Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 20 de junio de 2004, Domingo XII del Tiempo
Ordinario, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las lecturas
bíblicas de la Misa del día:
- En cuanto al que ellos traspasaron, se lamentarán por él como por un
hijo único y lo llorarán amargamente como se llora al primogénito
(Zacarías 12, 10).
- Todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, ya que todos
ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo.
Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre,
varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús
(Gálatas 3, 26-28).
- Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él,
les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le respondieron:
«Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de
los antiguos profetas que ha resucitado». «Pero ustedes, les preguntó, ¿quién
dicen que soy yo?». Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el
Mesías de Dios». Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.
«El hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por
los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte
y resucitar al tercer día». Después dijo a todos: «El que quiera venir
detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y
me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su
vida por mí, la salvará» (Lucas 9, 18-24).
1. SOBRE ALGUNAS COSAS SE PUEDE OPINAR SEGÚN EL GUSTO DE
CADA UNO... Dice el refrán que "sobre gustos no hay nada escrito". Aunque
literalmente no sea cierto (ya que hay muchos que escriben sobre sus propios
gustos), está claro que cuando se trata sólo de gustos, puede haber opiniones
muy diversas. A algunos les gusta vestirse con colores llamativos, incluso con
colores más propios de la juventud, aunque ya la hayan pasado desde hace tiempo.
A otros en cambio les parecerá que la ropa, cuanto más clásica, mejor...
También a la hora de elegir la escuadra favorita, cualquiera sea el deporte
que uno prefiera seguir (si se sigue alguno), puede mandar el gusto personal,
sin que se necesite mayor justificación o explicación. O cuando se trata de
comer un helado, las preferencias no tienen por qué coincidir, y pueden ser bien
distintas entre los que tengan gustos distintos...
También en cuestiones más serias e importantes, como por
ejemplo las posiciones o las propuestas políticas para llevar adelante el
desarrollo y el progreso de nuestra patria, admiten opiniones diversas. Aunque
en este caso es muy probable que las diferencias no se admitan tan pacíficamente
como en los casos anteriores, e incluso pueden llegar a llevar a discusiones
agrias o violentas...
Sin embargo, no todo dan igual todas las opiniones. Hay cosas que no se
prestan tan fácilmente a la elección según el gusto de cada uno, sencillamente
porque son lo que son, independientemente de lo que cada uno queramos que
sean. Así, sobre Jesús había muchas opiniones diversas en su tiempo, y sin
embargo Él no era, y no es, lo que cada uno quiere que sea, según su gusto
y opinión, sino que es lo que efectivamente es...
Por eso Jesús, después de preguntar a los Apóstoles sobre lo que los demás
decían de Él, les pidió su propia opinión. Pedro, en nombre de todos, lo
reconoció como el Mesías, es decir, el elegido y el ungido para salvarnos. Pero
Jesús no se conformó con eso, sino que les explicó con precisión quién es Él.
Jesús es el que es, y no lo que opinemos de Él...
2. JESÚS ES EL QUE NOS SALVA, Y EL QUE CONOCE EL CAMINO QUE
NOS LLEVA A DIOS... Jesús es el Hijo de Dios, hecho hombre y nacido en Belén,
para traernos su salvación, que desplegó en toda su fuerza abriendo los brazos
en la Cruz para entregarnos la plenitud del Amor redentor de Dios, que llega a
nosotros por su resurrección...
Puede ser que algunos prefieran mirar a Jesús como Aquel que puede hacer
los milagros que necesitamos, y se queden esperando que "levante la mano" para
desparramar sobre nosotros sus bendiciones. Quizás lo miraban así lo que creían
que era como Elías, un profeta que había hecho muchos milagros, incluso
multiplicando los panes para saciar el hambre...
Quizás otros lo prefieran revolucionario. Seguramente así lo
veían quienes creían que era Juan el Bautista, que fue un profeta que parecía
dispuesto a dar vuelta todas las cosas, acusando abiertamente al Rey de turno,
Herodes, cuando violaba la ley de Dios...
Conocimos tiempo atrás esas imágenes que querían presentarnos a Jesús con
el rostro de un conocido guerrillero, como si pudiera pensarse impunemente que
el Rey de la Paz exhortaba a alcanzarla por el camino absurdo de la guerra. Hoy
no faltará, quizás, quien se imagine a Jesús como un piquetero...
Pero Jesús es el que es, y no el que quisiéramos que sea,
según nuestra imaginación o nuestros deseos. Es el que se hizo hombre, el que
nació en Belén, el que vivió pobremente, el que predicó y vivió en el Amor, el
que murió en la Cruz y resucitó...
Por eso podemos estar seguros que el camino de la Cruz no es un capricho de
Jesús, sino verdaderamente el camino que nos lleva a Dios. Es el camino que el
mismo Jesús se propuso cuando, para salvarnos, asumió nuestra condición humana
para elevarla hasta Dios, meta que con su resurrección alcanzó...
3. PARA LLEGAR A DIOS, HAY QUE CARGAR LA CRUZ CON JESÚS,
CADA DÍA... Por eso es que, sabiendo el camino y habiéndolo experimentado en su
propia vida, Jesús nos indica por dónde es que nosotros podemos llegar a Dios.
Nos exhorta con vehemencia, porque sabe que si queremos seguirlo (y no hay otro
modo de llegar al Cielo, porque Él mismo trazó el camino), no tenemos otro modo
que renunciar a nosotros mismos y cargar nuestra propia Cruz de cada
día...
Por supuesto, esa Cruz que Jesús nos invita a levantar no es
sólo la que a modo de signo ponemos sobre nuestro pecho colgando de una cadena.
Ni siquiera aquella un poco más pesada que ponemos sobre nuestros hombros cuando
en Semana Santa representamos o vemos representar cuando participamos en un
Via Crucis viviente...
Es la Cruz real que aparece cuando nos decidimos a vivir ese amor efectivo
con el que nuestra vida se hace servicio y entrega a nuestros hermanos. Cruz,
porque el amor requiere la decisión perseverante de desvivirnos por nuestros
hermanos, sin cálculos ni medidas, y eso reclama esfuerzo y sacrificio. Cruz de
cada día ya que sólo desgastando toda nuestra vida al servicio de los demás es
como podremos ganarla para Dios (si sólo pensáramos en nosotros mismos,
pretendiendo salvar de ese modo nuestra vida, estaríamos perdiéndola). Sólo
gastándola por los demás,
sin interrupciones ni cálculos, es posible ganar en serio la
vida...
Cruz de cada día porque nuestra vida deberá seguir siendo
una entrega generosa también cuando, si no nos llega antes la despedida, nos
toque ofrecerla mansamente en la postración de la enfermedad, en la que el amor
se traduce en pacífica aceptación de nuestras limitaciones, de nuestros
sufrimientos y de nuestra dependencia...
Cruz, en definitiva, de cada día, porque, podrá ir cambiando de forma, de
tamaño o de color, pero será siempre ella y sólo ella, la Cruz, la que antes de
Jesús fue simplemente un vil instrumento de tortura y ejecución, y que Él
transformó en el instrumento de la salvación, la que nos marque el camino y la
que nos lleve hasta Dios...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: