Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, 15 de agosto de 2004, Solemnidad
de la Asunción de la Virgen, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases
de las lecturas bíblicas de la Misa del día:
- En ese momento se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y
quedó a la vista el Arca de la Alianza. Y apareció en el cielo un
gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una
corona de doce estrellas en su cabeza (Apocalipsis 11, 19a y 12, 1).
- En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos
revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo,
el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el momento
de su Venida (1 Corintios 15, 22-23).
- En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de
la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno,
e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las
mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la
madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de
alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue
anunciado de parte del Señor» (Lucas 1, 39-45).
1. NO SE SABE QUIÉN SE LLEVA LAS MEDALLAS HASTA QUE SE
TERMINAN LAS OLIMPÍADAS... Se están desarrollando en Atenas los juegos
olímpicos, para la que algunos se preparan durante muchos años. Algunos,
incluso, participan en ellos una sola vez en la vida, así que puede decirse que
toda su vida deportiva es una preparación para llegar a las Olimpíadas, sin
garantía alguna, por supuesto, de alzarse con una medalla. Para nosotros pasan
rápido, dentro de quince días estas Olimpíadas ya habrán terminado, pero para
los que se preparan por largo tiempo para participar en ese acontecimiento, ya
sea que ganen o no alguna medalla, se trata de una experiencia que, seguramente,
los marcará para toda la vida...
La historia de las Olimpíadas (en su inicio eran encuentros deportivos de
todas las ciudades vecinas en el Santuario de Olimpia, Grecia), empezó hace
muchísimo tiempo. Ya desde el año 776 a.d.C. se lleva nota de quienes ganan las
distintas disciplinas, aunque, por lo que se sabe, se realizaban desde antes de
esa fecha. Tanta era su importancia, que, cada cuatro años, cuando llegaba el
momento de las Olimpíadas, se suspendían las guerras para que todos
pudieran participar (hoy, desgraciadamente, desde que volvieron a realizarse a
partir del año 1896, es al revés, a veces se suspenden las Olimpíadas por causa
de las guerras: 1916, 1940 y 1944)...
Pero, en realidad, las Olimpíadas representan una historia
aún mucho más vieja. Podemos pensar que esas competencias, en las que cada
cuatro años se concentran los mejores esfuerzos de deportistas de todas las
naciones, son como un símbolo de la búsqueda de toda la humanidad que, desde el
primer día de su existencia, se afana por alcanzar su meta...
No se trata de una meta a la que se llegue en forma automática. Dios nos ha
hecho a su imagen, y por eso mismo capaces de alcanzar la meta para la que nos
ha hecho, por nuestra propia decisión, con libertad. Por eso, aunque solos no
podemos llegar a la meta a la que Dios nos llama, porque está muy por encima de
nuestra capacidad, para alcanzarla hace falta, por una parte, querer hacerlo, y
además es necesario "tomar la antorcha" que la invitación de Dios nos propone, y
ponerse en camino...
2. LA ASUNCIÓN DE MARÍA A LOS CIELOS NOS MUESTRA QUE ELLA
LLEGÓ A LA META... La Solemnidad que hoy celebramos nos muestra a María, que ya
ha llegado a la meta, ha sido llevada en cuerpo y alma al Cielo. Conviene
saber por qué...
María es el "Arca de la nueva Alianza". Así como el Pueblo de Israel
llevaba las Tablas de la Ley, que Moisés recibió de Dios con los mandamientos,
en un cofre llamado "Arca de la Alianza", María llevó en su seno, desde el
momento de la Anunciación, a Jesús, nuestro Salvador, que realiza nuestra
Alianza salvadora con Dios. Jesús tomó su cuerpo del seno de María. De allí que
resultara coherente que Él mismo quisiera que el cuerpo de María, del que tomó
el suyo, no estuviera sometido a la corrupción del sepulcro. Por eso en María se
anticipó el resultado, la meta para la que Dios nos ha hecho, y que la muerte y
la Resurrección de Jesús nos permite alcanzar: María, después de su muerte, fue
llevada en cuerpo y alma al Cielo. En ella se realizó anticipadamente lo que a
nosotros nos espera en el fin de los tiempos...
De esta manera, María se ha convertido en una figura de la
Iglesia. Por una parte, Ella dio a luz a Jesús, nuestro Salvador; y la Iglesia
da a luz a los cristianos a través del Bautismo, para hacernos participar en esa
salvación. Además, Jesús la llevó a Ella al Cielo; y la Iglesia nos da cada día
los instrumentos para caminar hacia el Cielo, la Palabra de Dios y los
Sacramentos, instrumentos de la salvación...
El encuentro definitivo de María con Jesús resucitado no tuvo demora,
inmediatamente después de su muerte, fue llevada en cuerpo y alma al Cielo; el
nuestro tendrá que pasar por ese tiempo de espera que se dará entre nuestra
muerte y el fin del mundo. De todos modos, aunque la entrega de esa "medalla"
deba esperar, ya desde el momento mismo de nuestra muerte sabremos si hemos
alcanzado la meta, por el camino por el que Jesús nos llamó. Para que nos
aliente en nuestra marcha, miramos con gozo la resurrección de María, mientras
ansiamos y esperamos la nuestra...
3. HAY QUE VIVIR COMO MARÍA PARA ALCANZAR LA META A LA QUE
ELLA YA LLEGÓ... De María aprendemos no sólo cual es la meta, sino también el
camino por el que se llega, ya que María, además de Madre, fue una fiel
discípula del Señor...
María fue una Mujer de fe. Porque siempre le creyó a Dios, aceptando la
propuesta que el Señor le presentó a través del Ángel en la Anunciación,
abrió sus puertas al Misterio de Dios que en ella se hizo carne, y de esa manera
abrió las puertas del mundo para que llegara nuestro Salvador...
María fue una Mujer de esperanza. Por eso pudo ver cumplirse
las promesas de salvación que Dios hizo a su Pueblo desde los primeros tiempos.
Su visita a su prima santa Isabel fue la ocasión para que, con corazón lleno de
gratitud y de confianza, cantara sus alabanzas a Dios en el Magnificat (es la
parte del Evangelio de hoy que no hemos trascripto al inicio, Lucas 1,
46-56)...
Pero María es también una Mujer llena de amor. Por esta razón,
enseguida después de recibir la Anunciación, partió sin demora para visitar a su
prima santa Isabel, mujer anciana de quien nacería san Juan el Bautista. María
nos muestra de esta manera que el camino no es sólo fe y esperanza, sino también
y principalmente amor. Nos muestra que el servicio es el camino que nos lleva a
Dios. Las Hermanitas de los Pobres nos muestran un modo de ese servicio,
buscando el rostro de Jesús en los ancianos enfermos, y enseñándonos a servirlos
con amor. De éste o de otro modo, sabemos que siempre el camino para alcanzar la
meta será, como nos mostró con su vida María, mujer de fe, de esperanza y de
caridad, el servicio en el amor...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: