El amor al que Jesús nos llama...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 2 de mayo de 2010,
Domingo
V
del Ciclo Litúrgico C, en la Abadía Santa
Escolástica y en el Hogar
Marín (
clic
aquí
para verla y oírla en Youtube):
1. TODAS
LAS COSAS,
CON EL TIEMPO, O SE GASTAN O SE PONEN VIEJAS... Lo experimentamos, por
ejemplo, con los zapatos. Algunos nos resultan especialmente
cómodos,
nos gustan
de manera especial y nos encariñamos con ellos, al punto de
cuidarlos
con especial dedicación. Pero, por más que
queramos hacerlos durar,
llega un
momento en que ya no aguantan un solo paso más, están tan gastados que
tenemos que jubilarlos. Lo mismo pasa con la ropa, a veces le tomamos
especial cariño...
Algunas
cosas se ponen viejas. cuando yo era mucho más joven (era joven de
verdad), en las Misas de la Juventud (así se llamaban en ese tiempo las
que se celebraban dando espacio a lo que la Liturgia renovada permitía,
con ánimo de atraer a los jóvenes, preparábamos las hojas de canto
utilizando un artefacto que nos parecía una maravilla y un
descubrimiento de la ciencia, pero que hoy consideraríamos
antediluviano: el mimeógrafo. Una vez preparada la hoja especial
tipeada en la máquina de escribir, había que dar vuelta a la manivela
para consefguir, con un movimiento mecánico, cada una de las copias.
Hoy sin dudas, no tanto tiempo después (¿o sí?), sería una pieza
valiosa para un museo...
De todos
modos, no sucede sólo con las cosas inanimadas. Nuestro
propio
cuerpo también "se gasta" o "se pone viejo". Con el tiempo
vamos
perdiendo el pelo, y el que nos queda es cada vez más
finito. También
se nos comienza a arrugar la piel, que nos queda más extensa
que lo que
tiene para cubrir (de allí que vayan apareciendo los
"pliegues" y las
arrugas). Además, al revés
de lo que quisiéramos, con el tiempo se nos van poniendo
más duras las
articulaciones, y más blandos los músculos y los
huesos. Pero esto no es todavía lo peor. También se nos
puede poner "viejo" el
corazón. Cuando esto sucede se nos va poniendo duro e
insensible, se
nos queda cada vez más agrio y se nos llena de grietas. Esto
sucede
especialmente con las tristezas y
las amarguras que no logramos asimilar...
No podemos hacer mucho para que las cosas no envejezcan, pero
sí
podemos, en cambio cuidar nuestro corazón, para que
permanezca siempre
joven. Viene en nuestro auxilio Jesús, que nos muestra y nos
trae el
Amor de Dios, y nos llama a nosotros a vivir en el amor...
2. EL
AMOR CON EL QUE JESÚS NOS AMA ES LA FUENTE DEL AMOR AL QUE
JESÚS NOS LLAMA...
Jesús
nos dice hoy, como a los Apóstoles en la Última
Cena, que nos da un
mandamiento nuevo. Tengamos en cuenta, para comenzar, que
Jesús, antes
de pedirnos nada, nos da todo lo que
nos pide. Él es el que nos ama primero. Y su amor por
nosotros, que es
un amor que salva, se dejó ver en la Cruz y
floreció en la
Resurrección, con la que venció el encierro en el
que nos dejó el
pecado
y superó las ataduras de la muerte...
El amor
con el que Jesús nos ama es la fuente de la que surge el
amor
al que Jesús nos llama. Jesús nos ha
enriquecido con su Amor, que
es el
de Dios, que hace nuevas todas las cosas, y que nos hace a nosotros
capaces de vivir como Él vivió y amar como
Él nos amó. Porque si hay
algo asombroso en lo que Jesús nos dice hoy, no
está en que nos llame a
vivir en el amor, sino en la medida increíble con la que
Jesús nos hace
capaces de amar y con las que nos llama a vivir en el amor: como
Él
mismo nos ha amado a nosotros...
Por eso
es que podemos decir que este amor al que Dios nos llama,
aunque se llame "mandamiento" no se entiende del todo si
sólo se lo
mira como una obligación. En realidad, el amor al que Dios
nos llama
sólo es comprensible como una
fuerza interior que Él mismo pone en nosotros con su amor,
ya que Jesús
mismo nos da la capacidad de hacer lo que después nos manda.
Por eso,
el amor al que Jesús nos llama no es algo que "se cumple"
haciendo una
o más cosas, que se puedan listar en una planilla, y que
vamos marcando
como quien completa una lista de tareas. Es una actitud permanente ante
nuestros hermanos, que necesitamos aprender de Jesús...
