En todo, ya, sin excusas...
Queridos amigos:
1. HAY
COSAS QUE
SIEMPRE QUEDAN PARA MAÑANA, EL DÍA QUE NUNCA LLEGA... Lo dice el
refrán, y lo confirma la experiencia: "mañana es el día que nunca
llega", cuando se trata de hacer las cosas que dejamos para mañana
(alguno, de manera más explícita, cuando se proponía postergar
algo indefinidamente se decía a sí mismo: "no dejes para mañana lo
que puedes hacer pasado mañana")...
Por ejemplo, si se trata de comenzar un régimen nos pasamos varios
días diciendo que convendrá comenzar "mañana", o "el lunes". Y en
previsión de lo duro que nos pueda resultar, quizás nos despedimos
de los alimentos que más vamos a extrañar, dándonos algunos
cuantos gustos antes de comenzarlo...
Lo mismo sucede
cuando se trata de poner orden esos los papeles que
misteriosamente, sin que nos demos cuenta, se nos van amontonando,
uno tras otro, en el escritorio, o en esa cómoda que suele haber
en la entrada de las casas: cuentas que hay que pagar,
invitaciones, cartas que hay que contestar, artículos que hay que
leer, propagandas que hay que hojear...
También se nos
acumulan de ese modo las fotos, que "mañana", el día que nunca
llega, nos hemos propuesto ordenar. Y mientras tanto se suman las
del cumpleaños con las de las vacaciones, con las del aniversario,
y con otras cuantas más...
El orden del ropero sigue el mismo ritmo, y hasta que no nos llega
el agua al cuello, cuando ya no encontramos nada de lo que
necesitamos porque está todo amontonado sobre una silla o tirado
en un rincón, no nos llega ese siempre lejano "día de mañana" en
el que, con firme propósito, hemos decidido que lo vamos a
ordenar. A veces también nos queda para "mañana" esa llamada o esa
visita a un pariente o a un amigo, que sabemos que lo está
esperando y que realmente queremos ver, pero para el que no
aparece el tiempo que necesitamos...
Sin embargo, hay cosas que no pueden esperar, porque no sólo son
importantes, sino también urgentes, y no admiten postergación. Así
pasa con la atención de la salud corporal. Y mucho más, entonces,
hay que esperar que suceda con la salvación, que sólo Jesús nos
puede dar. Él mismo nos llama para que, siguiéndolo, la podamos
alcanzar...
2. JESÚS NOS
LLAMA A SEGUIRLO, EN LA CRUZ Y EN LA GLORIA, SIN DEMORAS NI
CONDICIONES... Jesús nos muestra el camino que nos lleva a Dios.
Él lo recorre primero, y por eso puede llamarnos a seguirlo. Ese
camino pasa por la Cruz, pero no se detiene allí, ya que nos lleva
a la gloria, porque Jesús resucitó y nos ha prometido la
resurrección para el fin de los tiempos. Así se refleja en la
sugestiva escultura en bronce que preside el Aula Pablo VI (en la
que desde los tiempos de Juan Pablo II el Papa tiene sus
audiencias generales de los miércoles, cuando las inclemencias del
tiempo no permiten hacerlas en la Plaza San Pedro). Y hoy nos
muestra Jesús que, cuando se trata de seguirlo, no es posible
hacerlo a medias: hace falta hacerlo con todo, sin condiciones...
Para
seguirlo a Jesús hay que estar dispuestos a contar sólo con Él,
porque con Él basta. No sirve apoyarse en "cuevas", como los
zorros, o "nidos", como los pájaros. Tampoco sirve poner como
condiciones para seguir a Jesús: contar con una casa, una
jubilación, una pensión, un seguro social u otras seguridades
terrenas. Todas estas cosas tienen su utilidad, pero no alcanzan
para seguir a Jesús y llevarnos al Cielo...
Además,
hay que seguirlo "ya". No se puede pensar que primero tenemos que
hacer otras cosas, y sólo después estaremos en condiciones de o
dispuestos a seguirlo. No se puede pensar: "primero tengo que
ocuparme de mis padres [o de mis hijos]", o "ahora es el tiempo en
que me toca estudiar", o "primero tengo que asegurarme una
posición profesional", o "este es el corto tiempo que tengo para
dedicarme más intensamente al deporte", o "ahora que soy joven es
el tiempo de divertirme", y ya después llegará el tiempo de
asentarme y seguir más de cerca a Jesús, o de tomarme más en serio
la fe. Porque ese "después" llegará cuando ya sea tarde. En
realidad, todo esto (ocuparme de mis padres, el estudio, el
desarrollo profesional, el deporte, el descanso o la diversión),
son las ocasiones y lo ámbitos en los que se juega nuestra
fidelidad a Jesús, en el modo de hacer todo eso hay que seguir a
Jesús...
