Responder con el perdón...
Queridos amigos:
1.
CUANDO LAS COSAS ESCASEAN, SU PRECIO AUMENTA CON FACILIDAD... Lo
comprobamos cada vez que cambia una estación. Casi de un día para
otro suben las verduras que están fuera de estación, por ejemplo
pasa con los tomates. Hay momentos en que en algunos Restaurantes
dejan de ofrecer entre sus menúes económicos la ensalada de tomates.
Son ocasiones que ayudan a descubrir las virtudes de otras verduras,
que son muchas y buenas:
brócoli,
lechuga,
acelga,
zapallito.
Es más, sería buena costumbre comer en cada momento las verduras
propias de la estación, que suelen tener precios más normales...
También sucede con
otros elementos. Hace años que en todo el mundo (menos en la
Argentina, donde al menos oficialmente los precios tienen siempre un
aumento "limitado", a veces incluso artificialmente), el precio del
petróleo sube sin parar, de modo que al menos aparentemente buena
parte de los conflictos armados tienen que ver con el dominio de las
reservas de tan importante fuente de energía...
De todos modos, no sólo los productos comerciables escasean. También
pasa a veces con las virtudes. Es el caso de la paciencia, sobretodo
en la vida de la ciudad. Aquí en San Isidro el ritmo de vida todavía
no se ha acelerado tanto. Y en la Abadía de Santa Escolástica, como
en el Hogar Marín, se vive especialmente como en un oasis, son
remansos de paz y tranquilidad. A medida que nos acercamos "al
centro" de la ciudad la vida parece cada vez más acelerada, y la
paciencia comienza a ser cada vez una virtud más escasa. Las
personas que caminan agitadas por las calles se miran con
desconfianza, hay empujones dentro de los medios de transporte e
incluso en la calle. Y cuando se vive bajo presión, nadie es todo lo
bueno que podría ser, es muy fácil en esas condiciones reaccionar de
mal modo. Hasta el más bueno y mejor educado puede perder la
paciencia cuando es sometido a presión. ¿Cuánto más le ocurrirá al
que no lo es tanto? Sabemos que la violencia no pone remedio a los
males que nos aquejan, ya que "la violencia sólo engendra más
violencia". Sin embargo cuando se agota la paciencia es posible la
tentación de reaccionar de una manera violenta, para poner remedio a
las situaciones que nos golpean también con violencia...
Por eso yo creo que
habría que admirarse de la paciencia del pueblo argentino. Hace ya
veinte años, en el lejano 1990, los Obispos de la Iglesia en
Argentina proponían líneas pastorales para realizar una nuevo
anuncio del Evangelio para todo nuestro pueblo, señalando entre los
desafíos que se presentaban en ese momento el de "una justicia
demasiado largamente esperada" (tomaban esta frase de un Discurso de
Juan Pablo II al Consejo Episcopal Latinoamericano, en 1984). Lo
mismo y con más razón podría decirse hoy, porque a pesar del tiempo
pasado no se ve que se haya avanzado mucho por el camino de las
soluciones. No parece que las condiciones hayan mejorado, sino todo
lo contrario. Por eso nosotros podríamos hoy preguntarle a Dios,
como hacía el profeta Habacuc: "¿hasta cuándo?". Y para que no
corramos el riesgo de perder el rumbo, Jesús nos enseña, como hizo
con los Apóstoles, un camino difícil pero posible, el camino del
perdón...
2. LA FE NOS HACE
CAPACES DE RESPONDER CON EL PERDÓN A TODOS LOS MALES... Perdonar
setenta veces siete, como Jesús nos dice, significa perdonar
siempre, y sin límites, cuando el que nos ha hecho un daño está
dispuesto a cambiar su actitud. Los Apóstoles parecen adivinar
nuestras dificultades para asumir semejante propuesta, y ponen en
evidencia sus propias limitaciones. Por eso, ante este desafío, le
piden a Jesús lo único que les permitirá llevarlo adelante, le piden
que les aumente la fe...
La fe, que es siempre un don de Dios, nos permite mirar el mundo y
las personas con una mirada distinta, con la mirada de Dios. Siempre
hay algo más detrás de los males que nos aquejan, del mal que nos
hacen, del mal que nos toca sufrir, que se oculta a la mirada del
que está ofuscado o enojado. Pero la fe nos abre los ojos, y nos
permite ver más allá del mal recibido. De esta manera nos ayuda a
encontrar el bien que se sigue de dar, con paciencia, una y otra
vez, una nueva posibilidad al que se quiere corregir. Por supuesto,
no se trata de algo fácil. El camino de la fe nunca lo fue. El
camino de la fe será siempre un camino que conlleva el sufrimiento.
San Pablo se lo avisaba a Timoteo, invitándolo a compartir con él
los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, y
también nos lo dice a nosotros. En realidad, en la vida siempre
aparece el sufrimiento, es parte de ella. Sin embargo, cuando
proviene de las actitudes a las que nos lleva la fe, como el perdón
sin límites al que hoy Jesús nos invita, se trata de un sufrimiento
que, sin dejar de doler, edifica y construye, porque da frutos de
salvación...
