Un silencio elocuente, una noche luminosa...
 
Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación en la Navidad de 2003 en la Misa celebrada en el Hogar Marín. Con ella les envío también mi más cálido saludo, en este día fuente de toda Paz y de toda Luz, que surgen del Pesebre. Me basé en estas frases de las lecturas bíblicas del día:

 
Fiesta1. LA NAVIDAD PUEDE SER UNA FIESTA CARGADA DE CONTRADICCIONES... El tiempo pasado desde que la fe cristiana impregnó Europa primero, y América después, esparciéndose también en diversa medida por todos los continentes, ha hecho que la Navidad se haya convertido en una celebración universal. Bienvenido sea. Aunque, es justo y necesario reconocerlo, puede ser que muchos de los que la celebran no sepan hoy, o no tengan en cuenta, el motivo de la celebración. Así es como suceden cosas tan absurdas, como que se haya extendido, desgraciadamente, la costumbre de celebrar al Príncipe de la Paz con los ruidos de la guerra (¿no son eso, acaso, los sonidos de petardos, cañitas voladoras y demás artículos cargados de pólvora?)...
 
Otras contradicciones surgen de la naturaleza misma de la vida. Muchas son las familias que celebrarán esta Navidad, fiesta llena de vida, sin contar entre los suyos a seres queridos, que han muerto después de la última Navidad. Aquí mismo, en el Hogar, sin ir más lejos, ya no estarán con nosotros Luis Mayor, Juana Gutiérrez, Angel Fuentes, Hugo Ventos, Eduardo Ramos, Carolina Ghersi, María Luisa Cañete, Gabriel López, Alicia Alcalde, Julita Ruggier, Valentín Contreras, Marisa Resta, Loli Calvo, Tomás Núñez y Marta Ramírez (los ancianos residentes en el Hogar Marín que han muerto a lo largo del año). Cabe preguntarse, entonces, ¿es posible celebrar la Navidad, con la tristeza que siembra entre nosotros la muerte?...
 
También deben sentir el peso de fuertes contradicciones entre la Navidad y su vida, todos los que se encuentran en medio del dolor o la enfermedad. Puede ser que piensen, dramáticamente, "¿qué tengo yo para festejar, cuál puede ser hoy mi alegría?"...
 
Finalmente, mirando a los que festejan sin saber por qué lo hacen, y sólo destapan botellas, o hacen ruidos para aturdirse o con los que aturden a los demás, tenemos derecho a preguntarnos si la Navidad no es ya un fiesta que sólo se ha quedado con los festejos, pero que ha perdido por el camino los motivos de su alegría...
 
En realidad, todas estas preguntas que podemos hacernos encuentran su respuesta junto al Pesebre, y será sólo junto al Pesebre donde encontraremos motivos para que la Navidad reencuentre su profunda y a la vez sencilla, pero permanente alegría...
 
Pesebre2. NAVIDAD EN EL PESEBRE: UN SILENCIO ELOCUENTE Y UNA NOCHE LUMINOSA... Junto al Pesebre, la noche de Navidad es una noche silenciosa. Pero se trata de un silencio que es por demás elocuente. La misma Palabra de Dios se hizo carne, y nació en Belén, en un Pesebre, para habitar entre nosotros. En el Pesebre se concentran también todas las tinieblas del mundo, que no reconoce a Dios cuando viene a salvarlo, que no tiene espacio para Dios y lo relega a un lugar en el que se cuida a los animales, y en esas tinieblas la noche se hace luminosa, porque en ella nace el que es la Luz para todos los hombres...
 
El Niño Jesús, en el Pesebre, nos muestra que el Amor de Dios puede sobre el odio, y la Vida sobre la muerte. Igual que el Pesebre, que recibió a Jesús de las manos de María, también la Cruz es de madera. Y en ella el Amor de Dios venció al pecado y a la muerte, abriéndonos las puertas del Cielo, y haciendo de todos nuestros enfermedades, dolores y sufrimientos, que no son más que anticipos de la muerte, un camino de salvación...
 
En el Pesebre la Palabra de Dios comenzó a habitar entre nosotros, y Dios se hizo Hombre para pronunciar humanamente su Palabra, y así la pudiéramos entender y acoger todos los hombres. Esa Palabra, Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, continúa hablándonos, y nosotros podemos escucharlo, en el silencio del Pesebre. Esa luz, que disipa todas las tinieblas y vence todos los miedos, sigue brillando en la oscura noche de Navidad, y nosotros podemos verla, contundente, en el Pesebre...
 
Los pasos del que trae una Buena Noticia, del que proclama con eficacia la Paz, del que anuncia una Felicidad que disipa todos miedos, del que proclama la Salvación que todos los hombres necesitamos, y que el profeta Isaías anunciaba lleno de gozo, comienzan en el Pesebre...
 
Dios, que había hablado antes a través de los Profetas, que se había manifestado y se manifiesta "en muchas ocasiones y de diversas maneras", ahora, en este tiempo final, Dios nos ha hablado de una manera totalmente clara, y pronuncia su Palabra redentora de una manera inequívoca: la Palabra de Dios nos habla y nos ilumina, hecha Niño, desde el Pesebre...
 
Pesebre3. NO BASTA QUE VENGA JESÚS, PARA VIVIR LA NAVIDAD HAY QUE RECIBIRLO... De todos modos, para vivir la Navidad, no alcanza con que venga Jesús. Además, hace falta algo que depende de nosotros. Jesús, desde que aquella noche de Belén maduró en la Cruz y en la Resurrección, viene siempre en Navidad, ofreciendo sus dones. Viene esperando brazos y corazones abiertos, como los de José, María y los Pastores, dispuestos a recibirlo...
 
Jesús trae  la Paz, que nace del Pesebre. Allí hay que acercarse, para recibirla. Y si nos encuentra dispuestos, inundará nuestros corazones...
 
¡FELIZ NAVIDAD, CON JOSÉ, MARÍA Y LOS PASTORES, JUNTO AL PESEBRE!


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: