Una vida para responder...
Queridos amigos:
Lecturas
bíblicas del
Domingo III del Tiempo Ordinario del Ciclo C:
- El sacerdote Esdras trajo la Ley ante la
Asamblea,
compuesta por
los hombres, las mujeres y por todos los que podían entender
lo que se
leía. Era el primer día del séptimo
mes. Luego, desde el alba hasta
promediar el día, leyó el libro en la plaza que
está ante la puerta del
Agua, en presencia de los hombres, de las mujeres y de todos los
que
podían entender. Y todo el pueblo seguía con
atención la lectura del
libro de la Ley. Esdras, el escriba, estaba de pie sobre una
tarima de
madera que habían hecho para esa ocasión. Esdras
abrió el libro a la
vista de todo el pueblo -porque estaba más alto que todos- y
cuando lo
abrió, todo el pueblo se puso de pie. Esdras bendijo al
Señor, el Dios
grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió:
«¡Amén!
¡Amén!» Luego se inclinaron y se
postraron delante del Señor con el
rostro en tierra. Ellos leían el libro de la Ley de Dios,
con claridad,
e interpretando el sentido, de manera que se comprendió la
lectura.
Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote
escriba, y los
levitas que instruían al pueblo, dijeron a todo el pueblo:
«Este es un
día consagrado al Señor, su Dios: no
estén tristes ni lloren.» Porque
todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley.
Después añadió:
«Ya pueden retirarse; coman bien, beban un buen vino y manden
una
porción al que no tiene nada preparado, porque este es un
día
consagrado a nuestro Señor. No estén tristes,
porque la alegría en el
Señor es la fortaleza de ustedes»
(Nehemías 8, 2-4a, 5-6 y 8-10).
- Hermanos:
Así como el cuerpo tiene muchos
miembros, y sin
embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no
forman
sino un solo cuerpo, así también sucede con
Cristo. Porque todos hemos
sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo
Cuerpo -judíos
y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un
mismo
Espíritu. El cuerpo no se compone de un solo miembro sino de
muchos.
Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular,
miembros de
ese Cuerpo (1 Corintios 12, 12-14 y 27).
- Muchos
han tratado de relatar ordenadamente los
acontecimientos
que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron
transmitidos por
aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y
servidores
de la Palabra. Por eso, después de informarme cuidadosamente
de todo
desde los orígenes, yo también he decidido
escribir para ti,
excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin
de que conozcas bien
la solidez de las enseñanzas que has recibido.
Jesús volvió a Galilea
con el poder del Espíritu y su fama se extendió
en toda la región.
Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.
Jesús fue a Nazaret,
donde se había criado; el sábado entró
como de costumbre en la sinagoga
y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro
del profeta
Isaías y, abriéndolo, encontró el
pasaje donde estaba escrito: El
Espíritu del Señor está sobre
mí, porque me ha consagrado por la
unción. El me envió a llevar la Buena Noticia los
pobres, a anunciar la
liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la
libertad a
los oprimidos y proclamar un año de gracia del
Señor. Jesús cerró el
Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos
en la sinagoga tenían
los ojos fijos en él. Entonces comenzó a
decirles: «Hoy se ha cumplido
este pasaje de la Escritura que acaban de oír»
(Lucas 1, 1-4 y 4,
14-21).
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Predicaciones
del P. Alejandro W.
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