El gran acto de amor de Dios...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 4 de abril de 2004, Domingo de Ramos, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día, y en la Lectura de la Pasión según San Lucas (Lucas 22, 7.14-23, 56), de la que resulta muy difícil tomar algunas frases, ya que es un todo cargado de sentido:

 
Pequeño regalo1. LOS ACTOS DE AMOR, CHICOS O GRANDES, CAMBIAN EL COLOR DE TODAS LAS COSAS... Cuando alguien realiza algo movido por amor, las cosas cambian de color. Por ejemplo, cuando se acerca el día de la madre o el día del padre, en algunos colegios les ayudan a los chicos más chicos a preparar regalos para sus padres, que consisten en pequeñas manualidades (cartitas, dibujos, tarjetas, etc.). No son gran cosa, pero para los padres, que los reciben de las manos de sus hijos cargados de inmenso amor, resultan regalos gigantes, inigualables e irreemplazables por cualquier otro...
 
De la misma manera, todos nosotros tenemos mil oportunidades cada día para hacer pequeñas o grandes cosas, con menor o con mayor esfuerzo, e incluso con mucho esfuerzo, con actos de amor con los que le podemos cambiar la vida a los que los reciban. En realidad, siempre los actos de amor le cambian el color a todas las cosas, y llenan de sentido a la vida...
 
Quizás hoy especialmente, más que otras veces, nos convenga mirar desde este punto de vista la Pasión de Jesús, que acabamos de proclamar, según el Evangelio de San Lucas...
 
Coronado de espinas2. LA PASIÓN DE JESÚS ES EL GRAN ACTO DE AMOR DE DIOS, QUE NOS SALVA... Hay muchas maneras de mirar la Pasión de Jesús, o de ponerse ante ella. Quizás muchas veces hemos hecho de esta Pasión, sufrida por Jesús desde el momento en que es apresado hasta que muere en la Cruz, como un espejo para mirar nuestras culpas. Y seguramente sirve también para eso. Tienen que ver con la Pasión de Jesús nuestras culpas personales y las de otros, también las "grandes culpas de la humanidad", entre las que se encuentran los niños, jóvenes y adultos que mueren de hambre cada día, aunque los alimentos con los que contamos alcanzarían para todos; también la innumerable cantidad de guerras en las que han sufrido y han muerto millones de inocentes; también el terrorismo y las injusticias que le sirven de abono y de caldo de cultivo; y también muchas otras cosas que podríamos agregar en esta apretada lista. Pero todas las culpas que pongamos en la lista no alcanzan para darnos un acceso suficiente para que podamos comprender esta Pasión...
 
Podríamos tomarla también como el paradigma del sufrimiento, como un resumen de todos los sufrimientos de la humanidad, que sólo puede asumir sobre sus espaldas alguien que sea más que hombre, alguien que sea Dios, como Jesús, dispuesto a sufrir sin medida para alcanzar nuestra salvación. Pero tampoco este modo de mirar la Pasión de Jesús nos serviría para comprenderla del todo...
 
Podríamos mirar la Pasión como el mayor acto de heroísmo que alguien puede hacer, el ejemplo supremo de alguien que está dispuesto a todo para alcanzar un resultado, en este caso nuestra salvación, por la que Jesús da su vida en la Cruz. Pero tampoco esto alcanzaría para tener una visión adecuada de la Pasión de Jesús...
 
La Pasión es un espejo de nuestros pecados, es un resumen y una imagen de los sufrimientos de la humanidad, es también el mayor acto de heroísmo que se pueda imaginar, más que el de "Rambo" y de todos los "Rambos" y demás héroes que se conozcan o que se puedan inventar. Sin embargo, no es sólo eso, es mucho más. No alcanza detenerse en los pecados que la producen, o el sufrimiento que implica, o el heroísmo del que la padece, aunque se lo haga de manera sobrecargada, para comprender la pasión. La Pasión de Jesús es el gran acto de amor de Dios, que nos salva. Y hace falta contemplar esta fuente de la que surge y que la hace posible, el Amor, para comprender y recibir todo lo que la Pasión nos puede dar...
 
Se trata de un Amor sin límites, un Amor a la medida de Dios, que viene al encuentro de nuestra herida condición humana, para salvarnos. Se trata de un Amor que no necesita el reproche para quienes hemos causado la Pasión con nuestros pecados, porque precisamente se acerca a nosotros para rescatarnos con su misericordia...
 
Por eso comenzamos la Semana Santa con esta celebración del Domingo de Ramos, en la que cabe todo el contenido de la misma: desde la alegría de la multitud que recibe con palmas y con cantos a Jesús, el Salvador, pasando por la dureza de la lectura de la Pasión, hasta llegar a la presencia consoladora de Jesús resucitado en la Eucaristía. Ya la recorreremos por partes. El Jueves Santo nos hablará de la presencia del Amor de Jesús, en la Eucaristía. El Viernes Santo nos detendrá en el dolor. Y la Vigilia Pascual nos traerá la fuerza de la Vida que surge de la Resurrección...
 
Tumba vacía3. HAY QUE ALIMENTARSE DEL AMOR DE DIOS, VISIBLE EN LA PASIÓN, PARA TENER LA VIDA... Pero celebramos casa año la Semana Santa para que la Vida de Dios, que Jesús surge de la Resurrección, y que hemos recibido en el Bautismo, pueda renovarse y crecer para que nosotros mismos podamos llegar a la Resurrección...
 
Por eso, en la mirada de conjunto que nos trae el Domingo de Ramos, prevalece el Amor de Dios, que se hace visible en la Pasión, y con el que hay que alimentarse, para tener en nosotros la Vida que Jesús nos ganó en la Resurrección. No perdamos de vista, ni siquiera si la necesidad de un descanso nos lleva a destinar a eso estos días no laborables, que celebramos la Semana Santa, nacida de la fe, para celebrar y recibir esa Vida que surge del Amor de Dios...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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