Alguien que nos inspire confianza...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 2 de mayo de 2004, IV Domingo de Pascua y
Domingo del Buen Pastor, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de
las lecturas bíblicas de la Misa del día:
- Pablo y Bernabé continuaron su viaje, y de Perge fueron a Antioquía de
Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y se sentaron... Cuando se
disolvió la asamblea, muchos judíos y prosélitos que adoraban a Dios
siguieron a Pablo y a Bernabé. Estos conversaban con ellos, exhortándolos
a permanecer fieles a la gracia de Dios (Hechos de los Apóstoles 13, 14 y 43).
- Yo, Juan, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por
gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban de
pie ante el trono y delante del Cordero... Porque el Cordero que está en
medio del trono será su Pastor y los conducirá hacia los manantiales de
agua viva. Y Dios secará toda lágrima de sus ojos (Apocalipsis 7, 9 y
17).
- Jesús dijo: «Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen.
Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las
arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a
todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y
yo somos una sola cosa» (Juan 10, 27-30).
1. SÓLO NOS DEJAMOS CONDUCIR POR ALGUIEN QUE NOS INSPIRE
CONFIANZA... Nadie tiene tanta fortaleza propia como para conducirse siempre
solo en todos los ámbitos y en todos los momentos de la vida. Cuando nacemos,
somos las criaturas más indefensas del universo y nos dejamos conducir por los
padres, en quienes tenemos confianza, porque desde el primer momento han sido
nuestro mejor punto de apoyo: nos brindaron los primeros cuidados, los
primeros calores, los primeros alimentos y las primeras sonrisas...
Sin embargo, cuando vamos creciendo nos vamos dando cuenta
que con los padres no alcanza. Ellos no lo saben todo, y si queremos aprender
todo lo que nos hace falta para desempeñarnos en la vida, necesitamos de los
maestros y los profesores. Y entre todos ellos, con el tiempo aprendemos a
depositar la confianza en aquellos que más nos han sabido conducir en la dura
tarea del aprendizaje...
Cuando ya hemos crecido, y a veces también antes, vamos
perdiendo la firmeza de la salud. Las enfermedades y los achaques nos van
enseñando a confiarnos en los médicos y todos los auxiliares de la medicina,
cuando éstos tienen no sólo una buena ciencia, sino que además tienen esa cuota
de humanidad y de amor que nos llevan a encontrarnos seguros cuando nos ponemos
en sus manos. Aquí, en el Hogar Marín, las Hermanitas, que están bien preparadas
para eso, no sólo y principalmente por su calidad "profesional", que es mucha,
sino especialmente por su exquisita caridad, junto con la enfermera, Chabela, y
los voluntarios que colaboran con ellas, son los que brindan el apoyo que
las debilidad de las enfermedades y los achaques de los años nos reclaman, y nos
permiten descansar en ellos, con la mayor confianza...
Pero todo esto no alcanza, si aspiramos a alcanzar el destino de eternidad
al que Dios nos ha llamado. Necesitamos alguien más en quien podamos confiarnos,
para alcanzar tanta altura y profundidad, que va más allá de lo que humanamente
podemos alcanzar...
2. JESÚS ES EL BUEN PASTOR, QUE CUIDA DE NOSOTROS Y QUIERE
LLEVARNOS A LA VIDA ETERNA... Jesús es el Buen Pastor que puede llevarnos a ese
gran destino que nos ha preparado, porque Él es Dios. Él y el Padre son una
misma cosa, nos dice Jesús, y atrae así toda nuestra confianza, para que nos
pongamos totalmente en sus manos. Sólo Dios se ocupa y se preocupa por el
verdadero bien de todos los hombres. Sólo Él cumple todas sus promesas, que son
muchas y muy buenas. Sólo Él atiende al bien de todos, y por lo tanto sólo en Él
podemos poner toda nuestra confianza, para que nos conduzca a donde Él
quiera...
Jesús, como Buen Pastor, nos hace conocer su voz. Sabemos lo que dice, son
claras sus Palabras y firmes las huellas por las que nos lleva. Además, como
Buen Pastor, nos da el alimento que nos hace falta para llegar a la Vida eterna.
Es más, literalmente, Él mismo se hace nuestro alimento en la Eucaristía, y se
multiplica tanto cuanto haga falta para estar siempre en la Mesa en la que mejor
se alimenta nuestra fe, en la Misa...
Jesús, el Buen Pastor, hoy realiza su tarea pastoral a
través de los que Él ha llamado a este servicio. Juan Pablo II, sostenido por el
Amor de Dios y por su fe, preside hoy este servicio, y con él lo realizan todos
los Obispos del mundo, con la colaboración de los sacerdotes y la ayuda de los
diáconos. La tarea pastoral de todos nosotros (me incluyo, como sacerdote), es
nada más y nada menos la que Jesús nos ha confiado, poniéndola en nuestras
manos. Por eso, los fieles tienen derecho a ser exigentes con sus pastores (¡con
nosotros!), tienen derecho a esperar de sus pastores (¡nosotros!) lo que Jesús
les quiere dar a través de ellos...
Los fieles tienen derecho a que los pastores los conozcan, como Jesús
conoce a sus ovejas. Tienen derecho a que los pastores vayan delante de ellos,
señalándoles el camino con la palabra y el ejemplo. Tienen derecho a esperar que
los pastores busquen a los que se extravían, para llevarlos nuevamente al rebaño
de Jesús. Tienen derecho a que los pastores defiendan y protejan a los más
débiles, para que no sean atropellados. Tienen derecho a que los pastores
trabajen para mantener unido a todo el rebaño. Tienen derecho a esperar de los
pastores que se desvivan para que a nadie le falte la Palabra de Jesús y sus
Sacramentos, porque para eso han sido llamados...
3. NO BASTAN LOS BUENOS PASTORES, ADEMÁS HACE FALTA QUE
SEAMOS BUENAS OVEJAS... De todos modos, si prestamos atención al texto
evangélico que hemos proclamado hoy, que es el Domingo del Buen Pastor,
enseguida nos vamos a dar cuenta que, en realidad, en él Jesús nos habla de las
ovejas...
Es que el Buen Pastor no nos quiere llevar "a la rastra" hasta su Casa,
simplemente nos invita y espera que lo sigamos. Por eso, aunque tengamos derecho
a ello, no basta con exigirles a los pastores que sean buenos. Todos tenemos que
ser buenas ovejas, y para eso tenemos que esforzarnos. A todos nos hace falta
escuchar la Voz de Jesús, que no deja de hablarnos. Todos tenemos que seguirlo a
Jesús por los caminos por los que nos lleva, aunque a veces nos parezcan duros.
Todos tenemos que estar atentos y despiertos, para que nadie nos arranque de las
manos de Jesús, el único Buen Pastor que puede salvarnos. Todos tenemos que
alimentarnos siempre con los alimentos que Jesús nos da (su Palabra y sus
Sacramentos), porque de esa manera nuestra fe estará firme y nuestro paso será
seguro, para seguirlo a Jesús hasta el Cielo, adonde Él nos ha invitado...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: