El camino de cada día...
Queridos amigos:
1. SOBRE
ALGUNAS COSAS SE PUEDE OPINAR SEGÚN EL GUSTO DE CADA UNO...
Dice el refrán que "sobre gustos no hay nada escrito". Aunque
literalmente no sea cierto (ya que hay muchos que escriben sobre sus
propios gustos), está claro que cuando se trata sólo de gustos, puede
haber opiniones muy diversas. A algunos les gusta vestirse con colores
llamativos, incluso con colores más propios de la juventud, aunque ya
la hayan pasado desde hace tiempo. A otros en cambio les parecerá que
la ropa, cuanto más clásica, mejor...
También a la hora de elegir el equipo favorito, cualquiera sea el
deporte que uno prefiera seguir (si se sigue alguno), puede mandar el
gusto personal, sin que se necesite mayor justificación o explicación.
O cuando se trata de comer un helado, las preferencias no tienen por
qué coincidir, y pueden ser bien distintas entre los que tengan gustos
distintos...
Y también
cuestiones más serias e importantes, como por ejemplo las
posiciones o las propuestas políticas para llevar adelante el
desarrollo y el progreso de nuestra patria, admiten opiniones diversas.
Hoy, cuando celebramos el día de nuestra bandera, signo de la unión
nacional que tantas veces desdecimos con los hechos, deberíamos
preguntarnos por qué se nos hace tan difícil sumar las opiniones de
manera que converjan hacia un bien común, en vez de enfrentarse de
manera estéril entre sí...
Sin embargo, no en todo valen igual todas las opiniones. Hay cosas que
no se
pueden elegir según el gusto de cada uno,
sencillamente porque son lo que son, independientemente de lo que cada
uno queramos que sean. Así, sobre Jesús había muchas opiniones
diversas
en su tiempo, y sin embargo Él no era, y no es, lo que cada
uno quiere
que sea, según su gusto y opinión, sino que es lo que efectivamente
es. Por eso Jesús, después de preguntar a los Apóstoles sobre lo que
los
demás decían de Él, les pidió su propia opinión. Pedro, en nombre de
todos, lo reconoció como el Mesías, es decir, el elegido y el ungido
para salvarnos. Pero Jesús no se conformó con eso, sino que les explicó
con precisión quién es Él. Jesús es el que es, y no lo que opinemos de
Él...
2. JESÚS
ES EL QUE NOS SALVA, Y EL QUE CONOCE EL CAMINO QUE NOS LLEVA A
DIOS... Jesús es el Hijo de Dios, hecho hombre y nacido en Belén, para
traernos su salvación, que desplegó en toda su fuerza abriendo los
brazos en la Cruz para entregarnos la plenitud del Amor redentor de
Dios, que llega a nosotros por su resurrección...
Puede ser que algunos prefieran mirar a Jesús como Aquel que puede
hacer los milagros que necesitamos, y se queden esperando que "levante
la mano" para desparramar sobre nosotros sus bendiciones. Quizás lo
miraban así los que creían que era como Elías, un profeta que había
hecho muchos milagros, incluso multiplicando los panes para saciar el
hambre. Hay quienes incluso van detrás de los así llamados "curas
sanadores", detrás del milagro que les simplifique la vida, como si no
hubiéramos recibido todos los sacerdotes, a través de la ordenación
sacerdotal, la capacidad de sanar desde lo más profundo de las entrañas
con la Palabra de Dios y sus signos eficaces de la salvación, los
Sacramentos...
Quizás otros lo
prefieran revolucionario. Seguramente así lo veían
quienes creían que era Juan el Bautista, que fue un profeta que parecía
dispuesto a dar vuelta todas las cosas, acusando abiertamente al Rey de
turno, Herodes, cuando violaba la ley de Dios...
Conocimos tiempo atrás
esas imágenes que querían presentarnos a Jesús
con el rostro de un conocido guerrillero, como si pudiera pensarse
impunemente que el Rey de la Paz exhortaba a alcanzarla por el camino
absurdo de la guerra. Hoy no faltará, quizás, quien se imagine a Jesús
como un piquetero...
Pero Jesús es el que es, y no el que quisiéramos que sea, según nuestra
imaginación o nuestros deseos. Es el que se hizo hombre, el que nació
en Belén, el que vivió pobremente, el que predicó y vivió en el Amor,
el que murió en la Cruz y resucitó...
