El bien que podemos, cada día...
Queridos amigos:
1. A VECES LA VIDA
NOS PONE ANTE TAREAS QUE PARECEN IMPOSIBLES... ¿Cómo se hace, por
ejemplo, para ganar un Campeonato Mundial de Fútbol? No es una
pregunta ociosa, porque está visto que no basta contar con los que
se supone son los mejores jugadores, que se destacan en todos los
equipos en los participan en los campeonatos más importantes,
ganando los campeonatos locales, con medallas de goleadores y
mejores jugadores del campeonato (quizás lo sucedido ayer nos ayude
a recordar que este deporte es en realidad muy sencillo, y
fundamentalmente es y seguirá siendo un juego de equipo)...
En un orden más
trascendente, cabe preguntarse cómo se hace hoy para defender el
matrimonio y la familia, ante los embates que pretenden tirar todo
por la borda pretendiendo igualar la condición de las uniones
homosexuales a lo que es por su misma esencia el matrimonio, la
unión de "uno y una" en una comunión tal de vida que pueda llamarse
plenamente conyugal, por su misma naturaleza destinada al bien de
los cónyuges y a la generación y educación de los hijos. No en vano
los creyentes cristianos se están convocando para congregarse el
próximo 13 de julio a las 18:30 en la Plaza del Congreso, para
hacerles recordar a los Senadores que ese día tratarán el tema que
las cosas son como son, y no lo que ellos quieran que sean...
En realidad, siempre puede parecer una tarea imposible la misión de
la Iglesia, de la que todos participamos, y que consiste en predicar
una palabra sobrenatural de salvación a un mundo materialista y
descreído, una palabra de misericordia a un mundo injusto y cruel,
una palabra que propone la primacía del amor y del espíritu a un
mundo que corre detrás de lo fugaz y pasajero, marginando los
valores que la Iglesia está llamada a despertar y alimentar...
En
nuestro entorno más cercano, también puede parecer una tarea
imposible esta parte de tarea de la Iglesia que se lleva adelante en
este Hogar Marín. Sin embargo, todos los días constatamos cómo un
pequeño grupo de Hermanitas, de una edad más bien madura, con un
pequeño número de eficientes empleadas y la colaboración de
voluntarios, logran tener en marcha esta Casa como un verdadero
Hogar, en el que viven hoy 60 ancianos atendidos verdaderamente
"como en su casa". Bastan apenas unas pocas personas dispuestas a
seguir el ejemplo de las Hermanitas y cooperar con ellas, para
llevar adelante este Hogar con el amor de todos y las donaciones de
los bienhechores...
La desproporción que podemos constatar entre la inmensa tarea de la
que participamos todos los bautizados, por el sólo hecho de serlo, y
los pobres medios con los que contamos, no es una novedad, sino que
ha sido tenida en cuenta por Jesús cuando nos hizo este encargo...
2.
JESÚS NOS ENVÍA A VENCER EL MAL CON LAS FUERZAS DEL BIEN... El envío
de los setenta y dos discípulos, junto con los Doce Apóstoles, a
quienes pone al frente de la misión, nos deja en claro que todos
tenemos un lugar en la misión de la Iglesia. Pero además de la
misión, Jesús nos deja en claro los medios con los que contamos y el
modo en el que podemos realizarla, aunque parezca que nos supera por
todos lados. En definitiva, Él siempre primero nos da lo que después
nos pide que llevemos en su nombre a todos nuestros hermanos...
Jesús resucitado
nos ha cambiado la vida. Su fuerza redentora nos ha cambiado del
todo, pasándonos del horizonte de la muerte al horizonte de la Vida
eterna. De las tinieblas y la desgracia del pecado nos ha
transportado a la luz y a la gracia, de la enemistad con Dios nos ha
llevado a la comunión con Él. Toda esta enorme energía del Amor
redentor que recibimos de Jesús, es la que Él mismo nos encarga que
llevemos a nuestros hermanos...
Por eso, la tarea a la que Jesús nos llama puede parecer imposible,
pero no lo es. Tenemos unas fuerzas que no son clamorosas y
explosivas, pero que son capaces de cambiar la realidad que nos
rodea, poco a poco...
Por
eso, también, somos enviados "como ovejas en medio de lobos".
Nosotros somos enviados a realizar cotidianamente el bien, de la
misma manera que Jesús lo ha realizado con nosotros. Y ese bien no
se impone por la fuerza. No es un bien que alcance su fuerza en las
razones que podamos exponer en nuestros discursos, ni es un bien que
se justifique porque cae bien a los oídos de quienes lo escuchan
pronunciar. Es un bien que se muestra eficaz por su propio peso, ya
que consiste en realizar lo que es sustancialmente bueno para los
otros. La eficacia del bien que Jesús nos llama a hacer está en sí
mismo, y no en nosotros...
Esta misión de hacer el bien involucra nuestra palabra y nuestro
ejemplo, ya que se sostienen mutuamente. Por una parte, sólo el bien
realizado es una palabra que los hombres de nuestro tiempo están
dispuestos a escuchar sin demasiada discusión. Pero, por otra parte,
la palabra ayuda a que nuestro anuncio no sea nebuloso, sino claro y
explícito: es Jesús quien nos ha llevado de la muerte a la Vida, y
es Él quien nos llama a todos a ser testigos de la Vida que de Él
hemos recibido...
3. TENEMOS QUE
ANUNCIAR A JESÚS CON EL BIEN QUE PODEMOS HACER CADA DÍA... Ya hace
seis años yo me preguntaba: ¿Cuántos platos habrá lavado en su vida
cada ama de casa que lea estas líneas? Hoy la respuesta consistiría
en un número aún más abultado que el de seis años atrás.
Seguramente, si se pudieran poner uno arriba de otro, harían una
pila que se alzaría hacia el Cielo, muy por encima de donde alcanza
nuestra vista, y realmente nos asombraría (podría haber dicho
lo
mismo de los "amos de casa", pero sospecho que, al menos en algunos
casos, la pila sería mucho más pequeña). Pero esa pila sólo se puede
armar sumando los platos que se lavan cada día...
Cuando nuevos
visitantes llegan al Hogar Marín se asombran porque, siendo una Casa
tan grande, todo reluce (en los pasillos, en el comedor, en la
Capilla). Conviene tener en cuenta que eso no sucede de manera
automática. Sólo es posible, porque todo se limpia de nuevo cada
día...
Así, entonces, nuestra tarea de anunciar a Jesús con hechos y
palabras, y de cambiarle de esta manera la cara a este mundo en el
que vivimos, no se realiza de un día para otro, sino que es tarea de
cada día. También el bien que hacemos cada día se acumula, y le
cambia la cara a la realidad en la que vivimos...
Haciendo cada veinticuatro horas el bien que cada uno de nosotros
tenemos a mano hacer cada día, estaremos construyendo un mundo
mejor, en el que habremos podido sumar esa cuota de bien que estaba
en nuestras manos, y con la que el mundo no hubiera podido contar,
si nos hubiéramos quedado de brazos cruzados, sin hacer lo que nos
correspondía. Así se lo anuncia a Jesús, no con la fuera de los
elefantes, sino con la paciencia de las abejas y las hormigas...
Lecturas
bíblicas
del Domingo XIV del Tiempo Ordinario del Ciclo C:
- ¡Alégrense con Jerusalén y regocíjense a causa de ella,
todos
los que la aman! ¡Compartan su mismo gozo los que estaban de
duelo por ella, para ser amamantados y saciarse en sus pechos
consoladores, para gustar las delicias de sus senos gloriosos!
Porque así habla el Señor: Yo haré correr hacia ella la
prosperidad como un río, y la riqueza de las naciones como un
torrente que se desborda. Sus niños de pecho serán llevados en
brazos y acariciados sobre las rodillas. Como un hombre es
consolado por su madre, así yo los consolaré a ustedes, y
ustedes serán consolados en Jerusalén. Al ver esto, se llenarán
de gozo, y sus huesos florecerán como la hierba. La mano del
Señor se manifestará a sus servidores, y a sus enemigos, su
indignación (Isaías 66, 10-14).
- Hermanos: Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo
lo estoy para el mundo. Estar circuncidado o no estarlo, no
tiene ninguna importancia: lo que importa es ser una nueva
criatura. Que todos los que practican esta norma tengan paz y
misericordia, lo mismo que el Israel de Dios. Que nadie me
moleste en adelante: yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de
Jesús. Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo
permanezca con ustedes. Amén (Gálatas 6, 14-18).
- El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos
en
dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios
adonde él debía ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero
los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados
que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío
como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja,
ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al
entrar en una casa, digan primero: "¡Que descienda la paz sobre
esta casa!". Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz
reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que
haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa
en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo
que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: "El
Reino de Dios está cerca de ustedes». Pero en todas las ciudades
donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan:
¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros
pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el
Reino de Dios está cerca". Les aseguro que en aquel Día, Sodoma
será tratada menos rigurosamente que esa ciudad». Los setenta y
dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: «Señor, hasta los
demonios se nos someten en tu Nombre». El les dijo: «Yo veía a
Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder de
caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las
fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin
embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien
de que sus nombres estén escritos en el cielo» (Lucas 10, 1-12 y
17-20).
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Predicaciones
del P. Alejandro W.
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