Para entrar en el Banquete...
Queridos amigos:
1. A
TODOS NOS GUSTARÍA SER UN POCO ADIVINOS, PARA CONOCER EL FUTURO...
Hay una cantidad de preguntas sobre el futuro que tenemos
pendientes, y que quisiéramos poder responder sin necesidad de
esperar. Todos los días, por ejemplo, nos preguntamos por el clima.
Y un día como hoy, en el que nos anuncian lluvias, nos preguntamos
si realmente lloverá. Y cuando se acerca septiembre comenzamos a
preguntarnos con ansiedad cuánto falta para que llegue el clima
de la primavera. Buscamos auxilio en los servicios meteorológicos,
aunque hay que reconocer que no nos brindan mucha ayuda, ya que
muchas veces cuando nos pronostican que va a llover sólo llega a
nublarse, cuando nos pronostican un día nublado el sol no deja de
brillar y cuando se espera que salga el sol todo el día a veces nos
sorprende la lluvia...
También nos
gustaría saber cuáles serán los resultados deportivos, cómo saldrá
adelante el Equipo de nuestras simpatías entusiastas. En este caso
los periodistas pueden cumplir la función de pronosticadores o de
adivinos. Aunque, es justo reconocerlo, siendo algunos deportes una
actividad económica que produce para algunos tantos réditos, vale la
pena preguntarse si algunos periodistas hacen previsiones o
describen lo que ellos conocen como resultados que deben darse
conforme a las necesidades del negocio...
Algo parecido sucede si nuestras preguntas sobre el futuro se
refieren a los resultados políticos más o menos inmediatos o a
mediano o largo plazo. Aquí también, ante la incertidumbre del
futuro puede ser que acudamos a los analistas, que tratan de
imaginárselo, o a las encuestas. Pero también aquí, sin embargo,
caben las dudas, ya que no siempre es posible aclarar si las
encuestas nos describen lo que va a pasar, o los políticos, que se
manejan a través de las encuestas, se encargan de que éstas nos
digan lo que ellos han organizado que suceda...
Además de estas
cosas, seguro que a cada uno de nosotros nos preocupa, y de forma
prioritaria, nuestro propio futuro, cómo nos irá en los tiempos más
inmediatos o a largo plazo. Podemos hacer previsiones, en el mejor
de los casos de una manera más o menos científicas, con la ayuda de
la planificación, y en el peor de los casos acudiendo a una cantidad
de cosas raras que se nos ofrecen, incluso a través de los medios de
comunicación más serios: los horóscopos, la tirada de las cartas,
los adivinos o adivinas...
Pero más allá de todo eso, seguro que nos preocupa también nuestro
futuro en el sentido más definitivo: queremos saber cómo será la
muerte, que nos espera para el momento en que llegue. Hay libros
enteros que se escriben con narraciones de los que cuentan haber
estado cerca. También quizás quisiéramos saber: ¿Cuándo y de qué
manera será el fin del mundo? ¿Cómo será la vida después de la
muerte?...
Hasta a Jesús le hacen preguntas sobre el futuro: "¿es verdad que
son pocos los que se salvan?" Yo creo que si Jesús hubiera
respondido con un número el que hizo la preguntaría hubiera seguido
adelante con otra pregunta: "¿yo estoy entre ellos?". Es que a veces
nos pesa tanto el futuro (no podemos
conocerlo, porque depende de
nuestra libertad y la de otros), que aún al precio de actuar
irracionalmente, queremos que alguien nos diga, sin necesidad de
esperar, que será lo que pasará. Es como si nos pesara tanto la
libertad, que preferiríamos conocer el futuro para no depender de
ella. Pero eso no es posible, ya que Dios nos ha hecho a su imagen,
y eso incluye necesariamente nuestra libertad...
2. DIOS NOS HA
HECHO LIBRES; SOMOS LOS ARTÍFICES DE NUESTRO DESTINO... Hechos a
imagen de Dios, nuestra libertad es lo que nos hace más
semejantes a
Él, aún con todas las diferencias que nos separan (Dios tiene una
libertad absoluta, y la nuestra es siempre una libertad limitada,
creada)...
Dios nos hizo capaces de caminar, por nuestra propia decisión, a la
meta para la que nos ha creado. Nos ha hecho capaces de alcanzar la
salvación que Jesús nos ganó en la Cruz y con su Resurrección, y de
hacerlo por nuestra propia decisión. Por eso no hay nada automático
y mecanizado en la salvación. Ya lo decía San Agustín: "Dios, que me
creó sin mí [es decir, sin pedirme permiso para darme la vida], no
puede salvarme sin mí [es decir, sin mi decisión y mi
colaboración]". Para alcanzar la salvación que Dios nos ofrece es
necesario responder a su llamado...
Nuestra vida puede tener
resultados distintos. Uno bueno, que Jesús describe en el Evangelio
de hoy como el banquete del Reino de Dios. Y uno desastroso, que
Jesús describe con toda vivacidad como llanto y rechinar de dientes.
Y entre uno y otro resultado está nuestra decisión, nuestra
libertad, por la que elegimos el camino por el que queremos ir, y en
consecuencia también el destino al que llegamos...
La exhortación de Jesús para que pasemos por la puerta estrecha nos
dice con toda claridad que para alcanzar la salvación necesitamos
una decisión. Hay que ponerse en marcha, y elegir cómo y hacia dónde
queremos ir. Para alcanzar la salvación, por otra parte, no basta
haber "comido y bebido" con Jesús, y haber "oído sus enseñanzas"...
Yo creo que esto que Jesús dice a los curiosos que preguntan sobre
la cantidad de los que salvarán es una referencia clara a que no
será la cantidad de comuniones que hayamos hecho o la cantidad de
Misas en las que hayamos participado, ni la cantidad de
predicaciones o conferencias, o charlas o "sermones" que hayamos
escuchado o dicho las que nos garantizarán la salvación. Lo que
importará a la hora de la verdad, que a todos llega, será lo que
hayamos hecho. Eso será lo que definirá nuestra suerte...
Es a través de lo que hacemos como se pone en evidencia lo que
estamos eligiendo cada día, cuando se nos presenta la encrucijada
entre lo que está bien, lo que está menos bien y lo que sin duda
está mal. San Juan de la Cruz lo expresaba con claridad cuando nos
decía que al atardecer de la vida (es decir, a la hora de la
muerte), seremos juzgados en el amor...
3.
HAY QUE VIVIR EN EL AMOR PARA ENTRAR EN EL BANQUETE DEL REINO DE
DIOS... Es en el amor donde nuestra fe se muestra viva. Es muy
importante la Misa y la oración. Ellas son, en realidad, el alimento
y el oxígeno de nuestra fe, que nos permiten mantenerla viva y
despierta. En ese sentido, resultan de una eficacia que no podemos
desperdiciar si no es con temeridad. Pero es el amor, que se
alimenta de este sustento, el que nos mostrará que la fe está viva y
es eficaz...
Sólo
de esa manera se entra en el Reino de Dios, a fuerza de una fe
vivida en forma comprometida, que se manifiesta en el amor, con el
que cada uno de nosotros puede ocuparse de los demás. Será en el
amor donde Jesús podrá reconocernos. Él nos salvó en la Cruz y con
la Resurrección por la fuerza y la eficacia del amor de Dios, y nos
invita a alcanzar la salvación por ese mismo camino eficaz del
amor...
Santa Juana Jugan,
en cuya novena nos encontramos, preparando la celebración de su
fiesta el próximo 30 de agosto, inspira y anima la tarea de las
Hermanitas de
los
Pobres. Entre las las cosas cosas que ella tuvo que aprender
a
hacer para darle de comer a los ancianos que alojaba en sus casas
(ya eran 26 a los tres años de haber empezado), estaba la colecta,
con la que reunían los medios necesarios...
No lo hacía porque le gustara hacer la colecta, es más, les costaba,
ella también tenía su orgullo, y era una mujer acostumbrada a
valerse por sí misma. Pero cuando entendió esa vocación que Dios le
había regalado de servicio a los ancianos que rescataba de la calle
aprendió a bajar la cabez e ir tocando timbres con humildad,
pidiendo "para nosotros", decía ella, sintiéndose una más de los
ancianos y ancianas que recibía en sus casas. La caridad movía a
Santa Juana Jugan, y la caridad movía los corazones de los que
recibían su llamado y respondían al amor de Dios. La caridad da de
comer hoy a los ancianos de los Hogares de las
Hermanitas.
La
caridad pone calefacción en sus casas, permite que se puedan
encender las luces. Y el amor movía a Santa Juana Jugan a despertar
la caridad, la única que nos abre las puertas del Banquete de la
Vida...
Lecturas
bíblicas
del Domingo XXI del Tiempo Ordinario del Ciclo C:
- Así habla el Señor: Yo mismo vendré a reunir a todas las
naciones y a todas las lenguas, y ellas vendrán y verán mi
gloria. Yo les daré una señal, y a algunos de sus sobrevivientes
los enviaré a las naciones: a Tarsis, Put, Lud, Mésec, Ros,
Tubal y Javán, a las costas lejanas que no han oído hablar de mí
ni han visto mi gloria. Y ellos anunciarán mi gloria a las
naciones. Ellos traerán a todos los hermanos de ustedes, como
una ofrenda al Señor, hasta mi Montaña santa de Jerusalén. Los
traerán en caballos, carros y literas, a lomo de mulas o en
dromedarios -dice el Señor- como los israelitas llevan la
ofrenda a la Casa del Señor en un recipiente puro. Y también de
entre ellos tomaré sacerdotes y levitas, dice el Señor (Isaías
66, 18-21).
- Hermanos: Ustedes se han olvidado de la exhortación que
Dios
les dirige como a hijos suyos: "Hijo mío, no desprecies la
corrección del Señor, y cuando te reprenda, no te desalientes.
Porque el Señor corrige al que ama y castiga a todo aquel que
recibe por hijo". Si ustedes tienen que sufrir es para su
corrección; porque Dios los trata como a hijos, y ¿hay algún
hijo que no sea corregido por su padre? Es verdad que toda
corrección, en el momento de recibirla, es motivo de tristeza y
no de alegría; pero más tarde, produce frutos de paz y de
justicia en los que han sido adiestrados por ella. Por eso, "que
recobren su vigor las manos que desfallecen y las rodillas que
flaquean. Y ustedes, avancen por un camino llano", para que el
rengo no caiga, sino que se sane (Hebreos 12, 5-7 y 11-13).
- Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se
dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad
que son pocos los que se salvan?». El respondió: «Traten de
entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos
querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa
se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán
a golpear la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos". Y él les
responderá: "No sé de dónde son ustedes". Entonces comenzarán a
decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en
nuestras plazas". Pero él les dirá: "No sé de dónde son ustedes;
¡apártense de mí todos los que hacen el mal!". Allí habrá
llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a
Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean
arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente,
del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino
de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y
hay otros que son los primeros y serán los últimos» (Lucas 13,
22-30).
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Predicaciones
del P. Alejandro W.
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