Por eso podemos estar seguros que el camino de la Cruz no es un
capricho de Jesús, sino verdaderamente el camino que nos lleva a Dios.
Es el camino que el mismo Jesús se propuso cuando, para salvarnos,
asumió nuestra condición humana para elevarla hasta Dios, meta que con
su resurrección alcanzó...
3. PARA LLEGAR A DIOS,
HAY QUE CARGAR LA CRUZ CON JESÚS, CADA DÍA...
Por eso es que, sabiendo el camino y habiéndolo experimentado en su
propia vida, Jesús nos indica por dónde es que nosotros podemos llegar
a Dios. Nos exhorta con vehemencia, porque sabe que si queremos
seguirlo (y es la manera de llegar al Cielo, porque Él mismo trazó
el camino), no tenemos otro modo que renunciar a nosotros mismos y
cargar nuestra propia Cruz de cada día...
Por
supuesto, esa Cruz que Jesús nos invita a levantar no es sólo la
que a modo de signo ponemos sobre nuestro pecho colgando de una cadena
o la que ponemos sobre nuestros
hombros cuando en Semana Santa representamos o participamos en un
Via
Crucis viviente...
Es la Cruz real que aparece cuando nos decidimos a vivir ese amor
efectivo con el que nuestra vida se hace servicio y entrega a nuestros
hermanos. Como la de los padres que cuando celebran como hoy su día,
pueden disfrutar de este don recibido porque se dedican a cultivar con
su amor sus frutos, los hijos. Cruz, porque el amor requiere la
decisión perseverante de
desvivirnos por nuestros hermanos, sin cálculos ni medidas, y esto
siempre reclama esfuerzo y sacrificio. Cruz de cada día ya que sólo
desgastando
toda nuestra vida al servicio de los demás es como podremos ganarla
para Dios (si sólo pensáramos en nosotros mismos, pretendiendo salvar
de ese modo nuestra vida, estaríamos perdiéndola). Sólo gastándola por
los demás, sin interrupciones ni cálculos, es posible ganar en
serio la
vida...
Cruz de
cada día porque nuestra vida deberá seguir siendo una entrega
generosa también cuando, si no nos llega antes la despedida, nos toque
ofrecerla mansamente en la postración de la enfermedad, en la que el
amor se traduce en pacífica aceptación de nuestras limitaciones, de
nuestros sufrimientos y de nuestra dependencia...
Cruz, en definitiva, de cada día, porque, podrá ir cambiando de forma,
de tamaño o de color, pero será siempre ella y sólo ella, la Cruz, la
que antes de Jesús fue simplemente un vil instrumento de tortura y
ejecución, y que Él transformó en el instrumento de la salvación, la
que nos marque el camino y la que nos lleve hasta Dios...
Lecturas
bíblicas del
Domingo XII del Tiempo Ordinario del Ciclo C:
- Así habla el Señor: Derramaré sobre la casa de David y
sobre los
habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de súplica; y ellos
mirarán hacia mí. En cuanto al que ellos traspasaron, se lamentarán por
él como por un hijo único y lo llorarán amargamente como se llora al
primogénito. Aquel día, habrá un gran lamento en Jerusalén, como el
lamento de Hadad Rimón, en la llanura de Meguido. Aquel día, habrá una
fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de
Jerusalén, a fin de lavar el pecado y la impureza. (Zacarías 12, 10-11;
13, 1).
- Hermanos: Todos ustedes, por la fe, son hijos de Dios en
Cristo
Jesús, porque habiendo sido bautizados en Cristo, han quedado
revestidos de
Cristo. Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre
libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno
en
Cristo Jesús. Y si pertenecen a Cristo, entonces son descendientes de
Abraham, herederos en virtud de la promesa (Gálatas 3, 26-29).
- Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban
con
él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le
respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista;
otros, Elías; y
otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado». «Pero
ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro,
tomando la
palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios». Y él les ordenó
terminantemente que no lo dijeran a nadie. «El hijo del hombre, les
dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los
sumos
sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar
al tercer
día». Después dijo a todos: «El que quiera venir detrás de mí, que
renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me
siga. Porque
el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su
vida por
mí, la salvará» (Lucas 9, 18-24).
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predicación...
Predicaciones
del P. Alejandro W.
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