Lo más importante...
Queridos amigos:
1.
CUANDO SE RECIBEN VISITAS, HAY QUE OCUPARSE DE PREPARAR LA CASA...
Es muy bueno, de vez en cuando, recibir visitas. Además del gusto de
tenerlas en casa, resulta también una buena ocasión para poner la
casa en orden...
Alguno
varón puede ser que, al recibir visitas, tome la iniciativa y se
dedique a cocinar, tomando conciencia de que él también puede entrar
en la cocina (es cierto que la presencia del varón puede acarrear,
al menos en algunos casos, trabajo extra, ya que dejará la cocina
"patas para arriba", y hay que ponerla en orden para cuando lleguen
las visitas)...
Para recibir visitas, habrá que recoger toda la ropa que con
el
paso de los días se va amontonando en el perchero, arriba de una
silla o detrás de la puerta, con el inocente pero fatal
pensamiento: "mañana la ordeno". Hay que limpiar bien la platería,
y sacarle brillo. Hay que sacudir los almohadones, para que queden
bien inflados. Hay que barrer hasta en los rincones, hay que
recoger todos los papeles que están dando vueltas por todos lados
y ponerlos en su lugar. Hay que poner la mesa con la mejor
vajilla. En fin, hay tarea para todos cuando se reciben visitas, y
es un buen ejercicio para la familia....
Será por esto,
quizás, que el Hogar Marín está siempre reluciente, como sucede
también en el resto de los Hogares
de las
Hermanitas
de los Pobres en los que residen tantos ancianos. Ellas
además de los clásicos votos de pobreza, castidad y obediencia de
las religiosas, hacen un cuarto y específico voto de hospitalidad,
que cumplen recibiendo a los ancianos pobres residentes en sus
Hogares. Estos Hogares siempre reciben muchas visitas, y en ellos
todos, las Hermanitas, los ancianos residentes y los empleados,
con una aceitada organización, tienen siempre todo limpio y
ordenado...
Pero todas estas cosas, con ser muy importantes y además necesarias,
no alcanzan para recibir visitas. Además, es necesario lo
fundamental, que es recibir con calidez y verdadero amor a los que
llegan a nuestra casa. Porque no se trata sólo de abrirles las
puertas de nuestra casa, que la encuentren limpia y ordenada y nos
digan: "¡qué bien que está todo!". Se trata también, y
principalmente, de abrirles las puertas del corazón, de cada uno y
de la familia. Ahora bien, ¿qué es lo que tendremos que hacer,
cuando es el mismo Dios el que golpea a la puerta, y viene de visita
a nuestra casa? Es lo que Jesús nos enseña hoy, con su visita a las
hermanas Marta y María...
2. NADA ES MÁS
IMPORTANTE QUE ESCUCHAR A JESÚS, QUE NOS HABLA... "Obras son amores,
y no buenas razones", decía Pascal, y quería expresarnos de esa
manera el camino que Jesús nos ha señalado para alcanzar nuestra
meta, que es el Cielo. No alcanzan las teorías, entonces, sino que
la receta es algo bien práctico, obras que pongan en evidencia el
amor a Dios y a nuestros hermanos, el servicio a Dios y a nuestros
hermanos al que nos lleva un amor comprometido, ya que, como decía
San Juan de la Cruz en el siglo XVI, al atardecer de la vida (es
decir, a la hora de nuestra muerte), seremos juzgados por el amor...
Todas las cosas a
las que nos lleva el amor son cosas que hay que hacer. Hay que
arreglar el cuarto, hay que poner la mesa, hay que servir bien una
buena comida, hay que limpiar y secar los platos, hay que ayudar al
que no puede comer o no puede caminar solo, hay que lavar y tender
la ropa, y luego plancharla y guardarla, para que la casa esté
siempre en orden para recibir visitas. Esto es tarea de todos los
días en todas las casas...
Todas estas cosas son el modo de servir al Señor, que nos visita a
través de cada hermano que nos reclama un servicio de amor. Pero
nada de esto puede hacerse como un servicio de amor, si no se
empieza por escuchar al Señor, y aprender de Él el camino del
servicio...
Abraham nos muestra en la primera lectura que reconoció en los
viajeros que golpearon a su puerta una visita de Dios a través de
sus mensajeros. Y se deshizo en atenciones, para estuvieran a gusto
y siguieran contentos su viaje. Pero nada de eso hubiera sido
posible si no se daba cuenta, primero, que se trataba de Dios que
golpeaba a su puerta a través de sus mensajeros. Sabemos que Abraham
era un hombre de fe, es más, lo llamamos "nuestro padre en la fe".
