Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 7 de marzo de 2004, Domingo II de Cuaresma,
en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de
la Misa del día:
- Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: «Mira hacia el cielo y
si puedes, cuenta las estrellas». Y añadió: «Así será tu descendencia».
Abram creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para
su justificación (Génesis 15, 5-6).
- Hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo. Su fin
es la predicción, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que
los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra (Filipenses
3, 18-19).
- Unos ocho días después de decir esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago,
y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y
sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres
conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y
hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en
Jerusalén... Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: «¡Maestro,
¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y
otra para Elías». El no sabía lo que decía... Desde la nube se oyó
entonces una voz que decía: «Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo»
(Lucas 9, 28-31. 33.35).
1. PARA ELEGIR BIEN EL CAMINO, HAY QUE TENER EN CUENTA LA
META... Cuando yo estaba en el Seminario, tenía un compañero, hoy un excelente
sacerdote, cuyo padre trabajaba haciendo transportes con un camión. A este
amigo, que muchas veces había acompañado a su padre, le gustaba
especialmente la ruta 8, a la que consideraba la ruta más linda del país.
Realmente tenía razón. Rodeada de arboledas, llena de curvas suaves y muy bien
trazadas, con sembrados al costado de la ruta. Sin embargo, por más de tratarse
de la ruta más linda, no sirve para ir a cualquier lado. Si uno quiere ir a Mar
del Plata o a Corrientes, por linda que sea esa ruta, no sirve, porque nunca nos
permitirá llegar a esos destinos...
Pensemos en alguien que quiere llegar a ser un buen profesional en una
carrera universitaria. Está claro que no podrá contentarse con seguir por los
caminos de la diversión y del deporte, que, ciertamente, pueden ser muy
atrayentes y estar llenos de satisfacciones, pero no lo llevarán a esa
meta...
Por eso, todos nosotros necesitamos preguntarnos: "¿A dónde queremos
llegar?", "¿Cuál es la meta que queremos alcanzar?". Sólo así es posible acertar
con el camino adecuado. Dentro de este tiempo de Cuaresma, que sirve para
preparar la Pascua a partir de la propia conversión, corrigiendo el camino si
nos hemos desviado, en este Domingo Jesús nos ayuda a levantar la mirada, para
clavarla, fija, en la meta, y elegir bien el camino por el que vamos hacia
ella...
2. JESÚS NOS MUESTRA QUE LA META ES EL CIELO, Y NOS DICE
CUÁL ES EL CAMINO... Jesús, después de haberle prevenido a los Apóstoles que
iban hacia Jerusalén, donde le esperaba el paso amargo de la Cruz,
se apareció trasfigurado ante ellos, con el rostro resplandeciente y las
vestiduras blancas. Era la gloria de Dios que resplandecía en Él
anticipadamente, para animar a los Apóstoles, que lo acompañaban llenos de
temor. Hablaba con Moisés y con Elías, que representan a la Ley y a los
Profetas, acerca de su partida, es decir, de su paso, de su Pascua, que a través
de la Cruz lo llevaría a la Resurrección. Esta transfiguración de Jesús ante sus
Apóstoles más queridos tuvo la finalidad de mostrarles que su camino iba a
terminar bien, que tenía fijada una buena meta, que es el Cielo. Y también
nos sirve a nosotros, en nuestro camino cuaresmal, para animarnos en esta dura
marcha...
Nosotros también estamos hechos para la gloria y para la Resurrección,
nuestra meta también es el Cielo. Pero no se llega allí de cualquier manera y
por cualquier camino. Hace falta seguir los pasos de Jesús. Ese camino es el de
la Cruz, el de la entrega plena y pacífica a Dios y a nuestros hermanos en el
amor. Todas las palabras que Jesús nos dice a lo largo de toda su vida, y todo
lo que Él hace, nos muestra ese camino. Por eso en la transfiguración, en la que
Jesús nos muestra la meta, aparece la voz de Dios nuestro Padre diciéndonos con
toda claridad que los escuchemos a Jesús, y sólo a Él, y, por supuesto, que le
hagamos caso, ya que Él es el que nos muestra no sólo la meta, sino quien nos
dice cuál es el camino que allí nos lleva...
Hay que escuchar a Jesús, para no errarle al camino. Y no hay que errarle
al camino, si queremos llegar a la meta a la que el mismo Jesús nos ha invitado
con su Resurrección, y a la que nos queremos preparar especialmente en este
tiempo de conversión, que es la Cuaresma...
El camino que nos lleva a la meta nos los dice Jesús con toda su vida. Con
todo lo que hizo entre nosotros y con todo lo que nos dijo, Jesús nos mostró el
camino. Por eso nos dice Dios nuestro Padre que lo escuchemos. Y por eso en este
tiempo de Cuaresma queremos que sea mayor nuestra oración, nuestro espíritu de
sacrificio y nuestro esfuerzo de acudir con el corazón abierto a las necesidades
de nuestros hermanos a través de lo que tradicionalmente llamamos limosna, que
con verdad podemos llamar "un amor efectivo y comprometido". Estas herramientas
de la oración, el ayuno y la limosna van limando las aristas de nuestra vida de
fe, para que se mantenga más fiel al camino en el que Jesús nos puso con el
Bautismo, y que nos lleva a la meta...
3. LA MIRADA BIEN ALTA, PARA NO PERDER DE VISTA LA META, Y
LOS PIES EN LA TIERRA... Vamos hacia el Cielo, y sólo nos sirve todo lo que nos
acerca a esta meta. En primer lugar, entonces, hace falta que no le quitemos la
mirada a la meta. A eso nos ayuda especialmente la oración. No es sólo para
tipos especiales, o para soñadores trasnochados, vivir aspirando al Cielo. Allí
fuimos llamados, y sólo si lo tenemos siempre presente, si fijamos allí nuestra
mirada, será posible no caer en distracciones, que tan fácilmente pueden
hacernos olvidar hacia dónde vamos, y en consecuencia perder, casi sin darnos
cuenta, el camino por el que avanzamos en nuestra marcha de peregrinos....
Pero al mismo tiempo, hace falta que tengamos los pies bien puestos en la
tierra, o en el asfalto, o en las baldosas, o en cualquiera que sea el piso por
donde andamos cada día. Es aquí, en la tierra, con los pies bien firmes en ella,
que tenemos que recorrer el camino que nos lleva al Cielo, siguiendo a Jesús,
que nos ha mostrado con su propia vida y con sus palabras lo que tenemos
que hacer, para llegar al Cielo. Este es el tiempo de responder a esa
invitación, con la mirada bien alta, clavada en el Cielo, y con los pies en la
tierra...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: