El amor lo hace posible...

Queridos amigos:
 
Hoy, 25de abril de 2004, III Domingo de Pascua, presidió la Misa en el Hogar Marín el Cardenal Jorge Mejía, de paso por Argentina. Por esta razón, no tuve que predicar. Pero, de todos modos, ésta hubiera sido mi predicación, si me tocaba hacerla, basándome en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
Manifestación1. EL AMOR PERMITE ALCANZAR LO QUE DE OTRO MODO SE HACE IMPOSIBLE... Todos lo hemos visto en estos días en Buenos Aires, y en otras ciudades del país. ¿Qué puede haber puesto en marcha al Señor Blumberg, después de haber perdido a su hijo víctima de secuestro y asesinato, para movilizar a cientos de miles de personas que se le unieron para reclamar ante los poderes del Estado (ya se hizo ante el poder legislativo y el judicial, y en cualquier momento la marcha llegará al ejecutivo) por el justo derecho a que se cuide el bien intangible e irrenunciable de la vida, si no fue un amor fuerte, sólido y comprometido, que lo sigue manteniendo unido a su hijo, el que había sido hasta ahora el destino de sus mejores desvelos?...
 
En realidad, todos los días podemos ver qué fuerzas misteriosas e inclaudicables mueven a una madre o un padre que luchan por la vida de un hijo enfermo, mucho más allá de los límites que podríamos señalar como humanos. Y de la misma manera, muchas personas entregan cotidianamente su vida por el cuidado de sus parientes o amigos, que en su invalidez o enfermedad necesitan el esfuerzo de otros, a veces muchos, para poder vivir. Y todavía con más asombro podemos ver muchas personas, religiosos y religiosas, o simplemente laicos, que han descubierto dentro de sí el llamado a un servicio desinteresado, que los pone a disposición de los "heridos de la vida", a quienes se dedican con una constancia y una alegría que sólo puede surgir de un amor muy fuerte...
 
De todos modos, cuando digo esto no quiero limitar mi mirada a la inmensa cantidad de obras de caridad que realizan los miembros de la Iglesia en todos los rincones y horizontes del mundo. Porque esta maravilla de las fuerzas misteriosas que el amor pone al servicio de los demás lo realizan también muchos miembros de otras religiones e incluso personas que, sin una fe especial, tienen una disposición del corazón que los hace permeables, sensibles y coherentes con el amor...
 
En definitiva, sólo el amor hace posible que se desplieguen en toda su amplitud las insondables grandezas de nuestra condición humana. Y esto es así, porque todos nosotros hemos sido hechos a imagen de Dios, y precisamente en nuestra capacidad de amar es en lo que Dios nos ha hecho más semejantes a lo que Él mismo es en su propia intimidad: puro Amor que se dona por entero...
 
Jesús resucitado2. LA PASIÓN Y LA RESURRECCIÓN DE JESÚS NOS DAN LA SALVACIÓN, FRUTO DEL AMOR DE DIOS... Siendo Dios Amor, todo puro e inconmensurable, todo lo que hace lo hace porque quiere, y movido por su infinito Amor. De Él, movido por su Amor, sale la creación entera, y el centro de la misma, que somos nosotros, los hombres. Por su inmenso Amor, nos hizo semejantes a Él, y por lo tanto libres, capaces de caminar hacia el fin al que nos llama, por nuestra propia decisión. Pero esto mismo nos hace capaces de rechazarlo a Él y a sus planes, que fue exactamente lo que hemos hecho, una y mil veces, con el pecado...
 
Por su incansable Amor, Dios no nos ha dejado abandonados a nuestra suerte, una vez que perdimos los dones a los que nos llamó, cuando nos hizo para vivir en comunión con Él. Y con la paciencia y la constancia en la entrega que sólo puede provenir del amor divino, se hizo uno de nosotros, nació en Belén, y se entregó en la Cruz. Esta no es, entonces, sólo o principalmente un signo del dolor, sino reflejo vivo y medida del Amor de Dios...
 
De la misma manera, la Resurrección de Jesús no es sólo una consecuencia inevitable, ya que tratándose de Dios, no podía quedar para siempre en el sepulcro. La Resurrección de Jesús, que es el anticipo de la nuestra ya que Él mismo nos ha prometido este don, sólo puede entenderse como el fruto del Amor de Dios, que quiere realizar en nuestra pobre condición humana todo el misterio de su salvación...
 
Es notable cómo lo que hace a los Apóstoles descubrir la presencia de Jesús resucitado es el Amor. Es precisamente "el discípulo que Jesús amaba", quien se dio cuenta que el que aparecía ante ellos era Jesús. El mismo amor que Jesús tiene hacia él, como hacia nosotros mismos, es el que lo hace capaz de percibir su presencia. El Amor de Dios hace la Resurrección de Jesús, y el Amor de Jesús nos hace descubrir su presencia de resucitado...
 
Pero todo don de Dios es, al mismo tiempo, una tarea. ¿Cuál será la que corresponde a este Amor de Dios, que Él mismo ha derramado sobre nosotros con la Resurrección de Jesús? Lo que le pasó a Pedro es una pista clara de lo que sucede también con cada uno de nosotros. Pedro fue interrogado por Jesús sobre el amor. Jesús, que lo sabe todo, quiso sin embargo que el mismo Pedro tuviera que responder a sus preguntas sobre esto. Y como tres veces lo había negado en la noche de la oscuridad y la traición, tres veces le preguntó sobre la medida de su amor...
 
Buen Pastor3. FUIMOS LLAMADOS AL AMOR, PARA DAR LA VIDA COMO EL PASTOR POR LAS OVEJAS... A cada una de las respuestas de Pedro, Jesús puso sobre sus hombros una tarea, que sólo puede ser fruto del amor: cuidar de los fieles de la Iglesia como un pastor cuida a sus ovejas. El pastor es el que alimenta y el que cuida del rebaño. Y esa tarea de Pedro sabemos que es la que realiza hoy el Papa, lo mismo que la que realizan todos los Obispos es la que correspondía a los demás Apóstoles, y todos ellos con la cooperación de los presbíteros...
 
Pero, me parece, todos los que hemos sido bautizados recibimos de Jesús la misma pregunta, tantas veces cuantas sean necesarias para que podamos remontar el desliz hacia el pecado al que nos lleva nuestra debilidad, nuestra tozudez o nuestra dureza de corazón. Y lo mismo que a Pedro, también a nosotros Jesús nos pide que mostremos la medida del amor con el que estamos dispuestos a responderle, más con hechos que con palabras. Y esos hechos que demuestran nuestro amor a Jesús, son los del amor a nuestros hermanos, de quienes nos hacemos servidores, como los pastores lo son de sus ovejas. Redimidos por el Amor de Jesús, que nos llama a participar de su Resurrección, estamos todos llamados a dar prueba del amor con el que le respondemos, a través del amor con el que nos preocupamos de servir a los demás, con la fidelidad de una buen pastor...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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