Pues bien, eso mismo nos dice que era un hombre de oración, porque
sólo rezando se puede mantener viva la llama de la fe, ya que sin
oración la fe va languideciendo, hasta apagarse...
3.
PARA VIVIR EN EL AMOR, EL ALIMENTO NECESARIO ES ESCUCHAR A JESÚS...
El camino que nos lleva al Cielo es el camino del servicio y del
amor, a Dios y a nuestros hermanos. Pero esto no significa que lo
más importante sea las cosas que hagamos. Nadie va a obtener el
"Cielo" como si fuera un "premio" que se gana si uno llega a una
cantidad determinada de "puntos" que se suman por el tamaño de los
actos de amor que realiza...
Escuchar
a Jesús será lo primero y desde allí comenzará siempre nuestra
tarea. Así seremos capaces de reconocerlo a Jesús cuando llega y
toca a la puerta de nuestra casa cada día, cuando nuestros hermanos
que tienen derecho a esperar algo de nosotros tocan nuestra puerta
en nombre de Dios. Rezar siempre para mantener nuestro corazón
abierto para recibirlo a Jesús es lo que nos permitirá servir con
amor a todo el que toque la puerta de nuestra casa....
La hospitalidad de las Hermanitas de los Pobres es un modo de
consagración a Dios, por eso es un voto. Por eso cuando llegamos a
sus casas las vemos siempre limpias y preparadas para recibir al que
llega. Y por eso nos enseñan a nosotros a escuchar a Dios para
responderle con amor. Al fin y al cabo este modo de escuchar María a
los pies de Jesús y la tarea de Marta preparando la comida y
sirviendo al Señor son dos momentos de un único amor con el que hay
que responder al Amor de Dios que siempre golpea la puerta de
nuestra casa...
Lecturas
bíblicas del
Domingo XVI del Tiempo Ordinario del Ciclo C:
- El Señor se apareció a Abraham junto
al encinar de Mamré,
mientras él estaba sentado a la entrada de su carpa, a la
hora de más
calor. Alzando los ojos, divisó a tres hombres que estaban
parados
cerca de él. Apenas los vio, corrió a su
encuentro desde la entrada de
la carpa y se inclinó hasta el suelo, diciendo:
«Señor mío, si quieres
hacerme un favor, te ruego que no pases de largo delante de tu
servidor. Yo haré que les traigan un poco de agua.
Lávense los pies y
descansen a la sombra del árbol. Mientras tanto,
iré a buscar un trozo
de pan, para que ustedes reparen sus fuerzas antes de seguir
adelante.
¡Por algo han pasado junto a su servidor!». Ellos
respondieron: «Está
bien. Puedes hacer lo que dijiste». Abraham fue
rápidamente a la carpa
donde estaba Sara y le dijo: «¡Pronto! Toma tres
medidas de la mejor
harina, amásalas y prepara unas tortas».
Después fue corriendo hasta el
corral, eligió un ternero tierno y bien cebado, y lo
entregó a su
sirviente, que de inmediato se puso a prepararlo. Luego tomó
cuajada,
leche y el ternero ya preparado, y se los sirvió. Mientras
comían, él
se quedó de pie al lado de ellos, debajo del
árbol. Ellos le
preguntaron: «¿Dónde está
Sara, tu mujer?». «Ahí en la
carpa», les
respondió. Entonces uno de ellos le dijo:
«Volveré a verte sin falta en
el año entrante, y para ese entonces Sara habrá
tenido un hijo» (Génesis
18, 1-10a).
- Hermanos: Me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo
en mi
carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de
su
Cuerpo, que es la Iglesia. En efecto, yo fui constituido
ministro de la
Iglesia, porque de acuerdo con e plan divino, he sido encargado
de
llevar a su plenitud entre ustedes la Palabra de Dios, el
misterio que
estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso
manifestar
a sus santos. A ellos les ha revelado cuánta riqueza y
gloria contiene
para los paganos este misterio, que es Cristo entre ustedes, la
esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a Cristo, exhortando
a
todos los hombres e instruyéndolos en la verdadera
sabiduría, a fin de
que todos alcancen su madurez en Cristo (Colosenses 1, 24-28).
- Jesús entró en un pueblo, y una mujer
que se llamaba Marta lo
recibió en su casa. Tenía una hermana llamada
María, que sentada a los
pies del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que muy estaba
muy ocupada
con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús:
«Señor, ¿no te importa que
mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me
ayude». Pero
el Señor le respondió: «Marta, Marta,
te inquietas y te agitas por
muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una
sola es
necesaria, María eligió la mejor parte, que no le
será quitada» (Lucas
10, 38-42).
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predicación...
Predicaciones
del P. Alejandro W.
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