Para llegar a Dios...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 20 de junio de 2004, Domingo XII del Tiempo Ordinario, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
Turista americano1. SOBRE ALGUNAS COSAS SE PUEDE OPINAR SEGÚN EL GUSTO DE CADA UNO... Dice el refrán que "sobre gustos no hay nada escrito". Aunque literalmente no sea cierto (ya que hay muchos que escriben sobre sus propios gustos), está claro que cuando se trata sólo de gustos, puede haber opiniones muy diversas. A algunos les gusta vestirse con colores llamativos, incluso con colores más propios de la juventud, aunque ya la hayan pasado desde hace tiempo. A otros en cambio les parecerá que la ropa, cuanto más clásica, mejor...
 
También a la hora de elegir la escuadra favorita, cualquiera sea el deporte que uno prefiera seguir (si se sigue alguno), puede mandar el gusto personal, sin que se necesite mayor justificación o explicación. O cuando se trata de comer un helado, las preferencias no tienen por qué coincidir, y pueden ser bien distintas entre los que tengan gustos distintos...
 
DiscusiónTambién en cuestiones más serias e importantes, como por ejemplo las posiciones o las propuestas políticas para llevar adelante el desarrollo y el progreso de nuestra patria, admiten opiniones diversas. Aunque en este caso es muy probable que las diferencias no se admitan tan pacíficamente como en los casos anteriores, e incluso pueden llegar a llevar a discusiones agrias o violentas...
 
Sin embargo, no todo dan igual todas las opiniones. Hay cosas que no se prestan tan fácilmente a la elección según el gusto de cada uno, sencillamente porque son lo que son, independientemente de lo que cada uno queramos que sean. Así, sobre Jesús había muchas opiniones diversas en su tiempo, y sin embargo Él no era, y no es, lo que cada uno quiere que sea, según su gusto y opinión, sino que es lo que efectivamente es...
 
Por eso Jesús, después de preguntar a los Apóstoles sobre lo que los demás decían de Él, les pidió su propia opinión. Pedro, en nombre de todos, lo reconoció como el Mesías, es decir, el elegido y el ungido para salvarnos. Pero Jesús no se conformó con eso, sino que les explicó con precisión quién es Él. Jesús es el que es, y no lo que opinemos de Él...
 
Jesús Salvador2. JESÚS ES EL QUE NOS SALVA, Y EL QUE CONOCE EL CAMINO QUE NOS LLEVA A DIOS... Jesús es el Hijo de Dios, hecho hombre y nacido en Belén, para traernos su salvación, que desplegó en toda su fuerza abriendo los brazos en la Cruz para entregarnos la plenitud del Amor redentor de Dios, que llega a nosotros por su resurrección...
 
Puede ser que algunos prefieran mirar a Jesús como Aquel que puede hacer los milagros que necesitamos, y se queden esperando que "levante la mano" para desparramar sobre nosotros sus bendiciones. Quizás lo miraban así lo que creían que era como Elías, un profeta que había hecho muchos milagros, incluso multiplicando los panes para saciar el hambre...
 
Jesús revolucionarioQuizás otros lo prefieran revolucionario. Seguramente así lo veían quienes creían que era Juan el Bautista, que fue un profeta que parecía dispuesto a dar vuelta todas las cosas, acusando abiertamente al Rey de turno, Herodes, cuando violaba la ley de Dios...
 
Conocimos tiempo atrás esas imágenes que querían presentarnos a Jesús con el rostro de un conocido guerrillero, como si pudiera pensarse impunemente que el Rey de la Paz exhortaba a alcanzarla por el camino absurdo de la guerra. Hoy no faltará, quizás, quien se imagine a Jesús como un piquetero...
 
Jesús en la CruzPero Jesús es el que es, y no el que quisiéramos que sea, según nuestra imaginación o nuestros deseos. Es el que se hizo hombre, el que nació en Belén, el que vivió pobremente, el que predicó y vivió en el Amor, el que murió en la Cruz y resucitó...
 
Por eso podemos estar seguros que el camino de la Cruz no es un capricho de Jesús, sino verdaderamente el camino que nos lleva a Dios. Es el camino que el mismo Jesús se propuso cuando, para salvarnos, asumió nuestra condición humana para elevarla hasta Dios, meta que con su resurrección alcanzó...
 
Cargando la Cruz3. PARA LLEGAR A DIOS, HAY QUE CARGAR LA CRUZ CON JESÚS, CADA DÍA... Por eso es que, sabiendo el camino y habiéndolo experimentado en su propia vida, Jesús nos indica por dónde es que nosotros podemos llegar a Dios. Nos exhorta con vehemencia, porque sabe que si queremos seguirlo (y no hay otro modo de llegar al Cielo, porque Él mismo trazó el camino), no tenemos otro modo que renunciar a nosotros mismos y cargar nuestra propia Cruz de cada día...
 
Amor fielPor supuesto, esa Cruz que Jesús nos invita a levantar no es sólo la que a modo de signo ponemos sobre nuestro pecho colgando de una cadena. Ni siquiera aquella un poco más pesada que ponemos sobre nuestros hombros cuando en Semana Santa representamos o vemos representar cuando participamos en un Via Crucis viviente...
 
Es la Cruz real que aparece cuando nos decidimos a vivir ese amor efectivo con el que nuestra vida se hace servicio y entrega a nuestros hermanos. Cruz, porque el amor requiere la decisión perseverante de desvivirnos por nuestros hermanos, sin cálculos ni medidas, y eso reclama esfuerzo y sacrificio. Cruz de cada día ya que sólo desgastando toda nuestra vida al servicio de los demás es como podremos ganarla para Dios (si sólo pensáramos en nosotros mismos, pretendiendo salvar de ese modo nuestra vida, estaríamos perdiéndola). Sólo gastándola por los demás,
sin interrupciones ni cálculos, es posible ganar en serio la vida... 
 
EnfermoCruz de cada día porque nuestra vida deberá seguir siendo una entrega generosa también cuando, si no nos llega antes la despedida, nos toque ofrecerla mansamente en la postración de la enfermedad, en la que el amor se traduce en pacífica aceptación de nuestras limitaciones, de nuestros sufrimientos y de nuestra dependencia...
 
Cruz, en definitiva, de cada día, porque, podrá ir cambiando de forma, de tamaño o de color, pero será siempre ella y sólo ella, la Cruz, la que antes de Jesús fue simplemente un vil instrumento de tortura y ejecución, y que Él transformó en el instrumento de la salvación, la que nos marque el camino y la que nos lleve hasta Dios...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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