Esta fue mi predicación de hoy, 2 de diciembre de
2012, Domingo
I de Adviento del Ciclo Litúrgico C, en el Hogar Marín:
I.- Vídeo,
en
Youtube y
en
Facebook
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa
1. LA LIBERTAD ES UNO DE LOS
GRANDES ANHELOS DE TODOS LOS TIEMPOS... Hay un bien muy apreciado
en todos los tiempos, que se anhela con todo el corazón, es la
libertad que nos permita ser lo que queremos ser, a la medida de
nuestras propias inquietudes. Fuimos hechos por Dios para la
libertad. Para algunos la mayor aspiración consiste en liberarse
del despertador, ya que se les presenta como una imagen de la
responsabilidad y las urgencias que tienen que atender de manera
impostergable, más allá de los gustos o de las ganas que se tenga
de hacerlo. Del despertador nos liberamos, a veces, en tiempos de
vacaciones, pero de todos modos sólo por unos días.
Quizás para otros el mayor anhelo sea verse liberados de algunas
de las limitaciones que nos plantea la salud, o más bien la falta
de ella. Muchas veces podemos anhelar vernos liberados de una
enfermedad que se nos viene encima o nos tiene contra las cuerdas,
sin darnos respiro, y de la que nos podemos cansar. En definitiva,
una imagen bien clara de todo de lo que nos quedemos liberar es el
cepo. Si nos ponen en un cepo, seguro que queremos liberarnos.
Será un cepo todo lo que nos pueda tener atrapados, encerrados, y
no nos deja hacer lo que con libetad, con justicia y amor
quisiéramos y pudiéramos hacer.
¡Son tantas las
esclavitudes existen en nuestro tiempo! A veces somos esclavos de
las autoridades que nos maltratan, y queremos liberarnos de ese
cepo opresor. Somos esclavos de nuestros vicios y pecados que nos
tienen también atrapados. La libertad es para todos nosotros,
hijos de Dios, un don de Dios. Fuimos hechos para la libertad,
para caminar por nuestra propia decisión para el destino para el
destino de eternidad para el que nos ha hecho Dios...
Por eso, al comenzar hoy el año litúrgico con el tiempo de
Adviento, que a lo largo de cuatro semanas nos permitirá preparar
la Navidad, Jesús nos habla del final de los tiempos,
describiéndolo con signos que aparecen como conmovedores e incluso
catastróficos, y sin embargo invitándonos a levantar la cabeza, ya
que está por llegar nuestra liberación, es decir, el cumplimiento
de un anhelo de todos los tiempos...
2. JESÚS VIENE
PARA TRAER A ESTE MUNDO NUESTRA LIBERACIÓN... Para eso ha venido
al mundo. Y para eso sigue viniendo todo el tiempo. Jesús vino
para liberarnos de las consecuencias del pecado y de la muerte, y
eso lo logró por su Amor, con su muerte y con su Resurrección.
Así
nos abrió las puertas del Cielo, donde ha ido a prepararnos un
lugar en la Casa de su Padre, que ha querido sea también la
nuestra...
Pero así como ha venido en el tiempo, en la historia, y ha
completado todo su camino, comenzado en la pobreza y en la ternura
de un Pesebre y concluido en la crudeza y la inmensidad dramática
de una Cruz, de la misma manera sigue viniendo todo el tiempo,
para realizar en nosotros su salvación y nuestra liberación...
Cuando comenzamos a preparar
la Navidad, no sólo nos preparamos para evocar la venida de Jesús
en aquel tiempo pasado sino que especialmente nos abrimos a su
venida presente, en la que llega a nosotros con su Palabra y sus
Sacramentos, para darnos su salvación. Esto nos exige tener en
cuenta cómo y con qué viene el que nos puede salvar de nuestras
opresiones y esclavitudes. Nos exige estar atentos a aquellas
cosas que nos hacen anhelar la libertad como un bien perdido y al
mismo tiempo buscado con urgencia y ansiedad...
Ya lo decía el
profeta Jeremías: nuestro salvador trae de la mano "la justicia y
el derecho". Por lo tanto, para recibirlo de corazón, habrá que
disponerse a encontrarlo alimentando nuestra vida con estas
virtudes. Dicho sea de paso, no se trata sólo de esperar que otros
hagan con nosotros justicia, mientras exigimos nuestros legítimos
derechos, sino de aprender a vivir desde lo más profundo de
nuestro corazón las exigencias que nos plantea ser justos con los
demás, y ocuparnos y preocuparnos por el respeto de sus
derechos...
Para vivir de esa manera nos hace falta, como nos dice San Pablo
hoy, que Jesús nos haga "crecer cada vez más en el amor mutuo
hacia todos los demás", ya que no hay justicia que puede
sostenerse si no se edifica sobre el amor, entendido como la
decisión perseverante de buscar el bien de los demás. En
definitiva, no hay otra manera de recibir la libertad, la
liberación, la salvación que Jesús ha venido a traernos, que
romper las cadenas que nos atan a las consecuencias del pecado y
de la muerte, fortaleciendo nuestros corazones en la santidad, de
la mano de Jesús. Y en eso consiste el tiempo de Adviento en el
que acabamos de entrar...
3. JESÚS VIENE:
PREPAREMOS UN PESEBRE EN EL CORAZÓN PARA RECIBIRLO... Jesús viene,
como lo hizo en el Pesebre de Belén y como lo hará al fin de los
tiempos, Jesús viene cada día para abrir nuestros horizontes con
su Resurrección. Para eso no necesita pedirnos permiso. Sin
embargo, en su sigiloso respeto de nuestra libertad, no nos impone
su salvación. Así como en Belén hubo quienes lo recibieron, los
pastores, en torno a un Pesebre en el que se alimentaban los
animales, y otros que lo dejaron fuera de sus casas (en las
posadas y en la ciudad), así también pasará en esta Navidad...
Iremos señalando con la
Corona de Adviento nuestra preparación para la Navidad. Cada
Domingo de este tiempo de salvación iremos encendiendo una vela
más, marcando de este modo de una manera visible los cuatro pasos
que daremos preparándonos para recibir a Jesús...
Para recibirlo a
Jesús, que viene a nosotros con el regalo de la salvación, a
nosotros nos toca prepararle un lugar. Sabemos que no necesita un
palacio ni una gran mansión. Bastará que nos animemos a prepararle
un sencillo Pesebre en nuestro corazón...
Ese Pesebre para recibir al Amor de Dios, que viene, se arma día a
día durante el Adviento, recuperando nuestra libertad para vivir
en la justicia y el amor. Podrá parecernos "poca cosa", demasiado
despojado, sobre todo al comienzo, cuando lo empezamos a armar.
Sin embargo, si realmente empezamos ahora, sin demora, estaremos
haciendo mucho para que, recibiendo a Jesús, se concreten nuestros
más grandes anhelos en esta Navidad. Ese Pesebre libera a nuestros
corazones de todas las esclavitudes cuando allí nace Jesús, y
encuentra en él su casa el mismo Dios...