Esta fue mi predicación de hoy, 3 de marzo de 2013,
Domingo III del Ciclo Litúrgico C,
en la Abadía
Santa Escolástica y en el Hogar Marín:
I.- Vídeo, en
Youtube
y en
Facebook
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa
1.
MUCHAS COSAS
MUY DISTINTAS CABEN DENTRO DEL CORAZÓN DE CADA UNO DE NOSOTROS...
El corazón humano es capaz de las mejores y de las peores cosas.
Además de todas las semillas buenas que Dios siembra en nosotros,
también pueden hacer su nido y germinar, si les dejamos espacio,
las más temibles malezas, como la cizaña. Así es como entran las
enemistades, las peleas y las divisiones, hasta en las mejores
familias...
Por ejemplo, es razonables que hasta en los mejores matrimonios a
veces se produzcan discusiones. Pero la cosa se hace más grave
cuando los corazones se alejan de Dios, porque entonces se hace
posible la división. Dios es Padre de todos. Y su paternidad
siempre será fuente de comunión, ya que ser hijos de una mismo
Padre nos hace vivir de la misma Vida que Él nos regala. Por eso
es que si hay divisiones o enfrentamientos es porque los corazones
se se han alejado de Dios. Él siempre siembra comunión y lleva a
ella, y como nos dice el Concilio Vaticano II, la Iglesia es signo
e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo
el género humano (
Lumen
gentium, n. 1). Por lo tanto, cuando hay divisiones
es
que los corazones se han alejado de Dios...
Por eso es que,
aunque no se nos escapa que en los Cardenales pueden existir
visiones distintas ya que a la hora de buscar las huellas de Dios
algunos miran más para un lado y otros más para otro, no nos
dejamos llevar por una visión pesimista que puede ganar los
corazones de quienes piensan que todo es pelea y división.
Todos
los Cardenales han sido elegidos por un Papa, y
prácticamente la totalidad de los Cardenales de hoy por el beato
Juan Pablo II o por Benedicto XVI (salvo uno, elegido por Pablo
VI), como los colaboradores más cercanos del Santo Padre, como
aquellos en quienes puede confiar...
Por eso podemos
tener las certeza que, aunque tengan visiones distintas, como
hombres de Dios saben encaminarse hacia Dios. A los Cardenales los
mueve la oración a la hora de tomar las decisiones importantes,
tanto cuando ayudan o aconsejan al Papa como cuando eligen un
Papa...
Por eso este tiempo que llevamos de preparación para el Cónclave
en el que va a ser elegido por los Cardenales menores de ochenta
años el sucesor de Benedicto XVI es un tiempo para que la Iglesia
entera acompañe al Colegio de Cardenales. Toda la Iglesia, toda la
oración de la Iglesia, toda la oración de cada uno de nosotros,
puede ayudar a los Cardenales a abrir su corazón al Espíritu
Santo, y de esta manera, haciéndose dóciles al Espíritu de Dios
podrán encontrar los caminos de Dios que los lleven sin perderse a
la meta que hoy les encarga ese mismo Espíritu, de elegir el nuevo
Papa. Para hacerlo, es imprescindible que los Cardenales una veas
más vuelvan su corazón a Dios, es decir, respondan con fidelidad
al llamado que Él siempre nos hace a la conversión...
2. SI NO NOS
CONVERTIMOS, VAMOS A ACABAR TODOS DE LA MISMA MANERA... Jesús nos
exhorta a la conversión, y nos advierte que si no tomamos ese
camino, terminaremos mal. La comunión con Dios y entre nosotros es
efecto y a la vez signo de su presencia entre nosotros, volver
nuestro corazón a Dios es una tarea cotidiana, imprescindible para
permanecer junto a Dios superar las divisiones, pero lo es
especialmente en este tiempo de Cuaresma...
Quizás precisamente por eso Benedicto XVI eligió este tiempo para
hacer efectiva su renuncia, reflexionada
delante
de Dios revisando reiteradamente su conciencia, como él
mismo nos dice. No podía dejar de tener presente que de esta
manera el tiempo de preparación del Cónclave en el que se debe
elegir su sucesor sería un tiempo de conversión como corresponde a
la Cuaresma. Es un tiempo entonces de oración y dedicado
especialmente a volver el corazón a Dios. Un tiempo, entonces, que
nos tiene que ayudar a todos a encontrar los signos y a construir
la comunión, para vivir en ella...
En este tiempo
entonces rezamos, entonces, y no dejamos solos a los Cardenales en
la tarea decisiva de elegir un nuevo Papa. Ellos, como deben hacer
a lo largo de toda su vida, también en este tiempo especial deben
convertirse, para seguir caminando hacia Dios. Deben dar vuelta en
todo lo que haga falta su propia vida, para encaminarse hacia
Dios. Así también toda la Iglesia, y por eso también nosotros,
tenemos que aprovechar este tiempo de gracia y de oración más
intensa. Sin duda, hace especial esta Cuaresma que dentro de ella,
según se puede prever, será elegido el nuevo Papa...
El paso gigantesco de fe y de confianza en Dios que dio Benedicto
XVI para dejar a otro la tarea de conducir la barca de Pedro nos
llama de una manera también especial a volver nosotros todos
nuestro corazón hacia Dios, para vivir cada vez más intensamente
la comunión con Dios y entre nosotros. En el horizonte estará
siempre la luz de Dios marcando el camino. Tendremos que dejarnos
iluminar por Él, para que nos inspire y nos guíe, para encontrar
la Vida de verdad...
3. REZAMOS POR
LOS CARDENALES EN EL CÓNCLAVE, DISPUESTOS A DAR BUENOS FRUTOS EN
LA VIDA... Los Cardenales nos deberán mostrar no sólo con su
color, símbolo de la sangre de los mártires, que son testigos del
amor de Dios...
Los Cardenales
fueron llamados, cuando fueron creados como tales, a mostrarnos
con su vida, entregándose cada día como testigos del amor de Dios,
que están abiertos al Espíritu de Dios y que se dejan guiar por
este Espíritu en toda su vida y en todas sus tareas, y en especial
en la que ahora les toca, de elegir al próximo Papa...
La Iglesia entera, y por lo tanto también nosotros con ella y en
ella, rezaremos en este tiempo cada día, todo el tiempo, por los
Cardenales, para que permanezcan abiertos al Espíritu de Dios,
pero tendremos que hacerlo comprometiéndonos también nosotros a
dar frutos de conversión, volviendo nuestro corazón a Dios. Sólo
así podremos dar frutos buenos, que Dios siempre, cada día, de
todos nosotros espera...