Esta es mi predicación para hoy, 21 de febrero de 2010,
Domingo
I de Cuaresma del Ciclo Litúrgico C,
en la
Abadía Santa
Escolástica y en el Hogar
Marín:
1. ALGUNAS MENTIRAS CONSISTEN EN VERDADES QUE SE DICEN A
MEDIAS... Hay
mentiras brutales, crudas, que son demasiado evidentes. No me refiero
sólo al "índice de inflación" (ya hace tres años, en la anterior
Cuaresma con el Ciclo litúrgico C, era evidente que no era el que se da
a conocer cada mes en
la Argentina, y hoy sigue por el mismo camino esa mentira, basta
comprar algo cada tanto para constatar la falsedad). Hay cosas
más graves.
Cuando oímos hablar del aborto como un derecho de la mujer a
disponer
sobre su propio cuerpo, todos sabemos que se trata de una mentira. Es
evidente que cuando se produce un aborto no se trata de la mujer
disponiendo sobre su propio cuerpo sino sobre la vida de su hijo, que
está en su seno totalmente indefenso y depende totalmente de
su madre...
Pero hay otras mentiras más escondidas,
disfrazadas con verdades a
medias, que se convierten en mentiras no por lo que dicen sino por lo
que ocultan. Todas las tentaciones, las de Jesús y las
nuestras, no son
más que mentiras disfrazadas con los colores de la verdad
(de todos
modos, por más que las tentaciones quieran disfrazar su
mentira con la
verdad, hay que tener en cuenta que les pasa siempre lo mismo que a la
mona, que se viste de seda: mona queda)...
Es
necesario el pan, y la leche, y todas las cosas ricas con las que nos
alimentamos para reponer nuestras fuerzas. Pero el demonio
tratará de
hacernos colar su mentira detrás de esta verdad,
haciéndonos creer que
lo único importante es el pan y todo lo que el pan
significa. Y
entonces tratará de hacernos creer que además del
pan necesitamos la
carne, y por la tanto la vaca, y la leche y también el dulce
de leche.
Detrás de la necesidad del pan vendrá la
tentación de pensar que
tenemos derecho a tratar de sacarle la frutilla al que está
compartiendo con nosotros una torta. Y de la misma manera
vendrá la
tentación de pensar que necesitamos muchas más
cosas, desde el pan
hasta las computadoras más sofisticadas, con todo lo que hay
en el
medio entre una cosa y otra. Y así se llegará a
la tentación de pensar
que se puede llegar a hacer guerra y matar si no tenemos todo el pan
que queremos, o si no nos conformamos con el pan y además
queremos
garantizar el futuro acaparando toda la producción de
semillas, o el
agua, o todo el petróleo o las demás fuentes de
energía, o las
maquinarias, o toda la tecnología. De esta manera
seguramente se generaron todas las
guerras que han azotado la humanidad, desde que Caín
mató a Abel...
También
hace falta el poder. Sabemos que todo poder legítimo viene
de Dios y es
ciertamente necesario para lograr algunas cosas, como por ejemplo
organizar una nación, un país o una
comunidad. El mismo Dios ejerce su
poder en favor de todos. Siendo Él quien hizo el mundo y el
que nos ha
donado la vida, de Él depende todo y dependemos todos, a
cada instante
y su poder Creador sostiene el mundo en el ser. Él nos ha
regalado este
mundo y ha hecho de él nuestra casa, mientras peregrinamos a
la suya,
que Él mismo nos ha preparado en el Cielo. Pero el demonio
tratará de
colarnos detrás de esta verdad su propia mentira,
haciéndonos creer que
es él quien nos puede dar el poder que
ambicionamos, con la sola
condición de someternos a sus ídolos (la fama, el
sexo, el dinero),
para rendirles culto y admiración. Para hacerlo
tratará de ocultarnos
una verdad contundente, y es que fue derrotado para siempre por
Jesús
en la Cruz...
Es
evidente que Dios
puede hacer todos los milagros que quiera. No sólo
está dentro de su
poder sino que se trata verdaderamente de una posibilidad. Aunque con
los milagros se va más allá de lo que dicen las
leyes de la naturaleza
que Él mismo estableció, son muy conformes a la
grandeza de su Amor.
Pero el demonio tratará de colarnos su mentira
detrás de esta verdad,
haciéndonos creer que podemos pedirle a Dios que haga
siempre lo que
nosotros queremos, y que de esa manera una vida feliz consiste en
sentarse a esperar que Dios se haga cargo milagrosamente de todo para
satisfacer nuestros gustos y necesidades, de modo tal que si Dios no
hace los milagros que a nosotros se nos ocurre tenemos derecho a
presentarle nuestras quejas por no querernos lo suficiente...
Así fueron las tentaciones de Jesús, a
quien el demonio quiso sacarlo
del camino que Dios su Padre le había trazado,
haciéndolo ambicionar el
pan, y poder y los milagros, para solucionar todas las dificultades que
se le presentaron en el desierto, símbolo de la vida en la
tierra...
2. JESÚS NOS ENSEÑA A VENCER LAS
TENTACIONES CON LA PALABRA DE DIOS...
Es posible vencer las tentaciones. Jesús, en el desierto,
nos enseñó a
hacerlo. La Palabra de Dios, es decir, Jesús mismo (Palabra
de Dios que
se hizo Hombre para salvarnos), nos tiene siempre preparada la
respuesta que desenmascara la mentira que se encierra en toda
tentación, para que podamos superarla...
