Para poder más que la muerte...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de anoche en la Vigilia Pascual y de hoy, 11 de abril de 2004, Domingo de Pascua, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
Muerte1. LA MUERTE VA DEJANDO SUS HUELLAS, Y QUIERE ARRASAR CON TODO... La muerte parece incansable; va dejando sus huellas por todos lados, y no le basta con querer destruirnos a todos nosotros. También ha querido acabar con Dios. Esto nos muestra con toda claridad que la muerte es una consecuencia del pecado, que se opone a Dios. Por eso, cuando Dios quiso acercarse a nosotros, para salvarnos de las consecuencias del pecado y de la muerte, ésta se ensañó con Él, con Jesús, y quiso sacárselo de encima a través de la Cruz...
 
Hoy la muerte sigue matando. Mata en las guerras, desde las que sube a Dios el clamor de tantas muertes injustas. Sigue matando con el hambre, a pesar de que está probado que hoy hay en la tierra suficiente alimento como para que todos los hombres puedan disponer todos los días lo que necesitan para subsistir dignamente. Hoy sigue matando con la enfermedad, ya que cada vez que se encuentra el remedio para una, aparece otra que resulta fatal. También mata hoy con la tristeza. Hoy incluso se vale de la desesperación, que lleva a algunos a causarse la propia muerte a través del suicidio. Mata con la violencia y los secuestros...
 
Y como si esto no bastara, hoy la muerte quiere seguir matando a Dios, como lo hizo con Jesús. ¿O acaso no debe entenderse de esa manera, como un intento de matar a Dios o sacarlo del camino, a esa absurda pretensión de acabar con la presencia de Dios en el mundo? Puede querer hacerlo, por ejemplo, sacando una imagen de la Virgen del Palacio de Tribunales. Después puede ser que molesten y quieran sacarse los crucifijos de los despachos de los Jueces, o de las aulas, bajo el pretexto de no imponer a nadie una religión, o, dicho más claro, ocultársela a todos (como ya ha comenzado a suceder en Francia, donde ni siquiera se deja llevar a las mujeres musulmanas el velo, porque se lo considera un signo religioso discriminador ¡¿?!)...
 
Ya la muerte quiso sacarse de encima a Jesús, que había venido en los mansos y tiernos maderos del Pesebre de Belén, a través de los duros y dramáticos maderos de la Cruz. Pero la muerte, que quiere arrasar con todo, no puede matar al Amor de Dios...
 
Jesús resucitado2. JESÚS RESUCITÓ, PORQUE EL AMOR DE DIOS PUEDE MÁS QUE LA MUERTE... El Amor de Dios es la causa y la razón más profunda de la creación entera, coronada por el hombre, salido de las manos creadoras de Dios para ser su imagen viva. Por eso el Amor de Dios es la causa de la vida, de toda vida. No sólo de la vida vegetal, y de la vida animal, y de la vida humana, sino también, y con mucha más razón, de esta participación que Dios ha querido darnos en su propia Vida, llamándonos a vivir en comunión con Él...
 
Este Amor no muere, por eso puede con el pecado, y puede más que la muerte. Por eso Jesús, siendo el Amor de Dios que se hizo uno de nosotros para salvarnos, después de haber muerto en la Cruz resucitó, y con su Resurrección nos abrió a todos nosotros las puertas del Cielo, haciendo posible que también nosotros podamos vivir para siempre. Y esto es lo que celebramos en la Pascua...
 
Este Amor de Dios, que resucitó a Jesús, puede sanar todas las heridas, puede reconstruir todo lo que se ha roto. Jesús, desde la Cruz, y con su Resurrección, rescata nuestra vida del fracaso al que la llevan nuestros pecados, redime nuestra condición humana, nos salva de la muerte definitiva, rehace lo que nuestra rebeldía ha desecho en nuestra relación con Dios, reconstruye lo que nuestra desobediencia u oposición a los planes de Dios ha destruido. En definitiva, Jesús, con su Cruz y su Resurrección, eleva nuestra condición humana a la altura de los hijos de Dios, herederos de su gloria. Por eso cantábamos anoche, en el pregón pascual, algo tan asombroso, cuando afirmábamos: "¡Feliz la culpa [la del pecado de Adán y la nuestra propia] que nos mereció tan noble y tan gran Redentor!"...
 
Amor3. HAY QUE RECIBIR EL AMOR DE DIOS Y VIVIR EN ÉL, PARA PODER MÁS QUE LA MUERTE... Por eso, siendo tan poderoso el Amor de Dios, que puede más que el pecado y que la muerte, bastará que recibamos ese Amor con las ventanas del corazón bien abiertas, para que también nosotros podamos más que la muerte...
 
Lo hemos recibido por primera vez sacramentalmente en el Bautismo, cuyas promesas y compromisos renovamos en la celebración de la Vigilia Pascual. Lo hemos seguido recibiendo cada vez que celebramos los Sacramentos (especialmente los más frecuentes, el de la Reconciliación, Penitencia o Confesión, y el de la Eucaristía, pero también todos los otros), o nos alimentamos con la Palabra de Dios, en la que ese Amor está vivo...
 
Sin embargo, no alcanza con eso. Además de recibir el Amor de Dios, hace falta vivir en él. Porque el amor sólo permanece si se mantiene vivo, y el Amor de Dios, que recibimos permanentemente, permanece vivo en nosotros si nos hace vivir en el amor. Por eso, el camino para vencer a la muerte es el camino del servicio de unos a otros, al que nos lleva el amor, y que nos hace participar en la Vida que Jesús nos regaló desde la Cruz y con su Resurrección. El servicio de los más chicos a los más grandes, de los más grandes a los más chicos, y de todos a todos, ya que el amor  consiste en el compromiso de construir el bien de los otros, y esto sólo se puede hacer en el servicio...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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