Un programa de vida...
Queridos amigos:
Lecturas
bíblicas
del Domingo II del Tiempo Ordinario del Ciclo C:
- Por amor a Sión no me callaré, por amor a Jerusalén no
descansaré, hasta que irrumpa su justicia como una luz radiante
y su salvación, como una antorcha encendida. Las naciones
contemplarán tu justicia y todos los reyes verán tu gloria; y tú
serás llamada con un nombre nuevo, puesto por la boca del Señor.
Serás una espléndida corona en la mano del Señor, una diadema
real en las palmas de tu Dios. No te dirán más «¡Abandonada!»,
ni dirán más a tu tierra «¡Devastada!» sino que te llamarán «Mi
deleite», y a tu tierra «Desposada.» Porque el Señor pone en ti
su deleite y tu tierra tendrá un esposo. Como un joven se casa
con una virgen, así te desposará el que te reconstruye; y como
la esposa es la alegría de su esposo, así serás tú la alegría de
tu Dios (Isaías 62, 1-5).
- Hermanos: Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos
proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero
un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo
Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se
manifiesta para el bien común. El Espíritu da a uno la sabiduría
para hablar; a otro, la ciencia para enseñar, según el mismo
Espíritu; a otro, la fe, también en el mismo Espíritu. A este se
le da el don de curar, siempre en ese único Espíritu; a aquel,
el don de hacer milagros; a uno, el don de profecía; a otro, el
don de juzgar sobre el valor de los dones del Espíritu; a este,
el don de lenguas; a aquel, el don de interpretarlas. Pero en
todo esto, es el mismo y único Espíritu el que actúa,
distribuyendo sus dones a cada uno en particular como él quiere
(1 Corintios 12, 4-11).
- Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de
Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus
discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No
tienen vino.» Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver
nosotros? Mi hora no ha llegado todavía.» Pero su madre dijo a
los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga.» Había allí seis
tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los
judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a
los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas.» Y las llenaron
hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al
encargado del banquete.» Así lo hicieron. El encargado probó el
agua cambiada en vino y como ignoraba su o rigen, aunque lo
sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo
y le dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos
han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio,
has guardado el buen vino hasta este momento.» Este fue el
primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea.
Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él (Juan
2, 1-11).
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Predicaciones
del P. Alejandro W.
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