Que viva en casa...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 9 de mayo de 2010, Domingo VI del Ciclo Litúrgico C, en la Abadía Santa Escolástica y en el Hogar Marín (clic aquí para verla y oírla en Youtube):

Casa propia1. TODOS QUEREMOS TENER UNA CASA... Y TAMBIÉN HACERLE UNA CASA A DIOS... "El casado casa quiere", dice el refrán, y puede aplicarse no sólo a quien se ha casado. Es una sana preocupación, y a veces muy dramática, ya que muchos en nuestra patria viven en la calle. Quizás hemos heredado de nuestras raíces italianas, tan extendidas en Argentina, el afán por el techo propio. Hay entre nosotros muchos descendientes de italianos que tienen esta preocupación como la primera y la central, y se los ve construir sus casas con sus propias manos, de manera artesanal, a veces durante muchos años, en el fondo de los terrenos de sus padres, y ayudados por ellos...

LujánPero también tenemos la sana aspiración de hacerle una casa a Dios. Luján es un ejemplo de un Santuario construido como la Casa de Dios en la que María, la Madre de Jesús, convoca a sus hijos. Todos los países de América Latina tienen al menos un gran Santuario mariano (y muchas veces más de uno). El de Luján, con su estilo gótico, expresa no sólo el lugar en el que queremos encontrarnos con Dios, sino también y principalmente nuestra búsqueda de Dios, a quien ponemos en la mayor altura. Sus agujas dirigen nuestra mirada hacia Dios. Y todos sus arcos, esbeltos y elevados, al tiempo que nos hacen sentir pequeños ante la inmensidad de Dios, elevan todo nuestro espíritu hacia el que habita "en lo alto". Sin embargo, a la hora de las grandes concentraciones, como en la celebración de ayer de la Solemnidad de Nuestra Señora de Luján presidida por el Cardenal Bergoglio, reclaman celebrar la Misa en la plaza, ya que los fieles no caben en el Templo. Por eso, y con todo lo bueno que nos brindan los Templos, no alcanzan para garantizarnos nuestro encuentro con Dios, y él mismo viene a nuestro encuentro...

Pesebre2. DIOS ES EL QUE QUIERE PONER SU MORADA ENTRE NOSOTROS... De todos modos, aunque todas nuestras preocupaciones para buscarle un lugar a Dios en nuestra vida son importantes, tengamos presente que el mismo Dios es el que quiere buscarse un lugar entre nosotros. En eso consiste, precisamente, el misterio de la Encarnación. Dios, que está más allá del tiempo y del espacio, nació en Belén para tener su morada entre nosotros...

Tumba vacíaJesús, además, no se limitó a quedarse en Belén. Para salvarnos, murió en la Cruz, venciendo allí el poder del pecado y de la muerte, y habiendo resucitado, viene con el Padre y el Espíritu Santo a poner su morada en el corazón de cada uno de los que lo aman...

Nuestro amor a Dios nos hace vivir en comunión con Jesús. Él mismo nos dice hoy con el Evangelio de San Juan que viene a habitar en quien lo ama, junto con el Padre y el Espíritu Santo. Nuestro amor a Dios, como el mismo amor divino, es diálogo y servicio. Para que nuestro amor a Dios, entonces, le abra las puertas de nuestro corazón, nos hacen falta dos cosas. En primer lugar nos hace falta rezar (la oración es la forma que toma nuestro diálogo cuando se dirige a Dios). Pero además hace falta que nos pongamos en disposición de servicio, como Él mismo se puso al servicio de cada uno de nosotros desde la Cruz y resucitando desde el sepulcro, que por la fuerza del Amor de Dios se vio derrotado y quedó vacío. Y con esta disposición al servicio seremos capaces de hacer lo que Él nos dice...

BergoglioEsto es lo que ponía en evidencia ayer en su Homilía el Cardenal Bergoglio (Homilía en el Santuario de Luján, 8/05/2010), invitándonos a pedir la gracia de saber trabajar por la Patria, para hacerla crecer en la paz y en la concordia que nos da sabernos hermanos, desterrando así todo odio y todo rencor entre nosotros. En Luján hay un signo para nuestra Patria, nos decía el Cardenal Bergoglio, porque allí todos tienen lugar, todos son reconocidos como hijos y por eso todos pueden compartir la esperanza...

Nuestra secuencia salvadora, tal como hoy nos lo anuncia Jesús, seguirá siempre el mismo camino: si realmente lo queremos a Jesús, ese amor nos hará capaces de ser fieles a su Palabra, ya que Él mismo nos hará capaces de esa fidelidad. De esta manera, habitará en nosotros y sus presencia nos hará cada vez más capaces de quererlo y ser fieles. Su presencia salvadora nos introducirá en el círculo virtuoso del Amor, que surge y se alimenta de la Cruz y de la Resurrección de Jesús...

Santa Teresa del Niño Jesús y la Santa Faz3. HAY QUE AMAR A TODOS, PORQUE DIOS QUIERE HACER EN TODOS SU MORADA... Por otra parte este amor que nos hace vivir en comunión con Dios nos hace comprender también la parte que más nos cuesta del llamado al amor con el que Dios nos exhorta, con su Palabra más comprometedora, el amor fraterno hacia todos los hombres...

Recordemos lo que hacía santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz. Ella describió su vida espiritual , publicada después como "Historia de un alma", porque se lo ordenaron sus Superioras. Así pudimos enterarnos de algunos de sus "secretos" que la han hecho tan grande a los ojos de Dios. Escribía ella que no todas las religiosas de su comunidad le caían igualmente bien. Pues a dos que le resultaban más difíciles, porque no la trataban bien, ella les dedicaba los gestos más intensos de su caridad, al punto que ellas mismas creían ser "las preferidas" de santa Teresita, que siempre tenía para ellas grandes gestos de servicio y caridad...

Amor a todosPuede ser que muchas veces hayamos encontrado muchos motivos para no querer a alguien, y esto siga pasándonos especialmente en esta Argentina doliente de hoy, en la que estamos tan acostumbrados al enfrentamiento y a la discusión, y tan poco habituados a darnos la mano con el que viste, hace o piensa distinto, para ayudarnos a construir juntos lo que es de todos, esta patria (don, porque nos fue regalada, y tarea, por todo lo que en ella falta por hacer). Pero si tenemos en cuenta que Dios quiere hacer en todos su morada, también en aquellos en quienes nosotros no encontramos motivos que nos muevan al amor o la compasión, quizás logremos darnos cuenta como santa Teresita que, habiendo sido redimidos por el Amor de Dios, que quiso poner su morada en nosotros y todos los demás, nuestro corazón será un lugar donde Dios se encuentre a gusto si no excluimos a nadie de nuestro amor...


Lecturas bíblicas del Domingo VI de Pascua del Ciclo C:

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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