Apoyados en Jesús...
Queridos amigos:
1. LAS COSAS BIEN
HECHAS DURAN MÁS, PERO NADA DURA PARA SIEMPRE... Es normal que las
cosas que están bien hechas duren más, y si están muy bien hechas
que duren mucho más. Pero por más que duren las cosas, no hay nada
que dure para siempre. La Iglesia santa Sabina, por ejemplo, que
está en Roma, en el monte aventino, fue construida en el siglo V,
siguiendo el modelo de las basílicas romanas. Sin duda ha tenido
reparaciones y agregados, pero de todos modos si hoy la vemos
todavía en pie, es porque ha sido construida muy bien desde su
inicio...
En el siglo IX
comenzaron a hacerse Iglesia con el estilo románico: muy austeras,
casi sin adornos, pero con una robustez que permite que muchas de
ellas estén hoy todavía en pie, con columnas y paredes de piedra,
muy anchas. En Italia, España y sobre todo Francia hay muchas
Iglesias románicas, como la de San Pedro y San Pablo, en Alsacia,
que necesitan reparaciones, como todos los edificios, hasta el del
Hogar Marín en el que estamos, que tiene poco más de ochenta años y
para seguir funcionando necesita siempre reparaciones...
Cuando
las cosas tiemblan es más fácil que se caigan y se destruyen. Lo
saben bien en los lugares en los que con frecuencia sufren
terremotos. Allí las construcciones necesitan ser hechas con una
robustez especial. Pero también nos sucede con la salud, que a veces
comienza a temblar. Si andamos mal en alguna de nuestras
enfermedades, sean o no crónicas, inmediatamente parece que
repercute en todas las demás. Aparecen unos síntomas, y enseguida se
multiplican otros que no parecen dejarnos en paz. Si nos sube la
presión, también nos duele la cabeza, y hasta los huesos, y nuestro
hígado se hace sentir, y otras cuantas cosas más. De un momento para
otro, nos parece que nada podrá volver a su normalidad, y podemos
perder la paz...
Ni las cosas ni nuestra salud duran para siempre. Por supuesto,
hay que cuidar las cosas y la salud para que no se dañen
inútilmente, pero también hay que saber que en algún momento
comienzan a temblar y se quiebran. En definitiva, este mundo tiene
su fin, y esto es lo que hoy nos quiere advertir Jesús. El quiere
mostrarnos que es en Él en quien nos podemos apoyar cuando todo
tiembla...
2. JESÚS ES LA
ROCA FIRME EN LA QUE NOS PODEMOS APOYAR CUANDO TODO TIEMBLA... Él es
por quien se hizo el mundo, y quien nos salvó de la perdición (eso
es lo que se llama la "redención", que Jesús hizo en la Cruz, donde
venció la muerte resucitando). Por eso, es posible apoyarse en Él...
Es cierto que el mundo no durará para siempre. Y además está bien
que sea así. Porque el mundo que conocemos no alcanza para colmar
los deseos y las aspiraciones que Dios mismo sembró en cada uno de
nosotros. Para eso hace falta algo más que el mundo, y que viene
después del mundo: el Cielo...
Por otra parte,
el fin del mundo no será su destrucción, sino su plenitud. Dios no
es un chico caprichoso y el mundo no es para Él un juguete sino
"la obra de sus manos". Cuando a un chico caprichoso no le gusta o
le funciona mal un juguete, lo rompe. Hoy en el mundo hay guerras,
revoluciones, terremotos, pestes, hambre, persecuciones, y parece
que muchas otras cosas andan mal. Pero, como dice Jesús, esto no
es el fin del mundo, sino parte de él. Mientras tanto, a nosotros
nos toca ayudar a construirlo, apoyándonos en Jesús, que
transformó toda nuestra realidad en un camino de salvación, en la
Cruz. También nuestra patria, como nuestro hogar, que para los que
aquí vivimos es concretamente este Hogar Marín, en el que
celebramos la Misa, es parte del mundo que nos toca construir.
Viviendo animados por la fe en Jesús, la roca firme en la que nos
podemos apoyar, podemos animarnos a aportar lo que está en
nuestras manos para construir este mundo en el que vivimos...
Si bien no todos tenemos las mismas responsabilidades (los que han
sido elegidos para hacer cargo de la construcción del bien común,
ejerciendo para ello la autoridad que se les confió, sin duda tienen
una responsabilidad mayor), todos tenemos parte en ello. Esta casa,
que es la nuestra, ha sido confiada a nuestras manos. Y esta casa es
en primer lugar la concreta en la que vivimos, pero también, y en
círculos concéntricos nuestra familia, nuestras amistades, nuestros
vecinos, nuestro barrio, nuestro país y el mundo entero...