Si para
comprender la medida del amor al que nos llama lo miramos a
Jesús y lo
que hace con nosotros, nos vamos a dar cuenta,
en primer lugar, que se trata de
un amor que se extiende a
todos.
Nadie queda afuera del amor de Jesús, y nadie debe quedar
fuera de
nuestro amor. Puede ser que a veces alguno de nosotros quiera dejar
fuera de su amor a algún vecino que ya lo tiene harto, pero
no podemos
hacerlo, ya que Jesús dio su vida también por
él. Puede ser que alguno
quiera excluir de su amor a algún político,
creyendo que no se lo
merece, pero no es posible, porque Jesús resucitó
también para él.
Incluso alguno puede llegar a querer excluir de su amor a
algún
sacerdote, e incluso a algún Obispo, porque le ha tocado
sufrir mucho
daño por su causa; sin embargo, deberá pensar que
Jesús ha dado la vida
por todos. El amor de Jesús es un amor que no se da por
vencido e
insiste ante todos, incluso con las "ovejas perdidas", y nos
enseña de
esa manera a no bajar los brazos ante las dificultades que, sin duda,
se nos presentarán si queremos vivir en el amor. Además, el amor de
Jesús es
un amor
constante,
y nos ayuda a comprender que no alcanza con un amor
"espasmódico".
Finalmente, el amor de Jesús es
un amor que da la vida por aquellos a quienes ama, y
nos
recuerda que
la única medida que puede tener el amor es que sea sin
medida...
3. EL
CIELO Y LA TIERRA NUEVA SERÁN FRUTO DEL AMOR AL QUE JESÚS NOS LLAMA...
El Cielo nuevo y la Tierra nueva de la
que nos
habla San Juan en el Apocalipsis es fruto del amor al que
Jesús nos
llama, que hace nuevas todas las cosas. Este mundo que nos parece
"viejo y achacoso" con tantas sombras y oscuridades que lo embargan,
necesita del amor perseverante al que Jesús nos llama para
cambiar su
rostro, siempre de manera renovada y con instrumentos renovados,
conforme a la altura de los tiempos...
El Papa predica hoy la
Palabra de Dios de siempre, pero no se limita a los instrumentos del
pasado sino que agrega los medios apropiados de nuestro tiempo. Esta
mañana era posible encontrar su predicación dicha apenas unas horas
antes en Turín, en su visita a esa Ciudad para la Exposición de la
Sábana Santa, en el
Canal
del Papa en Youtube. (cf. la imagen que vemos a la
izquierda).
Cuenta también con el
Servicio
Informativo Vaticano (VIS), que además tiene su propio
Blog...
Será bueno que nos hagamos
ver como
cristianos, viviendo fieles al camino por el que Jesús nos
llama, utilizando todos los medios que para eso hoy tenemos a mano.
Jesús confía, y con
razón, que el amor que nos tengamos
unos a
otros permitirá a los demás que nos
identifiquen como sus
discípulos. Será la manera
efectiva de hacer visible la fuente del único Amor que
es capaz de hacer
nuevas todas las cosas...
Lecturas
bíblicas del
Domingo V de Pascua del Ciclo C:
- Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a
Antioquía de
Pisidia. Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a
perseverar en
la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas
tribulaciones
para entrar en el Reino de Dios. En cada comunidad establecieron
presbíteros, y con oración y ayuno, los
encomendaron al Señor en el que
habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a
Panfilia. Luego
anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía.
Allí se
embarcaron para Antioquía, donde habían sido
encomendados a la gracia
de Dios para realizar la misión que acababa de cumplir. A su
llegada,
convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios
había hecho con ellos y cómo había
abierto la puerta de la fe a los
paganos (Hechos de los Apóstoles 14, 21b-27).
- Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el
primer
cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe
más. Vi
la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que
descendía del cielo y venía de
Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo. Y
oí una voz potente que decía desde el trono:
«Esta es la morada de Dios
entre los hombres: él habitará con ellos, ellos
serán su pueblo, y el
mismo Dios estará con ellos. El secará todas sus
lágrimas, y no habrá
más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de
antes pasó».
Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas
todas las
cosas» (Apocalipsis 21, 1-5a).
- Durante la Ultima Cena, después que Judas
salió, Jesús dijo:
«Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido
glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en
él, también lo
glorificará en sí mismo, y lo hará muy
pronto. Hijos míos, ya no estaré
mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo:
ámense los unos
a los otros. Así como yo los he amado, ámense
también ustedes los unos
a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis
discípulos:
en el amor que se tengan los unos a los otros» (Juan 13,
31-33a y
34-35).
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la
predicación...
Predicaciones
del P. Alejandro W.
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