Por eso, una vez que nos hemos decidido a seguir a Jesús, sabiendo
que es el único que puede llevarnos a la gloria (por el camino de
la Cruz), no es posible volver la mirada atrás, añorando el
pasado. El que pone la mano en el arado, tiene que mirar para
adelante, porque sólo así podrá salir derecho el surco que se vaya
trazando. También en la vida el camino está por delante. Y Dios,
que siempre nos acompañó en todo nuestro pasado, así como está con
nosotros a cada instante en el presente, está esperándonos en el
futuro. Confiados en Él, podemos lanzarnos hacia adelante,
sabiendo que siempre nos precederá, preparándonos el camino...
3. PARA LLEGAR
AL CIELO HAY QUE SEGUIRLO A JESÚS EN TODO, YA, SIN DEMORAS NI
EXCUSAS... Aunque parezca que a veces no tenemos apuro en llegar,
está claro que, siguiéndolo a Jesús, nuestra meta es el Cielo. El
camino es tan largo como lo es nuestra vida. Y el seguimiento de
Jesús, caminando hacia el Cielo, abarca todo los ámbitos de
nuestra vida...
Por una parte,
entonces, para seguirlo a Jesús, será necesario que nuestra
oración llegue a todos los ámbitos de nuestra vida. Será el
oxígeno que nos mantenga respirando el Espíritu con el que Jesús
alienta nuestra marcha...
Pero también hará falta, siguiéndolo a Jesús, que "pongamos la
mano en el arado". Será necesario que nos comprometamos a vivir
construyendo todos los ámbitos de nuestra vida siguiendo los pasos
de Jesús. Ayudados con la fuerza con la que Jesús nos permite
"tirar del arado" (su Palabra y sus Sacramentos), tendremos que ir
"abriendo surcos", para que sus semillas den frutos de Vida eterna
en todos los ámbitos de nuestra vida...
Cuando se lo sigue a Jesús, no caben las demoras o las excusas.
Nada que valga la pena puede interferir nuestro camino si
siguiendo a Jesús queremos llegar al Cielo Porque Él nos llama a
seguirlo, por la Cruz hacia la gloria, en todo lo que hacemos, en
todo momento y en toda la vida...
Lecturas
bíblicas del Domingo XIII del
Tiempo Ordinario del Ciclo C:
- El
Señor dijo a
Elías: «A Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá, lo ungirás
profeta en lugar de ti». Elías partió de allí y encontró a
Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él había
doce yuntas de bueyes, y él iba con la última. Elías pasó
cerca de él y le echó encima su manto. Eliseo dejó sus bueyes,
corrió detrás de Elías y dijo: «Déjame besar a mi padre y a mi
madre; luego te seguiré». Elías le respondió: «Sí, puedes ir.
¿Qué hice yo para impedírtelo?» Eliseo dio media vuelta, tomó
la yunta de bueyes y los inmoló. Luego, con los arneses de los
bueyes, asó la carne y se la dio a su gente para que comieran.
Después partió, fue detrás de Elías y se puso a su servicio (1
Reyes 19, 16b y 19-21).
- Hermanos:
Esta es
la libertad que nos ha dado Cristo. Manténganse firmes para no
caer de nuevo bajo el yugo de la esclavitud. Ustedes,
hermanos, han sido llamados para vivir en libertad, pero
procuren que esta libertad no sea un pretexto para satisfacer
los deseos carnales: háganse más bien servidores los unos de
los otros, por medio del amor. Porque toda la Ley está
resumida plenamente en este precepto: Amarás a tu prójimo como
a ti mismo. Pero si ustedes se están mordiendo y devorando
mutuamente, tengan cuidado porque terminarán destruyéndose los
unos a los otros. Yo los exhorto a que se dejen conducir por
el Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por los deseos
de la carne. Porque la carne desea contra el espíritu y el
espíritu contra la carne. Ambos luchan entre sí, y por eso,
ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren. Pero si
están animados por el Espíritu, ya no están sometidos a la Ley
(Gálatas 5, 1 y 13-18).
- Cuando
estaba por
cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se
encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros
delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de
Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron
porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago
y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos
caer fuego del cielo para consumirlos?». Pero él se dio vuelta
y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo. Mientras iban
caminando, alguien le dijo a Jesús: «¡Te seguiré adonde
vayas!». Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y
las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene
dónde reclinar la cabeza». Y dijo a otro: «Sígueme». El
respondió: «Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre».
Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus
muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios». Otro le dijo: «Te
seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos».
Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y
mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios» (Lucas 9,
51-62).
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predicación...
Predicaciones
del P. Alejandro W.
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