Para elegir bien...
Queridos amigos:
1.
NO SE PUEDE TENER SIEMPRE TODO, NO HAY MÁS REMEDIO QUE ELEGIR... A
lo largo de la vida nos pasamos eligiendo, y no puede ser de otra
manera. No se puede tener todo. Por eso resulta muy útil, de vez en
cuando, mudarse. En ese momento, a la hora de preparar la mudanza,
seguro que encontraremos una cantidad de cosas que hemos ido
guardando, que hemos usado muy poco o nunca. En verdad, basta volver
a verlas para que nos demos cuenta que podemos prescindir de ellas,
sin que por eso nos falte nada que tenga importancia. A la hora de
la mudanza nos convendrá separar aquellas cosas que de algún modo y
en algún momento nos podrán resultar útiles, de todas aquellas que
no lo serán y que podremos dejar...
Lo mismo sucede
cuando tenemos que hacer un viaje, también en este caso es necesario
elegir. No cabe todo en la valija, y hay que optar por aquellas
cosas que nos parecen más importantes, según el lugar donde vamos y
el tipo de viaje que estamos por emprender, para que no nos
carguemos de peso con cosas que no vamos a necesitar, ni se nos
queden sin llevar las que más nos harán falta...
En realidad, cuando elegimos, siempre es más lo que dejamos de lado
que aquello por lo que optamos. Aquellos de ustedes que se han
casado, han elegido un cónyuge, y necesariamente han dejado de lado
muchos otros que lo hubieran podido ser. Para elegir, siempre hay
que dejar cosas de lado. Por eso se hace más difícil elegir, si sólo
o preferentemente nos quedamos mirando lo que dejamos, en vez de
fijar nuestra mirada en lo que elegimos...
Nuestra vida, en la que nos toca dar una respuesta a Dios que nos ha
llamado a seguirlo por el camino de Jesús, reclama elecciones
y
decisiones fundamentales. Por eso, hoy Jesús nos quiere enseñar a
elegir...
2. PARA SEGUIRLO A
JESÚS, HACE FALTA ESTAR DISPUESTOS A TODO... Podemos decir que toda
la vida cristiana siempre es un misterio de elección. No se lo sigue
a Jesús sólo por seguir la corriente, porque eso no nos llevaría a
ningún lado. Cuando elegimos personalmente seguirlo a Jesús,
entonces el camino de la fe se hace un camino apasionante, con una
meta precisa a la que somos llamados. Y eso es lo que vemos si
fijamos nuestra mirada en la
Beata
Teresa de Calcuta, de cuya muerte, es decir, su nacimiento
para el Cielo, hoy se cumplen 13 años. Ella decía de sí misma: "
De
sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la
fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo.
En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al
Corazón de Jesús". Se fue a la India eligiendo seguir a
Jesús,
vivió sus primeros años en Calcuta en un Hogar de las
Hermanitas de
los
Pobres, aprendió a hacerlo en el servicio de los abandonados
para alegrarles el final de la vida y fundó las
Misioneras
de la Caridad...
Dios nos ha hecho
para la vida Eterna, y hacia allí vamos cuando con nuestra decisión
nos proponemos seguirlo a Jesús. Somos, de esa manera, peregrinos
que marchamos hacia el Cielo. Jesús nos habla hoy de tres cosas
fundamentales, sin las cuales no podremos ser capaces de seguirlo
por su camino y hacia su meta de eternidad, que Él ha querido que
sea también la nuestra...
En primer lugar, para seguirlo a Jesús hay que estar dispuestos a
cargar con la propia Cruz. Ya en tiempos de Jesús, y antes que Él
fuera clavado en ella, la Cruz representaba el sufrimiento y la
muerte. Pero nosotros no podemos olvidar que desde allí, desde la
Cruz, Jesús hizo surgir la Vida con mayúscula, que nace de la
Resurrección. Entonces, seguirlo a Jesús reclamará de nosotros la
aceptación del sufrimiento y de la muerte como un camino de
salvación...
A veces podrá
parecernos que cuando se acerca el sufrimiento e incluso la muerte,
nos encontramos ante un precipicio, que no sabemos cómo superar.
Pero en ese momento convendrá que tengamos en cuenta que Jesús no
nos llama a cada uno en forma aislada a recorrer este camino. Como
sucede con los chicos de este dibujo, si vamos hacia la Cruz
cargándola junto con otros, veremos cuánto podemos hacer unos por
otros en el camino de la Cruz. Habrá momentos en que nos toque a
nosotros poner más el hombro para cargar con la Cruz, la propia y la
de los otros. Pero también llegarán momentos en que los otros lleven
el peso mayor, y nosotros podamos, simplemente colgados de la Cruz
que los otros llevarán sobre sus hombros, sostenernos gracias a
ellos en las partes más difíciles del camino...