3. EL CIELO SE
ALCANZA CON PACIENCIA Y CON CONSTANCIA, APOYADOS EN JESÚS... Puede
ser que las cosas anden mal, y verdaderamente es así. Pero el final
feliz está garantizado, porque Jesús lo ha ya inaugurado con su
Resurrección, y nos está preparado en el Cielo, que es el verdadero
fin del mundo, en un doble y consolador sentido: en primer lugar, el
mundo tiene en el Cielo su meta; pero además, el mundo tiene
en el
Cielo su plenitud...
Mientras tanto, no podemos quedarnos de brazos cruzados, esperando
que llegue la salvación, sin que a nosotros nos toque hacer nada.
"El que no quiera trabajar que tampoco coma", dice hoy San Pablo a
los que se quedaban sin hacer nada pensando que estaba cerca el fin
del mundo, y nos dice también a nosotros, si tenemos la tentación de
pensar que a nosotros no nos toca hacer nada...
A nosotros nos
toca también una parte en la construcción de este mundo que nos
lleva camino al Cielo. Para realizar lo que nos toca necesitamos
apoyarnos en Jesús. Y Él se hace fuerte en la Cruz. Por lo tanto,
conviene que lo sepamos: para construir esa parte del mundo de la
que somos responsables, y para caminar hacia el Cielo, tendremos que
apoyarnos en la Cruz...
Está lleno de significado el diseño del Báculo, es decir, el cayado
del Pastor, que utilizó el Papa Pablo VI, y que eligieron
también
sus sucesores hasta el día de hoy: en primer lugar Juan Pablo I,
después a lo largo de todo su pontificado Juan Pablo II, y ahora
Benedicto XVI. En el extremo superior del Báculo de estos Papas está
Jesús en la Cruz. Esta aparece con los brazos doblados,
representando hasta qué punto el peso de nuestros pecados llegan a
torcer el madero de la Cruz, sin embargo sin quebrarlo. En la Cruz
se pone de manifiesto la paciencia y la constancia con la que Jesús
lo dio todo por nuestra salvación, y la misma Cruz de Jesús es la
que nos anima a la paciencia y a la constancia con la que, apoyados
en Él, podremos alcanzar el Cielo...
Lecturas
bíblicas
del Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario del Ciclo C:
- Llega el Día, abrasador como un horno. Todos los arrogantes
y
los que hacen el mal serán como paja; el Día que llega los
consumirá, dice el Señor de los ejércitos, hasta no dejarles
raíz ni rama. Pero para ustedes, los que temen mi Nombre,
brillará el sol de justicia que trae la salud en sus rayos
(Malaquías 3, 19-20a).
- Hermanos: Les ordenamos, hermanos, en nombre de nuestro
Señor
Jesucristo, que se aparten de todo hermano que lleve una vida
ociosa, contrariamente a la enseñanza que recibieron de
nosotros. Porque ustedes ya saben cómo deben seguir nuestro
ejemplo. Cuando estábamos entre ustedes, no vivíamos como
holgazanes, y nadie nos regalaba el pan que comíamos. Al
contrario, trabajábamos duramente, día y noche, hasta cansarnos,
con tal de no ser una carga para ninguno de ustedes. Aunque
teníamos el derecho de proceder de otra manera, queríamos darles
un ejemplo para imitar. En aquella ocasión les impusimos esta
regla: el que no quiera trabajar, que no coma. Ahora, sin
embargo, nos enteramos de que algunos de ustedes viven
ociosamente, no haciendo nada y entrometiéndose en todo. A estos
les mandamos y los exhortamos en el Señor Jesucristo que
trabajen en paz para ganarse su pan (2 Tesalonicenses 3, 6-12).
- Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba
adornado
con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «De todo lo
que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra:
todo será destruido». Ellos le preguntaron» «Maestro, ¿cuándo
tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va suceder?».
Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque
muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: "Soy yo", y
también: "El tiempo está cerca". No los sigan. Cuando oigan
hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que
esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin». Después
les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra
reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas
partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales
en cielo. Pero antes de todo eso, los detendrán, los
perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán
encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de
mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de
mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa,
porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que
ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán
entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus
parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán
odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un
cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia
salvarán sus vidas (Lucas 21, 5-19).
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Predicaciones
del P. Alejandro W.
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