Esta fue mi predicación de hoy, 14 de abril de
2013,
Domingo III de Pascua del Ciclo
Litúrgico C, en la
Abadía Santa Escolástica y en el Hogar Marín:
I.- Vídeo, en
Youtube
y en
Facebook
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa
1. EL
AMOR PERMITE ALCANZAR LO QUE DE OTRO MODO SE HACE IMPOSIBLE...
Todos nos hemos topado alguna vez por la calle o en algún otro
lugar con una mujer que llevando un niño en brazos nos pide una
moneda. Quizás ni es de ella el niño que lleva. Pero también todos
nosotros hemos visto madres dándolo todo por su hijo, cuidándolo
por ejemplo durante una enfermedad, atendiéndolo incluso en una
situación que llamamos terminal. Enseguida se puede distinguir
cuándo es el amor el que mueve el corazón. Cuando el amor mueve el
corazón de una madre la lleva a hacer cosas que sólo el amor puede
mover a hacer...
Esto mismo podemos haber
visto en algunas parroquias, en las que debería atenderse a las
personas por el amor de Dios, para servirlas con el amor de Dios,
pero donde a veces se hace y se dice todo lo que hay que hacer y
decir, pero sin que sea este amor el que mueve los corazones que
responden al que llegó buscando a Dios. También se puede comprobar
cada
día, tocando el timbre en una Abadía o en un Monasterio, como
también en el
Hogar Marín o en otro lugar donde se presta un servicio
desinteresado
al necesitado. Enseguida podremos distinguir en la voz de
quien nos
atiende si sólo lo mueve la necesidad de cumplir con una
obligación
(en cuyo caso será difícil encontrar calidez en
sus palabra), o si lo
hace con amor (en cuyo caso será fácil encontrar
que buscará soluciones
para las necesidades que le podamos presentar). Esto mismo veremos
cuando
acudamos personalmente o por teléfono a una oficina,
pública o privada,
con nuestro requerimiento...
Cada día podemos ver muchas personas que entregan
cotidianamente su
vida cuidando a sus parientes o amigos enfermos o ancianos,
así como
muchos que
han
descubierto dentro de sí el llamado al servicio y
se consagran a cuidar
a los "heridos de la vida" con una constancia y una alegría
que sólo
puede surgir de un amor muy fuerte. También muchos miembros
de otras
religiones e incluso personas que, sin una fe especial, tienen una
disposición del corazón que los hace permeables,
sensibles y coherentes
con el amor, nos dejan ver la maravilla de las fuerzas misteriosas
del
amor que se pone al servicio de los demás...
En definitiva, sólo el amor hace posible que se desplieguen
en toda su
amplitud las insondables grandezas de nuestra condición
humana. Y esto
es así, porque todos nosotros hemos sido hechos a imagen de
Dios, y
precisamente en nuestra capacidad de amar es en lo que Dios nos ha
hecho más semejantes a lo que Él mismo es en su
propia intimidad: puro
Amor que se dona por entero. Por eso tenemos en Jesús el modelo
para cada uno de nosotros...
2. LA PASIÓN Y
LA
RESURRECCIÓN DE JESÚS NOS DAN LA
SALVACIÓN, FRUTO DEL AMOR DE DIOS...
Siendo Dios Amor, todo puro e inconmensurable, todo lo que hace lo
hace
porque quiere, y movido por su infinito Amor. Él, movido
por su
Amor, hace la creación entera, y el centro de la misma, que
somos
nosotros, los hombres. Por su Amor nos hizo semejantes a
Él, y
por lo tanto libres, capaces de caminar hacia el fin al que nos
llama,
por nuestra propia decisión. Pero esto mismo nos hace
capaces de
rechazarlo a Él y a sus planes, que fue exactamente lo que
hemos hecho,
una y mil veces, con el pecado...
Por su incansable Amor, una vez hundidos en la miseria de un
corazón que se cierra a Dios, que eso es lo que hacen de nosotros
nuestros pecados, perdidos así los
dones a los que nos llamó, Dios no nos deja abandonados a
nuestra
suerte. Con la paciencia amorosa y la constancia en la entrega que
sólo puede
provenir del amor divino, se hizo uno de nosotros
y se entregó en la Cruz, reflejo vivo y medida del Amor de
Dios...
