Esta fue mi reflexión de hoy, 6 de enero de 2013, Domingo
Solemnidad de la Epifanía del Señor, en Roma:
I.- Vídeo en
Youtube
II.- Vídeo en
Facebook
III.- Lecturas bíblicas de la Misa
Lecturas
bíblicas de la
Solemnidad de la Epifanía del Señor:
- ¡Levántate, resplandece, porque llega
tu luz y la gloria del Señor
brilla sobre ti! Porque las tinieblas cubren la tierra y una
densa
oscuridad, a las naciones, pero sobre ti brillará el
Señor y su gloria
aparecerá sobre ti. Las naciones caminarán a tu
luz y los reyes, al
esplendor de tu aurora. Mira a tu alrededor y observa: todos
se han
reunido y vienen hacia ti; tus hijos llegan desde lejos y tus
hijas son
llevadas en brazos. Al ver esto, estarás radiante,
palpitará y se
ensanchará tu corazón, porque se
volcarán sobre ti los tesoros del mar
y las riquezas de las naciones llegarán hasta ti. Te
cubrirá una
multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de
Efá. Todos ellos
vendrán desde Sabá, trayendo oro e incienso, y
pregonarán las alabanzas
del Señor (Isaías 60, 1-6).
- Hermanos: Seguramente habrán oído
hablar de la gracia de Dios,
que me ha sido dispensada en beneficio de ustedes. Fue por
medio de una
revelación como se me dio a conocer este misterio, tal como
acabo de
exponérselo en pocas palabras. Al leerlas, se
darán cuenta de la
comprensión que tengo del misterio de Cristo, que no fue
manifestado a
las generaciones pasadas, pero que ahora ha sido revelado por
medio del
Espíritu a sus santos apóstoles y profetas. Este
misterio consiste en
que también los paganos participan de una misma herencia,
son miembros
de un mismo Cuerpo y beneficiarios de la misma promesa en
Cristo
Jesús,
por medio del Evangelio (Efesios 3, 2-6).
- Cuando nació Jesús, en
Belén de Judea, bajo el reinado de
Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y
preguntaron: «¿Dónde está el
rey de los judíos que acaba de nacer?
Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a
adorarlo». Al
enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con
él toda Jerusalén.
Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los
escribas del
pueblo, para preguntarles en qué lugar debía
nacer el Mesías. «En Belén
de Judea, -le respondieron-, porque así está
escrito por el Profeta: "Y
tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente
no eres la menor entre las
principales ciudades de Judá, porque de ti
surgirá un jefe que será el
Pastor de mi pueblo, Israel"». Herodes mandó
llamar secretamente a los
magos y después de averiguar con precisión la
fecha en que había
aparecido la estrella, los envió a Belén,
diciéndoles: «Vayan e
infórmense cuidadosamente acerca del niño, y
cuando lo hayan
encontrado, avísenme para que yo también vaya a
rendirle homenaje».
Después de oír al rey, ellos partieron. La
estrella que habían visto en
Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde
estaba el
niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de
alegría, y al entrar en
la casa, encontraron al niño con María, su madre,
y postrándose, le
rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron
dones,
oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la
advertencia de no
regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro
camino
(Meteo 2, 1-12).