Para decir Feliz Navidad...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 25 de diciembre de 2012, Solemnidad de la Navidad del Señor, en la Abadía Santa Escolástica y en el Hogar Marín:

I.- Vídeo, en Youtube y en Facebook
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa



1. LA NAVIDAD ES PARA TODOS, AUNQUE ES UNA FIESTA DIFÍCIL DE CELEBRAR... No cabe duda, la Navidad es una fiesta que Dios ha querido para todos. sin embargo, es difícil de celebrar. Para que la Navidad sea una alegría legítima y duradera tiene que hundir muy profundamente sus raíces en su sentido esencial, para no quedarse en la superficie y en la pasajera luminosidad y espectacularidad de los fuegos artificiales, fugaces como las estrellas que así llamamos. Y para hundir profundamente sus raíces de manera profunda en la alegría que en este día Dios nos da, es necesario recordar que la alegría de este día el el Niño Dios, que ha nacido para ser nuestra luz...

2. LA ALEGRÍA DE ESTE DÍA ES EL NIÑO DIOS QUE HA NACIDO PARA SER NUESTRA LUZ... Dios, que habitaba en su Luz inaccesible, se hizo hombre para poder iluminarnos, sin encandilarnos. El que todo lo puede, nace en la fragilidad y en la debilidad de un Pesebre. El que todo lo tiene nace pobremente. El que es fuerte se deja alimentar como un niño débil. Hay que ir a Él. a este Niño Dios que nace para traernos la Paz, para encontrar de verdad la Navidad...

Este Niño, que no tuvo lugar en el albergue, porque no hubo espacio para Él, que era Dios, se quedó sólo a las puertas, con José y con María. Eso es lo que en realidad significa el Pesebre. Por eso cuando llega la Navidad cabe preguntarse qué espacio tenemos nosotros para Dios, que tiempo estamos dispuestos a darle a Dios. Porque Él, que es la Palabra eterna, entró en el tiempo y en el espacio allí en Belén, y está ahora en nuestro tiempo golpeando nuestras puertas como lo hizo en la Posada de Belén. El quiere encontrarnos disponibles para descubrirnos la alegría de la Navidad...

La Palabra eterna de Dios, que hizo todas las cosas, se hizo carne, entró en el tiempo y en el espacio y nació en un Pesebre. A esta Palabra de Dios, pronunciada de una vez para siempre, que se hace visible y tierna en el Pesebre, sólo se la puede escuchar por la fe. Con esta fe, que en este Año de la Fe queremos hacer crecer todos los días, podemos reconocer a Dios que nos habla desde la ternura del Pesebre. A nosotros, que podemos tenerle miedo a las tinieblas, a nosotros que podemos temblar con los dolores, las enfermedades, las inseguridades y las maldades de nuestro tiempo, la Palabra hecha carne se nos manifiesta como el amor y la bondad de Dios, para que no tengamos miedo...

No hay nada que temerle a Dios. La bondad de Dios y su ternura se han manifestado en el Pesebre. Y a este amor, que todo lo puede, es al que respondemos con la fe. En este año de la fe tendremos que pasar por el Portal de la Fe para encontrar con ella al Niño Dios, al Niño del Pesebre. Pero así como en la Basílica de la Natividad en Belén la puerta original, de al menos cinco metros de alto, fue siendo cubierta, seguramente por temor a los asaltos y las invasiones, hasta quedar hoy sólo una puerta pequeña de no más de un metro y medio de alto, de modo tal que no se puede entrar a la Basílica a caballo, como los poderosos hacían en ese tiempo y en esos lugares, sino que hay que bajarse y hacerlo de a pie, e incluso inclinándose un poco, también el Portal de la fe reclama de nosotros "ir de a pie", pequeños, inclinados, para poder arrodillarnos ante el Pesebre. Es allí que vamos a poder descubrir al Niño Dios que viene a salvarnos...

3. RESPONDER AL AMOR DE DIOS ES RESPONDER CON AMOR AL QUE GOLPEA A NUESTRA PUERTA... A esta Palabra de Dios hecha carne, que es toda ella una palabra de bondad y de amor, se le responde con la fe, que en la vida cotidiana se hace amor. Responder al amor de Dios es responder con amor a Dios. Y por eso, alimentados con el amor de Dios, el respondemos también a Dios con nuestro amor fraterno...

Cada día tenemos alguien al lado que golpea a nuestra puerta como Jesús naciente golpeaba a la puerta de la Posada de Belén. Una respuesta de amor a esta Palabra hecha carne, que todo lo puede, es lo que nos permitirá, hoy y siempre, decir verdaderamente ¡FELIZ NAVIDAD!

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Lecturas bíblicas de la Misa de Navidad:

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