La fe, aún siendo
pequeña, siempre da sus frutos. Por su propio dinamismo, si la
cuidamos y la alimentamos, la fe, don de Dios, crece día a día, y se
va haciendo más fuerte. De allí la comparación que Jesús hace con la
semilla de mostaza, muy pequeña, pero suficiente para dar lugar a un
gran arbusto. Pero además, como los músculos que ejercita un
deportista en sus entrenamientos cuando se prepara para sus desafíos
más importantes, la fe crece con el ejercicio. Nada nos hace más
capaces de perdonar que experimentar una y otra vez el bien que
hace, al que lo da y al que lo recibe, el perdón. Ante cualquier mal
es posible reaccionar con enojo y con violencia, y eso no hace más
que aumentar el daño. Pero también es posible responder con el
perdón, con lo que el mal sufrido pierde su batalla, ya que se
convierte en ocasión para el bien que se hace con el perdón. Esto
requiere paciencia, pero sobre todo una fe firme, que nos permita
avanzar confiados por el camino que nos propone Jesús...
3. HAY QUE REAVIVAR EL DON DE LA FE PARA RESPONDER A DIOS CON
GRATITUD... Por otra parte, cuando se trata del perdón, se trata
también de gratitud, porque Dios nos ha perdonado primero. Dios
puede pedirnos esta virtud, porque cada uno de nosotros somos fruto
de Su perdón...
A Dios, que nos ha hecho sus
hijos por su misericordia, le debemos el don de la fe, que nos ha
hecho encontrar el camino de la salvación. Hace falta alimentar cada
día la fe, y, como decía San Pablo a Timoteo y nos dice hoy a
nosotros, reavivarla, como quien alienta y alimenta un fuego para
que no se apague...
Dios,
con su misericordia, nos ha hecho una sola familia, de la que todos
somos parte. Por eso, como en las familias buenas, siempre es
posible, aunque ciertamente difícil, el camino del perdón. Hechos
para vivir en familia, comunicándonos unos a otros los propios
bienes y dones, estrechando lazos y compartiendo abrazos, signo de
amor y de perdón...
Cada día nos animamos a pedirle a Dios seguramente con bastante
frecuencia (ojalá), cada vez que elevamos nuestra oración con las
palabras que Jesús nos enseñó, el Padrenuestro, que perdone nuestras
ofensas "como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden". El
perdón de Dios nunca nos ha faltado y nunca nos faltará. Sólo falta
que cada día cada uno de los que rezamos con esta oración asumamos y
cumplamos, con paciencia y con perseverancia, movidos por la fe, la
promesa que
Le hacemos cada día: estar nosotros dispuestos al perdón...
Lecturas
bíblicas del
Domingo XXVII del Tiempo Ordinario del Ciclo C:
- ¿Hasta cuándo, Señor,
pediré auxilio sin que Tú escuches,
clamaré
hacia ti: «¡Violencia», sin que
Tú salves? El Señor me respondió y
dijo: Escribe la visión, grábala sobre unas
tablas para que se la pueda
leer de corrido. Porque la visión aguarda el momento fijado,
ansía
llegar a término y no fallará; si parece que se
demora, espérala,
porque vendrá seguramente, y no tardará. El que
no tiene el alma recta,
sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad
(Habacuc 1, 2-3 y 2,
2-4).
- Queridos hijo: Te recomiendo que reavives el don de Dios
que has
recibido por la imposición de mis manos. Porque el
Espíritu que Dios
nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza,
de amor y de
sobriedad. No te avergüences del testimonio de nuestro
Señor, ni
tampoco de mí, que soy su prisionero. Al contrario, comparte
conmigo
los sufrimientos que es necesario padecer por Evangelio, animado
con la
fortaleza de Dios. Toma como norma las saludables lecciones de
fe y de
amor a Cristo Jesús que has escuchado de mí.
Conserva lo que se te ha
confiado, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en
nosotros (2
Timoteo 1, 6-8 y 13-14).
- Dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca, repréndelo, y
si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al
día contra ti, y
otras tantas vuelve a ti, diciendo: "Me arrepiento",
perdónalo». Los
Apóstoles dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe». El
respondió: «Si
ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y
dijeran a esa
morera que está ahí: "Arráncate de
raíz y plántate en el mar", ella les
obedecería. Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor
para arar o
cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le
dirá: "Ven
pronto y siéntate a la mesa"? ¿No le
dirá más bien: "Prepárame la cena
y recógete la túnica para servirme hasta que yo
haya comido y bebido, y
tú comerás y beberás
después"? ¿Deberá mostrarse agradecido
con el
servidor porque hizo lo que se le mandó? Así
también ustedes, cuando
hayan hecho todo lo que se les mande, digan: "Somos simples
servidores,
no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber"»
(Lucas 17, 3b-10).
Volver
al inicio de la predicación...
Predicaciones
del P. Alejandro W.
Bunge: