Un camino, una meta...
Queridos amigos:
1.
SI QUEREMOS ESTAR SIEMPRE SEGUROS, VAMOS A NECESITAR MUCHAS COSAS...
Desde que nacemos, todo el tiempo estamos buscando seguridades. La
primera seguridad nos la da el rostro materno, en el que aprendemos
a confiar porque nuestra madre cuida de nosotros. Después el rostro
paterno nos enseña a confiar en nuestro padre. Y sólo después
aprendemos a confiar en otros, cuando sus rostros nos resultan
amigables. El asunto es que, si queremos estar siempre seguros, nada
nos va a alcanzar, porque siempre nos hará falta algo más...
Cuando comienza a fallarnos el equilibrio, terminaremos buscando
apoyo en un bastón (de una, de tres, y hasta de cuatro patas). Por
un tiempo eso nos bastará, y aunque nos resulte raro al comienzo, el
bastón terminará dándonos la seguridad que buscamos (¿cuántos
"bastones" nos sirven de apoyo, de una y otra manera, en tantas
cosas en las que no sabríamos movernos sin "apoyarnos" en otros?)...
Pero seguramente
llegará un momento en que tampoco el bastón nos alcanzará. Al
principio puede ser que nos resistamos, pero tarde o temprano, para
siempre o de una manera temporaria, si nos saben explicar la
utilidad que nos puede dar terminaremos aceptando la silla de
ruedas, en la que estaremos más seguros que caminando...
En muchas otras cosas también pretendemos la seguridad. Llamamos
"seguro de salud" al sistema que nos permite ser atendidos del mejor
modo posible cuando llega la enfermedad, sin los límites que nos
impondría el dinero que podríamos tener disponible para ese momento
(hay que decir que no se trata verdaderamente de un "seguro de
salud", ya que no nos asegura la salud sino la atención cuando
estamos enfermos). Existe también el "seguro de vida" que, por
supuesto, no nos asegura de ningún modo la vida, sino que sirve para
que los que los que dependen de nosotros no se queden en la
calle
justamente cuando nosotros "perdemos" la vida...
En realidad, por más seguros que busquemos e inventemos, está claro
que hay algo que nunca podremos asegurar, y es precisamente "la
vida". Jesús nos lo enseña hoy con la Parábola en la que nos dice la
palabra más dura que le conocemos, llamando "insensato", es decir,
"necio", que se niega a saber, al rico que pretendió dedicarse a
descansar, comer, beber y darse buena vida, simplemente porque había
tenido una buena cosecha que le duraría para muchos años...
2. NUESTRA VIDA ES
SÓLO EL CAMINO. LA META ESTÁ MÁS ARRIBA, ES EL CIELO... No podemos
asegurar la vida porque, por importante que sea, no es un bien
absoluto. Estamos hechos para más que esto. Dios nos hizo para el
Cielo, que consiste en una Vida que está más allá que ésta, siempre
limitada, y que es sólo el camino para llegar a la meta, que está
"más arriba"...
Por eso es que no tiene sentido dejarnos distraer demasiado por el
camino, porque corremos el riesgo de perder de vista la meta. Si
quisiéramos poner todas nuestras seguridades "acá en la tierra",
estaríamos quedándonos muy cortos en nuestras aspiraciones, y no
tardaríamos en quedar defraudados...
El camino puede
tener más o menos vueltas, subidas y bajadas, sombras u oscuridades,
primaveras u otoños, pero no se basta a sí mismo, ni tiene en sí
mismo su sentido. El camino sirve en la medida en que apunta y lleva
hacia una meta. Nuestra vida tiene un límite, que a todos nos
llegará, señalado por la muerte, después de la cual el último paso
de nuestra condición terrenal será hacia cementerio. Y allí no caben
todos los bienes que hayamos podido acumular, que necesariamente se
quedan en la tierra. Los únicos que se pueden llevar son los que no
pesan...
El amor, resumen de todas las virtudes, será lo que podremos cargar
con nosotros en la etapa final. Por eso, no importa "cuanto se
tiene", sino cómo se usan los bienes de la tierra, para que no nos
desvíen, sino que nos acerquen a la meta.
Esto no se aplica
sólo a las personas más ricas de la tierra. Ciertamente,vale para
ellos, pero como todos somos alguien y hemos recibido algo, entonces
también se aplica a cada uno de nosotros. Lo que somos y lo que
tenemos son los instrumentos del amor durante nuestra marcha hacia
el Cielo...
A fuerza de "acumular", buscando seguridades, se pueden causar
muchos daños. Las palabras de Jesús son duras, y los Padres de la
Iglesia las predicaron con la misma dureza que por sí mismas tienen,
sin echarle agua para hacerlas más livianas o llevaderas. Uno de
ellos es San Basilio, Obispo de Cesárea de Capadocia, que murió en
el año 379. En su comentario al Evangelio que hoy nos presenta la
Liturgia decía que si cada uno usara lo que necesita y dejara de
lado lo superfluo, nadie sería demasiado rico, y nadie, tampoco,
sería demasiado pobre; la caridad, propia del que tiene la mirada
puesta en las cosas del Cielo, ayudaría a la justicia para encontrar
el equilibrio justo. Avaro, seguía San Basilio en su comentario, es
el que no se contenta con lo necesario, y ladrón el que se queda con
lo ajeno. Es avaro y ladrón, entonces, el que pretende quedarse con
lo que Dios ha puesto en sus manos para que lo administre, usándolo
al servicio de los demás y como instrumentos del amor...
3. HAY QUE
OCUPARSE DE LAS COSAS DE LA TIERRA CON LA MIRADA FIJA EN EL CIELO...
San Pablo nos exhorta, en su carta a los Colosenses, a tener el
pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de
la tierra, a buscar los bienes del Cielo, porque
sabe que lo
definitivo no es el camino, sino la meta...
Nuestra vida consistirá siempre en ocuparnos de "las cosas de la
tierra". Cada uno encontrará en eso su propia vocación, según sus
dones, sus capacidades y sus inclinaciones, y de esa manera podrá
saber cuál es su lugar en el mundo, ocupándose de "las cosas de la
tierra". También las vocaciones que podrían pensarse más
"celestiales", como las de los monjes o las monjas que se dedican a
la oración en el silencio, se realizan, desde este punto de vista,
ocupándose de "las cosas de la tierra", porque también pertenece "a
la tierra" la oración. Pero para ellos y para todos nosotros, no
será posible realizar bien lo propio de cada uno, si no es con la
mirada fija en el Cielo. Ya que lo que realicemos será siempre el
camino, mientras que el Cielo será siempre la meta, y Dios nos llama
a recorrer el camino de una manera tal que no sólo no nos aleje sino
que precisamente nos lleve a la meta...
Lecturas
bíblicas
del Domingo XVIII del Tiempo Ordinario del Ciclo C:
- ¡Vanidad, pura vanidad!, dice el sabio Cohélet. ¡Vanidad,
pura
vanidad! ¡Nada más que vanidad! Porque un hombre que ha
trabajado con sabiduría, con ciencia y eficacia, tiene que dejar
su parte a otro que no hizo ningún esfuerzo. También esto es
vanidad y una grave desgracia. ¿Qué le reporta al hombre todo su
esfuerzo y todo lo que busca afanosamente bajo el sol? Porque
todos sus días son penosos, y su ocupación, un sufrimiento; ni
siquiera de noche descansa su corazón. También esto es vanidad
(Eclesiastés 1, 2 y 2, 21-23).
- Hermanos: Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen
los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de
Dios. Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no
en las de la tierra. Porque ustedes están muertos, y su vida
está desde ahora oculta con Cristo en Dios. Cuando se manifieste
Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también aparecerán
con él, llenos de gloria. Por lo tanto, hagan morir en sus
miembros todo lo que es terrenal: la lujuria, la impureza, la
pasión desordenada, los malos deseos y también la avaricia, que
es una forma de idolatría. Tampoco se engañen los unos a los
otros. Porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus
obras y se revistieron del hombre nuevo, aquel que avanza hacia
el conocimiento perfecto, renovándose constantemente según la
imagen de su Creador. Por eso, ya no hay pagano ni judío,
circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero, esclavo ni
hombre libre, sino sólo Cristo, que es todo y está en todos
(Colosenses 3, 1-5 y 9-11).
- Uno de la multitud dijo al Señor: «Maestro, dile a mi
hermano
que comparta conmigo la herencia». Jesús le respondió: «Amigo,
¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?». Después
les dijo: «Cuídense de la abundancia, la vida de un hombre no
está asegurada por sus riquezas». Les dijo entonces una
parábola: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido
mucho, y se preguntaba a sí mismo "¿Qué voy a hacer? No tengo
dónde guardar mi cosecha". Después pensó: "Voy a hacer esto:
demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré
allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía,
tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, como, bebe
y date buena vida". Pero Dios le dijo: "Insensato, esta misma
noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?".
Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es
rico a los ojos de Dios» (Lucas 12, 13-21).
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predicación...
Predicaciones
del P. Alejandro W.
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