Ante
las
tentaciones que se esconden detrás de la necesidad del pan,
es decir,
todas aquellas que se resumen en la ambición de tener, tener
cada vez
más, tener todo, tener aunque sea quitándole a
otros, tener a costa de
los excluidos que no tienen ni siquiera lo más
básico para atender sus
necesidades más primarias, Jesús nos recuerda con
la Palabra de Dios
que "No sólo de pan vive el hombre". Por lo tanto, aunque
nos haga
falta el pan, y muchas otras cosas, tenemos que desenmascarar esa
mentira que nos hace vivir sólo para el pan, y muchas otras
cosas, en
vez de utilizar el pan, y todas esas cosas, simplemente para vivir. Y
en este tiempo de Cuaresma, que la Iglesia nos propone para
preparar la
celebración de la Pascua, tenemos un instrumento fundamental
para
ejercitarnos en esto, el
Ayuno. Llevando en estos
días una vida
más austera, tratando de acostumbrarnos a conformarnos con
lo necesario
sin correr detrás de los superfluo, podremos recordar que no
vivimos
para el pan ni para ninguna otra cosa, sino que todas ellas nos ayudan
a vivir para Dios y para nuestros hermanos...
Ante las
tentaciones que se esconden detrás de la
atracción del poder, es decir,
todas aquellas que se resumen en el deseo de ser como Dios, de poder
disponer de nuestra vida y de la vida de los demás
según nuestro gusto
y antojo de cada momento al precio de rendirnos a los ídolos
que se nos
presentan en el lugar de Dios, Jesús nos recuerda con la
Palabra de
Dios: "Sólo a Dios rendirás culto". Por lo tanto,
ante tantos ídolos
que hoy se nos presentan, prometiéndonos la felicidad plena
y la
saciedad de todas nuestras necesidades, ante tantas propuestas que
pretenden ocupar el lugar de Dios, absorbiendo nuestra
atención,
nuestro tiempo y nuestro corazón, hace falta descubrir su
falsedad. Y
en este tiempo de Cuaresma que nos prepara para celebrar la Pascua
contamos con una herramienta fundamental para centrar nuestra vida en
Dios, la
Oración. Rezando
más intensamente en este tiempo,
podremos recuperar para Dios el lugar central que tiene en nuestra
vida, sin que nada nos distraiga de Él...
Ante las
tentaciones que se esconden detrás del deseo de milagros que
simplifiquen nuestra vida haciéndonos superar todas las
dificultades
que en ella se presentan y soñando con que Dios pueda
hacerse cargo de
todo lo que no podemos hacer personalmente y queremos ver solucionado
de forma inmediata, en nuestra vida personal y en nuestra
organización
social, Jesús nos recuerda con la Palabra de Dios: "No
tentarás al
Señor tu Dios". Esto nos ayudará a
descubrir que, en realidad, aunque
es necesario estar siempre abiertos a la omnipotencia de Dios,
que
puede hacer todo lo que quiere y cuando quiere, también es
necesario tener en cuenta que Él cuenta con
nosotros para realizar sus
milagros cotidianos. Y en este tiempo de Cuaresma que nos
prepara para
celebrar la Pascua contamos con un gran instrumento fenomenal para
participar con nuestras manos en los milagros de Dios, la
Limosna.
Ella
nos
permite realizar cada día
el pequeño y al mismo tiempo
trascendente milagro del amor. Compartiendo nuestros bienes con los que
tienen necesidad de ellos, seguirá realizándose
ese milagro del amor
fraterno, que desde los primeros tiempos ha caracterizado a los
cristianos...
3. CON
JESÚS PODEMOS DESCUBRIR LAS MENTIRAS Y VENCER LAS
TENTACIONES... Las
tentaciones existen, hoy como ayer, y estarán
también mañana. A Dios
Padre le pedimos en nuestra oración que nos libre del mal,
pero no que
nos libre de las tentaciones, sino que nos ayude a superarlas. Las
tentaciones no pueden con nosotros más que lo que nosotros
queramos que
puedan. Y para superarlas, lo que hace falta es descubrir la mentira
que encierran...
Por eso en este tiempo
de Cuaresma, que nos prepara para celebrar en la Pascua el momento
culminante de nuestra salvación, la Resurrección
de Jesús, seguimos el
camino de Jesús, que nos ayuda a descubrir y superar la
mentira de las
tentaciones. Jesús se fue al desierto y allí
superó todas las
tentaciones con las armas que hoy nos presenta. Puede ser que nosotros
no tengamos demasiado a mano un desierto, pero
sí podemos hacernos al menos un
tiempo de
desierto, es decir,
podemos hacer un poco de vacío y de silencio entorno a
nosotros,
reencontrar el
camino de nuestro corazón, sustraernos al ruido y a las
urgencias que
vienen de afuera, para entrar en contacto con las fuentes
más profundas
de
nuestro ser y de nuestro creer...
Para eso sirve este tiempo de Cuaresma, tiempo fuerte en el
que
preparamos la celebración de la Pascua. Podemos hacer de la
Cuaresma un
tiempo de ejercicio y de entrenamiento, un tiempo de
conversión, que
sirve para retomar el camino perdido y volver a vivir
con integridad
nuestra vocación bautismal. Un tiempo, entonces, en el que
con el
ayuno, la
oración y la
limosna,
nos podemos
zambullir
más intensamente
en la Palabra de Dios, para aprender en ella a desenmascarar las
mentiras que se encierran en las tentaciones, y así
vencerlas con
Jesús, que nos ha mostrado como hacerlo...