La Huella
de Dios...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, Jueves 1 de enero de 2004, Solemnidad de
María
Madre
de Dios y Jornada Mundial de la Paz, en la Misa que celebré en el Hogar Marín
(de Ancianos), de las Hermanitas de los Pobres. Me basé en estas frases de las
lecturas bíblicas del día:
- Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor haga brillar su rostro
sobre ti y muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda
la paz (Números 6, 24-26).
- Hermanos: cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su
Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a os que
estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos (Gálatas 4, 4-5).
- Los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién
nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído
decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de
que decían los pastores. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y
las meditaba en su corazón (Lucas 2, 16-19).
1. LAS VISITAS SIEMPRE DEJAN SUS HUELLAS EN NUESTRAS
CASAS... Cuando recibimos visitas, y eso pasa con frecuencia en estos días,
primero preparamos la casa, la ponemos en orden, quizás incluso arreglamos
muchas cosas que, si no fuera porque llegan visitas, quedan rotas o
desordenadas. Cuando termina la visita y se van los huéspedes, siempre quedan
sus huellas...
En primer lugar, algunas cosas quedan sucias o fuera de lugar, porque es
natural que hayamos usado mucha vajilla y muchos vasos, además de botellas y
otra cantidad de cosas en el agasajo que les hemos dado. También quedan los
regalos que posiblemente nos hayan traído, como signo y gesto de gratitud por
haberlos invitado...
Pero además, también quedan las huellas más importantes que nos dejan las
visitas, esas que permanecen en el corazón. La presencia de los amigos y de los
familiares en nuestras casas son ocasión de intercambio, no sólo de noticias,
sino también espiritual, y cuando se van los que nos han visitado,
normalmente descubrimos que hemos crecido con lo que hemos recibido de ellos, no
somos igual que antes que hayan estado...
Lo mismo pasa, y con mucha mayor razón, cuando es Dios quien nos visita, y
eso es lo que ha pasado en aquella noche de Belén que hemos revivido en esta
Navidad que pasó, hace una semana...
2. SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS, LA MAYOR HUELLA DE DIOS EN
EL MUNDO... Dios se hizo Hombre cuando viendo la postración en la que nos tenía
el pecado, quiso salvarnos. Siendo Dios de verdad, quiso hacerse Hombre también
de verdad, para salvarnos "desde adentro", siendo uno de nosotros. Para eso se
eligió una Madre, y nació verdaderamente, como Hombre, y como Dios. Así María
es, como Madre de Jesús, verdaderamente Madre de Dios...
Y esta es la mayor Huella que Dios ha dejado en el mundo, desde el momento
en que decidió hacerse Hombre para salvarnos. Buscando esos brazos maternos que
lo cobijaran, hizo de María su Madre. Y siendo María verdaderamente Madre de
Dios, que acompañó su camino de salvación desde el Pesebre hasta la Cruz, y al
pie de la misma participó del ofrecimiento con el que Jesús se entregó al Padre
para salvarnos, nos las ha confiado también a nosotros como Madre
nuestra...
Ya la oración más antigua que se conoce dirigida a María la llama de ese
modo: "Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No desprecies las
oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades. Antes bien, líbranos de todo
peligro. Virgen gloriosa y bendita". Y de la misma manera la llamamos en la
oración con la que con más frecuencia nos dirigimos a ella, especialmente en el
Rosario: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores...".
En María podemos ver la Huella de Dios, y lo que Él ha querido para
nosotros. En su sencillez de mujer humilde y fiel, entregada del todo a los
planes de Dios, en sus gestos de caridad y amor continuos, todos siempre
encontramos no sólo amparo, sino también un modelo de nuestro propio camino que
nos lleva a Dios. Es, así, un huella que siempre nos lleva a Jesús, su Hijo y
nuestro Salvador y fuente de nuestra Paz...
3. DIOS NOS DARÁ SU PAZ, SI LO RECIBIMOS EN EL CORAZÓN Y EN
EL MUNDO... Por eso, hace ya 37 años los Papas (primero Pablo VI, y después Juan
Pablo I y Juan Pablo II, han querido que el día en que comienza el año y se
celebra la Solemnidad de María, Madre de Dios, sea también la Jornada Mundial de
la Paz...
La Paz siempre surgirá de la sencillez del Pesebre, en el que nació Dios
hecho Hombre, que fue recibido por María, José y los Pastores. El lema para la
Jornada Mundial de la Paz que el Papa nos explica en su Mensaje para esta
ocasión (
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/index_sp.htm),
dice: "el derecho internacional, un camino para la Paz"...
Sin embargo, siendo el amor la forma más alta y más noble de relación de
los seres humanos entre sí, no podemos olvidar que sólo encontraremos la Paz,
para nosotros y para el mundo cuando nuestros corazones se abran como el de
María, para recibir a Jesús, junto al Pesebre, en el que el Amor de Dios se ha
entregado al mundo...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: