El gran acto de amor de Dios...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 4 de abril de 2004, Domingo de Ramos, en el
Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la
Misa del día, y en la Lectura de la Pasión según San
Lucas (Lucas 22, 7.14-23, 56), de la que resulta muy difícil tomar
algunas frases, ya que es un todo cargado de sentido:
- Procesión de Ramos: Mientras Jesús avanzaba, la
gente extendía sus mantos sobre el camino. Cuando se acercaba a la pendiente
del monte de los Olivos, todos los discípulos, llenos de alegría,
comenzaron a alabar a Dios en alta voz, por todos los milagros que habían
visto. Y decían: «¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en
el cielo y gloria en las alturas!» Lucas 19, 36-38).
- El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi
espalda a los que golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la
barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían. Pero el Señor
viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi
rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado (Isaías 50,
5-7).
- Jesucristo, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con
Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí
mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres.
Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la
muerte y muerte de cruz (Filipenses 2, 6-8).
1. LOS ACTOS DE AMOR, CHICOS O GRANDES, CAMBIAN EL COLOR DE
TODAS LAS COSAS... Cuando alguien realiza algo movido por amor, las cosas
cambian de color. Por ejemplo, cuando se acerca el día de la madre o el día del
padre, en algunos colegios les ayudan a los chicos más chicos a preparar regalos
para sus padres, que consisten en pequeñas manualidades (cartitas, dibujos,
tarjetas, etc.). No son gran cosa, pero para los padres, que los reciben de las
manos de sus hijos cargados de inmenso amor, resultan regalos gigantes,
inigualables e irreemplazables por cualquier otro...
De la misma manera, todos nosotros tenemos mil oportunidades cada día para
hacer pequeñas o grandes cosas, con menor o con mayor esfuerzo, e incluso con
mucho esfuerzo, con actos de amor con los que le podemos cambiar la vida a los
que los reciban. En realidad, siempre los actos de amor le cambian el color a
todas las cosas, y llenan de sentido a la vida...
Quizás hoy especialmente, más que otras veces, nos convenga mirar desde
este punto de vista la Pasión de Jesús, que acabamos de proclamar, según el
Evangelio de San Lucas...
2. LA PASIÓN DE JESÚS ES EL GRAN ACTO DE AMOR DE DIOS, QUE
NOS SALVA... Hay muchas maneras de mirar la Pasión de Jesús, o de ponerse ante
ella. Quizás muchas veces hemos hecho de esta Pasión, sufrida por Jesús desde el
momento en que es apresado hasta que muere en la Cruz, como un espejo para mirar
nuestras culpas. Y seguramente sirve también para eso. Tienen que ver con la
Pasión de Jesús nuestras culpas personales y las de otros, también las "grandes
culpas de la humanidad", entre las que se encuentran los niños, jóvenes y
adultos que mueren de hambre cada día, aunque los alimentos con los que contamos
alcanzarían para todos; también la innumerable cantidad de guerras en las que
han sufrido y han muerto millones de inocentes; también el terrorismo y las
injusticias que le sirven de abono y de caldo de cultivo; y también muchas otras
cosas que podríamos agregar en esta apretada lista. Pero todas las culpas que
pongamos en la lista no alcanzan para darnos un acceso suficiente para que
podamos comprender esta Pasión...
Podríamos tomarla también como el paradigma del sufrimiento, como un
resumen de todos los sufrimientos de la humanidad, que sólo puede asumir sobre
sus espaldas alguien que sea más que hombre, alguien que sea Dios, como Jesús,
dispuesto a sufrir sin medida para alcanzar nuestra salvación. Pero tampoco este
modo de mirar la Pasión de Jesús nos serviría para comprenderla del
todo...
Podríamos mirar la Pasión como el mayor acto de heroísmo que alguien puede
hacer, el ejemplo supremo de alguien que está dispuesto a todo para alcanzar un
resultado, en este caso nuestra salvación, por la que Jesús da su vida en la
Cruz. Pero tampoco esto alcanzaría para tener una visión adecuada de la Pasión
de Jesús...
La Pasión es un espejo de nuestros pecados, es un resumen y una imagen de
los sufrimientos de la humanidad, es también el mayor acto de heroísmo que se
pueda imaginar, más que el de "Rambo" y de todos los "Rambos" y demás héroes que
se conozcan o que se puedan inventar. Sin embargo, no es sólo eso, es mucho
más. No alcanza detenerse en los pecados que la producen, o el sufrimiento que
implica, o el heroísmo del que la padece, aunque se lo haga de manera
sobrecargada, para comprender la pasión. La Pasión de Jesús es el gran acto de
amor de Dios, que nos salva. Y hace falta contemplar esta fuente de la que surge
y que la hace posible, el Amor, para comprender y recibir todo lo que la Pasión
nos puede dar...
Se trata de un Amor sin límites, un Amor a la medida de Dios, que viene al
encuentro de nuestra herida condición humana, para salvarnos. Se trata de un
Amor que no necesita el reproche para quienes hemos causado la Pasión con
nuestros pecados, porque precisamente se acerca a nosotros para rescatarnos con
su misericordia...
Por eso comenzamos la Semana Santa con esta celebración del Domingo de
Ramos, en la que cabe todo el contenido de la misma: desde la alegría de la
multitud que recibe con palmas y con cantos a Jesús, el Salvador, pasando
por la dureza de la lectura de la Pasión, hasta llegar a la presencia
consoladora de Jesús resucitado en la Eucaristía. Ya la recorreremos por partes.
El Jueves Santo nos hablará de la presencia del Amor de Jesús, en la Eucaristía.
El Viernes Santo nos detendrá en el dolor. Y la Vigilia Pascual nos traerá la
fuerza de la Vida que surge de la Resurrección...
3. HAY QUE ALIMENTARSE DEL AMOR DE DIOS, VISIBLE EN LA
PASIÓN, PARA TENER LA VIDA... Pero celebramos casa año la Semana Santa para que
la Vida de Dios, que Jesús surge de la Resurrección, y que hemos recibido en el
Bautismo, pueda renovarse y crecer para que nosotros mismos podamos llegar a la
Resurrección...
Por eso, en la mirada de conjunto que nos trae el Domingo de Ramos,
prevalece el Amor de Dios, que se hace visible en la Pasión, y con el que hay
que alimentarse, para tener en nosotros la Vida que Jesús nos ganó en la
Resurrección. No perdamos de vista, ni siquiera si la necesidad de un descanso
nos lleva a destinar a eso estos días no laborables, que celebramos la Semana
Santa, nacida de la fe, para celebrar y recibir esa Vida que surge del Amor de
Dios...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: