Esta fue mi predicación de hoy, 23 de diciembre de
2012 (34°
Aniversario de mi ordenación sacerdotal), Domingo IV de Adviento
del Ciclo Litúrgico C, en la Abadía Santa Escolástica y en el
Hogar Marín:
I.- Vídeo, en
Youtube
y en
Facebook
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa
1. TODOS
LLEVAMOS TODA UNA VIDA CELEBRANDO Y APRENDIENDO A CELEBRAR LA
NAVIDAD... Nos lleva toda una vida celebrar la Navidad, tanto como
nos lleva aprender a celebrarla. Ya cada uno de nosotros
seguramente ha aprendido en la propia familia lo primero que
aprendió de esta celebración. Por esta razón, aunque en Navidad
hay traiciones que son de todos, otras son propias de cada lugar,
y algunas incluso son propias de cada familia. Por ejemplo, en las
familias en las que hay varios que cantan bien y cultivan el gusto
por esta capacidad es posible que exista la costumbre de unirse
rezando en algún momento de la Nochebuena cantando Villancicos u
otros cantos apropiados para la ocasión. Otras familias se
limitarán a otros modos de oración o a una simple bendición de la
mesa familiar...
De todos modos,
hemos seguido aprendiendo a celebrar la Navidad a lo largo de toda
la vida. Quien formaron su familia, como Ricardo y Cristina, que
hoy nos acompañan y celebrar sus 45 años de matrimonio, tuvieron
que aprender a celebrar la Navidad contando con lo mejor que cada
uno traía de sus propias familias de origen, de sus casas. En mi
caso, hace hoy exactamente 34 años que recibí la ordenación
sacerdotal. Era más o menos esta misma hora. Los que estuvieron
ese día quizás recuerden que, habiendo comenzado la celebración en
un día de pleno sol, cuando el Obispo me imponía las manos sonó un
fuerte trueno típico de las tormentas de verano, que nos gustó
interpretar en ese momento como un signo de la efusión del
Espíritu. En todo caso, a partir de ese día a mí me tocó aprender
a celebrar sacerdotalmente la Navidad. Y todos los días podemos
aprender algo más, para celebrar con mayor provecho y recibir con
mayor fruto todos los dones que Dios nos ofrece en cada Navidad...
En el Hogar
Marín todos venimos quizás de tradiciones distintas, y cada uno
trae sus propias costumbres. Pero vamos aquí vamos aprendiendo año
tras año de las
Hermanitas
de los Pobres un sentido especial de la fiesta, que ellas
recibieron de su fundadora, santa Juana Jugan. Su devoción mariana
la ponía siempre cerca de la Virgen María. Es lo que también hace
ahora con nosotros el Adviento. No cabe duda que a la hora de
aprender a celebrar la Navidad conviene acudir a quien más sabe
sobre ella. Por esta razón el cuarto Domingo de Adviento, el
último Domingo antes de la Navidad, la Liturgia nos presenta a
María como la figura central de este Domingo, ya que de ella es de
quien mejor podemos aprender a celebrar la Navidad...
2. MARÍA NOS
ENSEÑA CÓMO RECIBIR A JESÚS, QUE YA VIENE: DISPUESTOS Y
HUMILDES... María fue una mujer pobre, de verdad y de corazón, y
por eso mismo sin ataduras. Su pobreza le enseñó a ser humilde y a
estar siempre disponible para Dios, pronta para responderle con
fidelidad. Así se la vio cuando el Angel Gabriel le anunció el
misterio de Dios hecho Hombre que quiso nacer de ella. Así también
partió embarazada, con José, sobre un burro, hacia Belén, donde
nació Jesús en un pesebre, porque no había lugar para ellos en las
casas y en los albergues. Y nos enseña, entonces, a estar siempre
dispuestos, para recibirlo a Jesús siempre y del modo que Él
quiera acercarse a nosotros...
María fue también una mujer
de fe, con la que respondía a Dios, que la había hecho Inmaculada
desde el primer instante de su concepción (por esta razón el Angel
la saluda llamándola "llena de gracia"). Porque era una mujer de
fe, no dudó ante el anuncio del Angel. Preguntó cómo sucedería lo
que Dios había dispuesto para ella, porque quería ser fiel al
desposorio que ya había celebrado con José. Pero esa pregunta no
dejaba espacio para la duda ya que, movida por la fe, desde el
primer momento se puso humildemente en manos de Dios, para que se
hiciera en ella según "Su (de Dios) Palabra", disponiéndose
libremente como servidora...
Siendo hombres y mujeres de
fe, también nosotros podremos ser lo suficientemente humildes como
para asumir lo que nos toca en la vida, especialmente en las
circunstancias en las que por una u otra razón se nos caen o se
nos deshacen los sueños que nos hemos construido pensando que todo
debía ser con color y perfume de rosas en nuestra vida,
olvidándonos que éstas crecen protegidas por las espinas (en
realidad las circunstancias más duras nos ayudan a no vivir
envueltos o rodeados por fantasmas, ídolos o fantasías). La
realidad que tenemos por delante, a veces llorosa y empobrecida,
es la realidad del mundo a la que Jesús sigue viniendo, como cada
vez que celebramos la Navidad, para traernos la salvación.
Simplemente, basta estar presentes en el lugar y en el momento en
Jesús viene...
Y María fue también una mujer llena de caridad. Por eso aún
estando embarazada partió sin demora a atender a su prima santa
Isabel, que también lo estaba, y de quien nacería san Juan el
Bautista. Con un corazón como el de María, humildes y por lo tanto
dispuesto, creyente y por lo tanto abierto a Dios, y caritativo y
por lo tanto abierto a nuestros hermanos para servirlos con amor,
podremos recibir a Jesús que viene a salvarnos...
3. HAY QUE ESTAR
JUNTO AL PESEBRE, COMO MARÍA Y JOSÉ, PARA RECIBIR A JESÚS... Ya
sabemos que en nuestra sociedad de consumo la Navidad sufre por
desgracia una especie de "contaminación" comercial, que nos lleva
a correr el riesgo de perder su espíritu auténtico, que reclama
silencio, recogimiento y sobriedad para alcanzar una alegría que
nazca el corazón...
Esta contaminación existe desde hace tiempo y puede llevar al
absurdo de vaciar del todo la Navidad. Pero también es posible
tomar la iniciativa para no perder el sentido de esta fiesta. A
san Nicolás, un Obispo del siglo IV que se destacó por su amor a
los niños, a quienes visitaba con sus regalos para socorrerlos en
su pobreza y ayudarlos a celebrar la Navidad, nos lo han querido
transformar a partir de una campaña publicitaria en Papa Noel.
Pero nosotros podemos devolverlo al Pesebre, ya que seguramente
allí, como fiel cristiano, puesto de rodillas ante Jesús venido en
un Pesebre, él aprendió a celebrar la Navidad...
El Pesebre nos
hace retornar al recogimiento y a la sobriedad propios de la
Navidad. El Pesebre que armamos en nuestras casas nos permite
volver a una alegría que no es exterior sino íntima y profunda.
Porque el Pesebre es el lugar Jesús encontró disponible cuando
vino a nosotros, y donde María, José y los Pastores lo recibieron.
Por eso las
Hermanitas
de los Pobres en sus Hogares, no sólo ponen adornos que nos
recuerdan la fiesta que se acerca. Sobre todo, y especialmente,
ponen Pesebres en todos los lugares de la Casa. Empezando por el
que está en la Iglesia, pero también los que están en cada uno de
los comedores, en los pasillos más transitados, y en todos los
lugares que más frecuentamos. Para que no se nos olvide que el
Pesebre y la Navidad van de la mano, ya que en un Pesebre nació
Jesús...
El Pesebre es el lugar donde el misterio del amor de Dios se hizo
visible en la pobreza y en la sencillez de la gruta de Belén, y
sigue siendo el lugar donde nosotros, hombres y mujeres del siglo
XXI, podemos encontrar a Jesús, por quien hay Navidad. Junto al
Pesebre podemos aprender de María a crecer en la fe y en la
caridad, ya que no hay otro camino que nos permita de verdad
celebrar con la alegría que el Señor Jesús viene a traernos, esta
Navidad...