Y la
Resurrección de Jesús (anticipo de la nuestra ya
que Él mismo nos ha
prometido este don), fruto del
Amor de
Dios que quiere realizar en nuestra pobre condición humana
todo el
misterio de su salvación, nos devuelve al sentido pleno de la vida
y a nuestra capacidad de amar...
Lo que permite a los Apóstoles descubrir la presencia de
Jesús
resucitado es el Amor. "El discípulo que Jesús
amaba" se dio cuenta que
el que aparecía ante ellos era Jesús. El
mismo amor que Jesús tiene
hacia él lo hace capaz de percibir su presencia. Y a
nosotros nos pasa
lo mismo. El Amor de Dios hace resucitar a Jesús, y el
Amor de Jesús
nos hace descubrir su presencia de resucitado...
Pero todo don de Dios es, al mismo tiempo, una tarea.
¿Cuál será la que
corresponde a este Amor de Dios, que Él mismo ha derramado
sobre
nosotros con la Resurrección de Jesús?
Lo que le pasó a Pedro es una
pista clara de lo que sucede también con cada uno de
nosotros. Pedro
fue interrogado por Jesús sobre el amor. Jesús,
que lo sabe todo, quiso
sin embargo que el mismo Pedro tuviera que responder a sus
preguntas
sobre esto. Y como tres veces lo había negado en la noche de
la
oscuridad y la traición, tres veces le dio la oportunidad de
corregirse
preguntándole sobre la medida de su amor. De la misma
manera, a
nosotros nos volverá a preguntar sobre nuestro amor hacia
Él, cada vez
que nuestro pecado nos lleve a negarlo...
3. JESÚS
NOS LLAMA A AMAR HASTA DAR LA VIDA, COMO EL PASTOR POR LAS
OVEJAS... A
cada una de las respuestas de Pedro, Jesús puso sobre sus
hombros una
tarea, que sólo puede ser fruto del amor: cuidar de los
fieles de la
Iglesia como un pastor cuida a sus ovejas. El pastor es el que
alimenta
y el que cuida del rebaño. Esa tarea fue la de Pedro y es la que
realiza hoy el Papa Francisco, y la que realizaba hasta el momento
de su renuncia Benedicto XVI. A ellos Jesús les dirigió la misma
pregunta que a Pedro: "¿me amas?". Benedicto XVI, hoy Papa
emérito, respondió con su tarea mientras las fuerzas le dieron
para hacerlo, y hoy sigue respondiendo, como él mismo nos dijo,
desde el silencio monacal de su oración, que aprendió de San
Benito, el Santo del que tomó su nombre. El Papa Francisco
responde hoy, con su ministerio, a la misma pregunta: "¿me amas?"
Y toda su tarea es un servicio de amor...
Pero
Jesús no los ha llamado sólo a ellos, nos ha
llamado a todos los que
hemos sido bautizados. Con este Sacramento que nos ha hecho hijos
de
Dios hemos recibido de Jesús la misma pregunta que
dirigió a Pedro:
"¿me amas?". Jesús nos repite esa misma pregunta
tantas veces cuantas
sean necesarias para que podamos remontar el desliz hacia el
pecado al
que nos lleva nuestra debilidad, nuestra tozudez o nuestra dureza
de
corazón...
Lo mismo que a Pedro, y que al Papa emérito Benedicto XVI, y al
Papa Francisco, también a nosotros Jesús
nos pide que mostremos,
más con hechos que con palabras, la medida del amor con el
que estamos
dispuestos a responder a su llamado. Y esos hechos serán los del
amor a
nuestros hermanos, de quienes nos
hacemos
servidores, como los pastores lo son de sus ovejas...
Cada uno de nosotros, en su propio camino, tiene lo que le queda
por vivir, es decir, todo el resto de su vida, para responder a la
pregunta de Jesús. "El amor sólo con amor se paga". Y nuestro amor
fraterno mostrará nuestro amor a Dios, que nos llama a responder,
para alcanzar con Él la eternidad...