Por otra parte,
sólo el amor puede hacernos seguir a Jesús con decisión, por el
camino que lleva a la Vida eterna. Y Jesús nos recuerda que el amor
que nos lleva a seguirlo nunca podrá estar en un segundo
lugar. El
amor de Jesús sólo admite el primer lugar. El amor a Dios sólo es
tal si está por encima de cualquier otro, ya que nadie puede estar
por encima de Dios. De todos modos, no hay por qué inquietarse. El
Amor es uno solo. Y por eso, el amor a Dios siempre integra a los
otros, aunque no necesariamente suceda al revés. Si queremos a Dios
más que a nadie, ese amor podrá integrar de manera ordenada nuestro
amor filial (al padre y a la madre), matrimonial (al cónyuge),
paternal y maternal (a los hijos), fraternal (a los hermanos),
social (a nuestros hermanos en el sentido más amplio del término) y
hasta a nuestra propia vida, ya que justamente en Dios todo esto
adquirirá su sentido...
Por eso, para seguirlo a Jesús, Él mismo nos dice que hace
falta renunciar a todo. Porque cualquier persona o cualquier
cosa
que pusiéramos por delante de Jesús, y consideráramos más importante
que Él, nos impediría verdaderamente seguirlo...
3. CONFIEMOS EN
JESÚS. CON ÉL TENEMOS TODO LO QUE NOS HACE FALTA... La confianza es
el gran paso al que nos llama la fe. Y ante el desprendimiento al
que Jesús nos llama, para que nada ni nadie se nos ponga delante de
Él y nos tape el camino de la salvación, hace falta que, con mucha
confianza, tengamos la certeza de que con Jesús, nada nos falta...
Podemos decir que
lo que más anhelamos es la vida, que es la vez un signo y un resumen
de todos los dones que nos vienen de Dios. Del mismo modo, a lo que
más le tememos es al sufrimiento y a la muerte, que se oponen a la
vida. Por eso, para crecer en nuestra confianza hace falta que
recordemos que detrás de la Cruz está la Resurrección. Si lo que
necesitamos ante las horas que nos tocan vivir, que en más de un
sentido nos pueden parecer horas y días de oscuridad, hace falta que
tengamos en cuenta hasta qué punto detrás de todo el sufrimiento que
se representa la Cruz, está la luz que surge del sepulcro vacío, de
Jesús resucitado...
En definitiva, podemos confiarnos en Jesús, el Buen Pastor, que nos
lleva siempre en sus brazos. Podemos renunciar a todo, confiados en
que no nos faltará nada. Podemos animarnos a cualquier sufrimiento,
porque no estaremos solos cuando llegue. Podemos estar seguros que,
si Jesús está verdaderamente en el centro, si le damos a Él el lugar
central que le corresponde, si nos dejamos guiar siempre por su
Palabra y ponemos en Él toda nuestra confianza, todo el amor que
surja en nuestro corazón, ya se trate del amor social, filial,
fraternal, matrimonial, paternal o maternal, siempre vendrá de Dios
y nos llevará a Él, por el camino por el que Él mismo nos llama y
acompaña...
Lecturas
bíblicas
del Domingo XXIII del Tiempo Ordinario del Ciclo C:
- ¿Qué hombre puede conocer los designios de Dios o hacerse
una
idea de lo que quiere el Señor? Los pensamientos de los mortales
son indecisos y sus reflexiones, precarias, porque un cuerpo
corruptible pesa sobre el alma y esta morada de arcilla oprime a
la mente con muchas preocupaciones. Nos cuesta conjeturar lo que
hay sobre la tierra, y lo que está a nuestro alcance lo
descubrimos con el esfuerzo; pero ¿quién ha explorado lo que
está en el cielo? ¿Y quién habría conocido tu voluntad si tú
mismo no hubieras dado la Sabiduría y enviado desde lo alto tu
santo espíritu? Así se enderezaron los caminos de los que están
sobre la tierra, así aprendieron los hombres lo que te agrada y,
por la Sabiduría, fueron salvados (Sabiduría 9, 13-18).
- Querido hermano: Yo, Pablo, ya anciano y ahora prisionero a
causa de Cristo Jesús, te suplico en favor de mi hijo Onésimo,
al que engendré en la prisión. Te lo envío como si fuera yo
mismo. Con gusto lo hubiera retenido a mi lado, para que me
sirviera en tu nombre mientras estoy prisionero a causa del
Evangelio. Pero no he querido realizar nada sin tu
consentimiento, para que el beneficio que me haces no sea
forzado, sino voluntario. Tal vez, él se apartó de ti por un
instante, a fin de que lo recuperes para siempre, no ya como un
esclavo, sino como algo mucho mejor, como un hermano querido. Si
es tan querido para mí, cuánto más lo será para ti, que estás
unido a él por lazos humanos y en el Señor. Por eso, si me
consideras un amigo, recíbelo como a mí mismo (Filemón 9b-10 y
12-17).
- Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta,
les
dijo: Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y
a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas,
y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no
carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién
de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a
calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No
sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos
los que lo vean se rían de él, diciendo: "Este comenzó a
edificar y no pudo terminar". ¿Y qué rey, cuando sale en campaña
contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil
hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil?
Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía
una embajada para negociar la paz. De la misma manera,
cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no
puede ser mi discípulo (Lucas 14, 25-33).
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Predicaciones
del P. Alejandro W.
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