que sufrir
es para su corrección; porque Dios los trata como a hijos, y ¿hay algún
hijo que no sea corregido por su padre? Es verdad que toda corrección, en
el momento de recibirla, es motivo de tristeza y no de alegría; pero más
tarde, produce frutos de paz y de justicia en los que han sido
adiestrados por ella (Hebreos 12, 5-7 y 11).
- Una persona le preguntó a Jesús: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que
se salvan?». El respondió: «Traten de entrar por la puerta estrecha,
porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En
cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde
afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos". Y
él les responderá: "No sé de dónde son ustedes". Entonces comenzarán a
decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras
plazas". Pero él les dirá: "No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí
todos los que hacen el mal!". Allí habrá llanto y rechinar de dientes»
(Lucas 13, 23-28).
1. A TODOS NOS GUSTARÍA SER UN POCO ADIVINOS, PARA CONOCER
EL FUTURO... Hay una cantidad de preguntas sobre el futuro que tenemos
pendientes, y que quisiéramos poder responder sin necesidad de esperar. Por
ejemplo, es posible que queramos saber cómo será la muerte. Hay libros enteros
que se escriben con narraciones de los que cuentan haber estado cerca, pero que
no dejan de ser historias que, en el mejor de los casos, hablan de la
cercanía de la muerte, pero no de la experiencia de la misma, ya que de ella,
por definición, no se vuelve, es un punto sin retorno. También quizás
quisiéramos saber: ¿Cuándo y de qué manera será el fin del mundo? ¿Cómo será la
vida después de la muerte?...
Pero además, cosas más terrenas despiertan nuestra ansiedad y nuestra
curiosidad, ya que no nos resulta fácil o cómodo la espera a las que nos
someten. ¿Quién será el que gane el campeonato de fútbol que se está disputando?
¿Cuál será el país que se lleve más medallas en estas Olimpíadas? ¿Cuántas
medallas cosecharán los argentinos? ¿Cómo será el clima de los próximos
días?...
Todas estas, y otras cosas del futuro, de las que no
conocemos el resultado hasta que suceden, son las que mueven a más de uno a
hacer previsiones, en el mejor de los casos de una manera más o menos
científicas, con planificación y los pronósticos, y en el peor de los casos
acudiendo a una cantidad de cosas raras que se nos ponen a la mano con una gran
divulgación, incluso a través de los medios de comunicación más serios: los
horóscopos, la tirada de las cartas, los adivinos o adivinas...
Hasta a Jesús le hacen preguntas sobre el futuro: "¿es verdad que son pocos
los que se salvan?" Seguramente si Jesús respondía con un número, el que
hizo la preguntaría hubiera seguido con otra pregunta: "¿yo estoy entre ellos?".
Es que a veces nos pesa tanto el futuro (no podemos conocerlo, porque
depende de nuestra libertad y la de otros), que aún al precio de actuar
irracionalmente, queremos que alguien nos diga, sin necesidad de esperar, que
será lo que pasará. Es como si nos pesara tanto la libertad, que a veces
preferiríamos conocer el futuro, para no depender de ella. Pero eso no es
posible, ya que Dios nos ha hecho a su imagen, y eso incluye necesariamente
nuestra libertad...
2. DIOS NOS HA HECHO LIBRES; SOMOS LOS ARTÍFICES DE NUESTRO
DESTINO... Hechos a imagen de Dios, nuestra libertad es lo que nos hace más
semejantes a Él, aún con todas las diferencias que nos separan, ya que Dios
tiene una libertad absoluta, y la nuestra es una libertad limitada,
creada...
Dios nos hizo capaces de caminar, por nuestra propia decisión, a la meta
para la que nos ha creado. Nos ha hecho capaces de alcanzar la salvación que
Jesús nos ganó en la Cruz y con su Resurrección, y de hacerlo por nuestra propia
decisión. Por eso, no hay nada automático y mecanizado en la salvación. Ya lo
decía San Agustín: "Dios, que me creó sin mí [es decir, sin pedirle permiso para
darle la vida], no puede salvarme sin mí [es decir, sin su decisión y su
colaboración]"...
Nuestra vida puede tener resultados distintos. Uno bueno,
que Jesús describe en el Evangelio de hoy como el banquete del Reino de Dios. Y
uno desastroso, que Jesús describe con toda vivacidad como llanto y rechinar de
dientes. Y entre uno y otro resultado está nuestra decisión, nuestra libertad,
por la que elegimos el camino por el que queremos ir, y en consecuencia también
el destino al que llegamos...
La exhortación de Jesús, a que pasemos por la puerta estrecha, nos dice con
toda claridad que para alcanzar la salvación necesitamos una decisión. Hay que
ponerse en marcha, y elegir cómo y hacia dónde. Para alcanzar la salvación, por
otra parte, no basta haber "comido y bebido" con Jesús, y haber "oído sus
enseñanzas". Yo creo que esto que Jesús dice a los curiosos que preguntan sobre
la cantidad de los que salvarán es una referencia clara a que no será la
cantidad de comuniones que hayamos hecho o la cantidad de Misas en las que
hayamos participado, ni la cantidad de predicaciones o conferencias, o charlas o
"sermones" que hayamos escuchado las que nos garantizarán la salvación. Lo que
importará a la hora de la verdad, que a todos llega, será lo que hayamos hecho.
Eso será lo que definirá nuestra suerte. Es a través de lo que hacemos como se
pone en evidencia lo que estamos eligiendo cada día, cuando se nos presenta la
encrucijada entre lo que está bien, lo que está menos bien y lo que
decididamente está mal. San Juan de la Cruz lo expresaba con claridad cuando nos
decía que al atardecer de la vida (es decir, a la hora de la muerte), seremos
juzgados en el amor...
3. HAY QUE VIVIR EN EL AMOR PARA ENTRAR EN EL BANQUETE DEL
REINO DE DIOS... Es en el amor donde nuestra fe se muestra viva. Es muy
importante la Misa y la oración. Ellas son, en realidad, el alimento y el
oxígeno de nuestra fe, que nos permiten mantenerla viva y despierta. En ese
sentido, resultan de una eficacia que no podemos desperdiciar si no es con
temeridad. Pero es el amor el que nos mostrará que la fe está viva y es
eficaz...
Sólo de esa manera se entra en el Reino de Dios, a fuerza de
una fe vivida en forma comprometida, que se manifiesta en el amor, con el que
cada uno de nosotros puede ocuparse de los demás. Será en el amor donde Jesús
podrá reconocernos. Él nos salvó en la Cruz y con la Resurrección por la fuerza
y la eficacia del amor de Dios, y nos invita a alcanzar la salvación por ese
mismo camino eficaz del amor. La beata Juana Jugan, que inspira y anima la tarea
de las Hermanitas de los Pobres, decía que, cuando iba de Hogar en Hogar,
visitando todos los que había ido creando en Francia, lo hacía siempre alabando
a Dios. Eso nos muestra que la animaba una fe alegre y manifiesta. Pero no se
trataba de una fe vacía, sino colmada de amor, que se hacía eficaz en la
atención de los ancianos. Así también nosotros, con una fe bien alimentada,
podremos vivir en el amor, pasando por la puerta estrecha que nos hace entrar en
el Reino de los Cielos...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: