Esta fue mi predicación de hoy, 30 de diciembre de
2012, Fiesta
de la Sagrada Familia del Ciclo Litúrgico C, en la Abadía Santa
Escolástica y en el Hogar Marín:
I.- Vídeo, en
Youtube
y en
Facebook
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa
1.
NO SOMOS ANIMALES, NO NOS
BASTAN LOS INSTINTOS PARA APRENDER A VIVIR... Los animales tienen
una fuerza instintiva poderosa, que les permite aprender
rápidamente lo que necesitan para sobrevivir. No nos pasa a
nosotros. Si fuera por los instintos, quizás estaríamos todos sólo
buscando lo que personalmente nos hace falta, y así estaríamos
cada uno ocupado con su propio reclamo. Y se haría realmente
imposible la vida si cada uno se ocupara sólo de sus propios
reclamos, sin prestar atención a los demás...
Movidos por los
instintos, quizás alguno pensaría que lo que tiene que hacer es
buscarse un lugar cómodo en el que, con su propia música a mano y
algo para beber y para comer, aislándose de todos los demás, para
que no lo inquieten ni molesten, viviendo de tal modo encerrado
como si estuviera en una cueva...
Sería imposible
la vida si cada uno se quedara pensando sólo en sí mismo. Por eso
no nos alcanzan los instintos, y todos hemos aprendido a vivir,
alguno mejor y alguno peor, alguno más y alguno menos, dentro de
una familia. En el seno de una familia tuvimos la primera
experiencia de no estar solos en el mundo. Y así como con sólo
nacer hemos experimentado la necesidad que tenemos de los demás,
en la familia también hemos podido experimentar que podemos ser
útiles para los demás...
Esto nos permite comprender por qué Jesús, el Hijo de Dios, que
nace de María para salvarnos, llega a nosotros en la Sagrada
Familia. Como decía el beato Juan Pablo II en la
Homilía
de
la Misa Misa inaugural de la III Conferencia General del
Episcopado
Latinoamericano en Puebla, México, en su primer viaje a
América, el 28 de enero de 1979, "Dios en
su misterio más
íntimo, no es una soledad, sino una familia". Cuando el Hijo de
Dios, entonces, nace entre nosotros haciéndose Hombre para
acercarnos la salvación de Dios, lo hace en el seno de una
familia...
2. DIOS NOS HA HECHO PARA
VIVIR EN FAMILIA, COMO JESÚS... Dios, hecho Hombre, nació y vivió
durante largos treinta años de sus treinta y tres, en su familia
de Nazaret, con José y María. De esta manera Jesús, nacido en
Belén bajo el cuidado de María y de José ha consagrado a la
Sagrada Familia la primera, y a la vez la más silenciosa, sencilla
y cotidiana vía de Su encuentro con todos nosotros y con toda la
humanidad. Allí se nos mostró con toda naturalidad, y mirando a la
Sagrada Familia podemos verlo tal como es. La Sagrada Familia que
lo recibió en Belén tuvo que huir después a Egipto para protegerlo
porque Herodes lo perseguía y lo quería matar, y tuvo que vivir en
el exilio por un tiempo, antes de poder regresar a Nazaret. Pero
además, en esa familia, que es para todos nosotros un verdadero
modelo, vemos reflejado como en un espejo cómo todos nosotros
estamos hechos para vivir en familia...
Jesús vivía sujeto a José y
María, los padres de familia, nos dice hoy San Lucas en el
Evangelio. Él, que es Dios, y que es la máxima Autoridad (ya que
es el Autor de todo), nos muestra que es obedeciendo como se
aprende a mandar...
¿No es justamente eso, el verdadero sentido de la obediencia y la
autoridad, lo que no está haciendo mucha falta a nosotros, en
esta
Argentina a la vez anárquica y mafiosa, en la que la obediencia y
la autoridad se compra y se vende como una mercancía? ¿Dónde
podremos aprenderlo mejor que con nuestra mirada puesta en la
Sagrada Familia?...
Pero San Lucas
nos muestra también que Jesús hacía caso primero a Dios, antes que
a cualquier otro, incluso José y María, y de esa manera se ocupaba
de su misión, la que tenía en el mundo, antes que de cualquier
otra cosa. Ahora bien, ¿no es justamente esto lo que nos hace
falta en este siglo XXI? ¿No es volver a la obediencia a Dios y a
la fidelidad de cada uno a su propia misión en la gran familia del
mundo lo que puede volver las cosas a un orden que se ha perdido
hace mucho y cada vez se acerca más al desorden total?...
Vivimos en este Hogar como en una familia, como también lo hacen
las Monjas en un Monasterio o Abadía. Nuestra propia patria
Argentina, que hoy nos duele tanto, es también una familia. Y
las
distancias que los medios actuales acortan tan fácilmente nos
llevan fácilmente a experimentar, como realmente es, toda la
humanidad como una gran familia. Pues bien, ¿dónde mejor que
mirando a la Sagrada Familia vamos a aprender que el mundo es de
todos y para todos, como sucede con los bienes de una familia, y
que nadie tiene derecho a utilizarlo marginando de él a los que no
le gustan, ya sea con el terrorismo armado o económico, o con el
manejo de la producción y del comercio? También el camino del
amor, que es el camino de la vida, se aprende del mejor modo en la
familia...
3. LA SAGRADA
FAMILIA ES PARA TODOS LA MEJOR ESCUELA DE HUMANIDAD... En nuestra
vida cotidiana, y para todos los que tienen la responsabilidad de
construir nuestro mundo en sus grandes dimensiones de la hoy
llamada "aldea global", mirar a la Sagrada Familia será siempre
una escuela, y la mejor, de humanidad...
En el calor del
hogar, al abrigo de la familia, podemos permitirnos dejar que nos
corrijan, podemos permitirnos decir con transparencia y con
claridad siempre y sólo palabras de verdad, en el hogar no
necesitamos disfrazar las cosas, se puede aprender a entrelazar
las manos, para vivir nuestra condición humana en esta familia de
la que somos parte...
Seguramente
muchos pensemos que necesitamos recuperar el respeto por la
palabra dada, el sentido de la obediencia a las reglas de juego y
el compromiso de cada uno con el bien de todos. ¿Y dónde podrá
hacerse la experiencia de estos valores, mejor que en con el calor
del hogar, en la familia?...
Seguramente también nos parecerá imprescindible que cada uno
pueda
poner el esfuerzo propio al servicio de los demás, con la
confianza en que será acompañado por el esfuerzo de todos los
demás, ya que sólo de ese modo, con el esfuerzo de todos, puede
construirse el bien común, es decir, un bien que es necesario para
todos, y sin el cual es imposible para cada uno construir su bien
personal. ¿Y dónde podrá hacerse esta experiencia de manera más
confiable y eficaz que en la experiencia compartida de la
vida
familiar? En definitiva, si miramos cotidianamente la Sagrada
Familia podremos aprender todo esto, y al mismo tiempo estaremos
preparando la Fiesta del Cielo, la Fiesta de la Familia de Dios...