Tareas que parecen imposibles...
Queridos amigos:
Esta fue la predicación que preparé para hoy, 4 de julio de 2004, Domingo
XIV del Tiempo Ordinario, en el Hogar Marín. La Misa la presidió el Cardenal
Jorge Mejía, recién llegado de Roma, y por lo tanto fue él quien predicó. Me
basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:
- Porque así habla el Señor: Yo haré correr hacia ella la
prosperidad como un río, y la riqueza de las naciones como un torrente
que se desborda. Sus niños de pecho serán llevados en brazos y
acariciados sobre las rodillas. Como un hombre es consolado por su madre, así
yo los consolaré a ustedes, y ustedes serán consolados en Jerusalén
(Isaías 66, 12-13).
- Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por
quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo
(Gálatas 6, 14).
- El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos
para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía
ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son
pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la
cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven
dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el
camino. Al entrar en una casa, digan primero: «¡Que descienda la paz sobre
esta casa!». Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará
sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes (Lucas 10,
1-6).
1. A VECES LA VIDA NOS PONE ANTE TAREAS QUE PARECEN
IMPOSIBLES... Así deben pensar hoy los que tienen a su cargo el orden público,
ante la creciente libertad con la que se producen manifestaciones de los
movimientos piqueteros. Ayer a la tarde, por ejemplo, un pequeño grupo (no
pasaban de 20, según las noticias periodísticas, aunque quizás eran unos pocos
más, conforme a la foto), cortó una ancha Avenida (del Libertador) de la Ciudad
de Buenos Aires, y pusieron en evidencia el enorme problema ante el que nos
encontramos. ¿Cómo hacer, a esta altura, para controlar este fenómeno que, en
aras de la defensa de los derechos de algunos (a veces más legítimos y
trascendentes, otras veces más dudosos o secundarios), se apodera de
los espacios, públicos y privados, a veces con acciones directamente delictivas,
sin que se encuentre el modo de proteger los derechos de la inmensa
mayoría, que sufre las consecuencias...?
También podría parecernos una tarea imposible llevar
adelante una obra como la del Hogar Marín, si no constatáramos todos los días
cómo un pequeño grupo de Hermanitas, de una edad más bien madura, con un pequeño
número de eficientes empleadas, alcanzan para tener en marcha esta Casa,
verdadero Hogar en el que viven 90 ancianos, atendidos verdaderamente "como
en su casa". Apenas unas pocas personas realizan en la cocina la tarea que
permite preparar cada comida, como si fueran un equipo tan numeroso como el que
vemos aquí al lado...
De la misma manera, puede parecer una tarea imposible o una
carga desmesurada la misión que hoy tiene la Iglesia. Se trata, nada menos, que
de predicar una palabra sobrenatural de salvación a un mundo materialista y
descreído, una palabra de misericordia a un mundo injusto y cruel, una palabra
que pone la primacía del amor y del espíritu a un mundo que corre detrás de lo
sensible, marginando los valores que la Iglesia está llamada a despertar y
alimentar...
Esa desproporción que podemos constatar entre la inmensa tarea de la que
participamos todos los bautizados, por el sólo hecho de serlo, y los pobres
medios con los que nos puede parecer que contamos, no es una novedad, sino que
ha sido tenida en cuenta por Jesús cuando nos hizo este encargo...
2. JESÚS NOS ENVÍA A VENCER EL MAL CON LAS FUERZAS DEL
BIEN... El envío de los setenta y dos discípulos, junto con Los Doce Apóstoles,
a quienes pone al frente de la misión, nos deja en claro que todos tenemos un
lugar en la misión de la Iglesia. Pero además de la misión, Jesús nos deja en
claro los medios con los que contamos y el modo en el que podemos realizarla,
aunque parezca que nos supera por todos lados. En definitiva, el primero nos da
lo que después nos pide que llevemos en su nombre a todos nuestros
hermanos...
Jesús resucitado nos ha cambiado la vida. Su fuerza redentora nos ha
cambiado del todo, pasándonos del horizonte de la muerte al horizonte de la Vida
eterna. De las tinieblas y la desgracia del pecado nos ha transportado a la luz
y a la gracia, de la enemistad con Dios nos ha llevado a la comunión con Él.
Toda esta enorme energía del Amor redentor que recibimos de Jesús, es la que Él
mismo nos encarga que llevemos a nuestros hermanos...
Por eso, la tarea a la que Jesús nos llama puede parecer
imposible, pero no lo es. Tenemos unas fuerzas que no son clamorosas y
explosivas, pero que son capaces de cambiar la realidad que nos rodea, poco a
poco...
Por eso, también, somos enviados "como a ovejas en medio de lobos".
Nosotros somos enviados a realizar cotidianamente el bien, de la misma manera
que Jesús lo ha realizado con nosotros. Y ese bien no se impone por la fuerza,
sino por razón de su propio peso, de modo que la eficacia del bien que hacemos
está en sí mismo, y no en nosotros...
Esta misión de hacer el bien involucra nuestra palabra y nuestro ejemplo,
ya que se sostienen mutuamente. Por una parte, sólo el bien realizado es una
palabra que los hombres de nuestro tiempo están dispuestos a escuchar sin
demasiada discusión. Pero, por otra parte, la palabra ayuda a que nuestro
anuncio no sea nebuloso, sino claro y explícito: es Jesús quien nos ha llevado
de la muerte a la Vida, y es Él quien nos llama a todos a ser testigos de la
Vida que de Él hemos recibido...
3. TENEMOS QUE ANUNCIAR A JESÚS CON EL BIEN QUE PODEMOS
HACER CADA DÍA... ¿Cuántos platos habrá lavado en su vida cada ama de casa que
lea estas líneas? Seguramente, si se pudieran poner uno arriba de otro, harían
un altísima pila, muy por encima de donde alcanza nuestra vista, y realmente nos
asombraría (podría haber dicho lo mismo de los "amos de casa", pero
sospecho que, al menos en algunos casos, la pila sería mucho más pequeña). Pero
esa pila sólo se puede armar sumando los platos que se lavan cada día...
Cuando nuevos visitantes llegan al Hogar Marín se asombran porque, siendo
una Casa tan grande, todo reluce (los pasillos, en el comedor, en la
Capilla). Conviene tener en cuenta que eso no sucede de manera automática. Sólo
es posible, porque todo se limpia de nuevo cada día...
Así, entonces, nuestra tarea de anunciar a Jesús con hechos
y palabras, y de cambiarle de esta manera la cara a este mundo en el que
vivimos, no se realiza de un día para otro, sino que es tarea de cada día.
También el bien que hacemos cada día se acumula, y le cambia la cara a la
realidad en la que vivimos...
Haciendo cada veinticuatro horas el bien que cada uno de nosotros tenemos a
mano hacer cada día, estaremos construyendo un mundo mejor, en el que habremos
podido sumar esa cuota de bien que estaba en nuestras manos, y con la que el
mundo no hubiera podido contar, si nos hubiéramos quedado de brazos cruzados,
sin hacer lo que nos correspondía. Así se lo anuncia a Jesús, no con la fuera de
los elefantes, sino con la paciencia de las abejas y las hormigas...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: