Algo especial...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, Domingo 14 de diciembre de 2003,
Tercer
Domingo de Adviento. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas
bíblicas de la Misa del día:
- ¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un guerrero victorioso!
El exulta de alegría a causa de ti, te renueva con su amor y lanza por ti
gritos de alegría, como en los días de fiesta (Sofonías 3, 17-18).
- Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense. Que la bondad
de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca. No se
angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y
a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar
sus peticiones a Dios (Filipenses 4, 4-6).
- La gente le preguntaba [a Juan el Bautista]: «¿Qué debemos hacer
entonces?». El les respondía: «El que tenga dos túnicas, dé una al que no
tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto». Algunos publicanos
vinieron también a hacer bautizar y le preguntaron: «Maestro, ¿qué
debemos hacer?». El les respondió: «No exijan más de lo estipulado». A su vez,
unos soldados le preguntaron: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?». Juan les
respondió: «No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y
conténtense con su sueldo» (Lucas 3, 10-14).
1. CADA UNO DE NOSOTROS, SURGIDO DEL AMOR DE DIOS, ES ÚNICO
E IRREPETIBLE... A pesar de que la ropa se hace en serie, siguiendo la medida de
diversos talles (que responden a medidas ideales, que muchas veces no se
corresponden con las que tenemos en realidad, y parecen obligarnos a ser todos
"más o menos iguales", según lo que dicta la moda en cada tiempo... A pesar de
que los zapatos se hacen dentro de dos o tres hormas, en diversas medidas (para
adultos masculinos, desde 35 a 47, según la medida que se usa en Argentina),
aunque nuestros pies no siempre se encuentren a gusto dentro de ellos, porque
pueden escaparse de los moldes habituales... A pesar de que a veces, por
ejemplo cuando votamos, estamos reducidos a un número, que suma o resta a las
pretensiones del ganador, según hayamos inclinado nuestra opción...
A pesar de todo esto, cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles,
desde el momento en que hemos surgido del amor personal con el que Dios nos
llamó a la existencia. Con nuestras virtudes y defectos, con nuestras
capacidades y limitaciones, con nuestras posibilidades y necesidades,
especialmente de la gracia redentora del amor de Dios, somos
irrepetibles...
Por eso, aunque Jesús viene para todos en esta Navidad (lo decíamos el
Domingo pasado), viene para cada uno de nosotros de manera especial, con los
dones que a cada uno de nosotros nos hacen falta. Y como consecuencia, también
la preparación de cada uno de nosotros a la Navidad toma su forma y su color
especial...
2. LA PREPARACIÓN DE LA NAVIDAD RECLAMA ALGO ESPECIAL DE
CADA UNO DE NOSOTROS... Nos los recuerda San Juan el Bautista, con su
predicación en el desierto exhortando a la conversión, al cambio de las
actitudes y de las costumbres, con la que responde a las preguntas de todos los
que se le acercan, cuando lo oyen predicar de la venida próxima del Reino de
Dios y de la salvación. Y en sus respuestas, encontramos luz para nuestra propia
conversión como preparación a la Navidad, en la que hoy se nos acerca nuevamente
Dios...
Hay algo que corresponde hacer a todos. Si Dios viene a salvarnos, con ese
gesto inmenso de su amor que consiste en venir a compartir nuestra condición
humana, para elevarla desde la postración del pecado a la santidad original,
para prepararnos a recibirlo tenemos que aprender de Él a COMPARTIR. Todos y
cada uno de nosotros podemos compartir con alguien o con muchos lo que somos y
lo que tenemos. Nuestro tiempo, nuestros bienes (nuestra ropa, nuestros
alimentos, y quizás muchas otras cosas), los dolores y los sufrimientos de los
demás. En todo caso, "compartir" es el nombre que toma el amor cuando se expande
entre personas que, como nosotros, estamos siempre limitadas. El mismo Amor de
Dios, cuando se hizo carne (Jesús), se expresó continuamente compartiendo todo
su ser y todo su haber con nosotros...
Pero además, como a los que le preguntaban, Juan el Bautista puede decirnos
a cada uno de nosotros un modo propio y específico de convertirnos y preparar la
Navidad. Para los que manejan los bienes de otros, como hacían los recaudadores
de impuestos en tiempos de Jesús, que eran llamados publicanos, la exhortación
es bien clara: no quedarse con lo que es de los demás. Dicho de manera más clara
todavía, no robar con guantes blancos, de una manera disimulada, porque siempre
será quedarse con algo que es de otro, y por lo tanto simplemente robar...
Para los que ejercen alguna autoridad, como hacían los soldados romanos,
representantes del imperio que sometía a los judíos en tiempos de Jesús (¿y
quien de nosotros no ejerce cierta autoridad? se lo hace en la familia, en el
trabajo, hasta con los amigos...), la consigna será no utilizarla para obtener
beneficios personales. La autoridad es legítima cuando se la entiende con
relación a su origen, el "Autor", es decir, el que genera, el que da vida. Y por
eso la autoridad debe entenderse siempre como un servicio que tiene por
finalidad ayudar a hacer más digna, más fácil y más posible la vida de los
demás...
3. JESÚS QUIERE VENIR A NUESTRO CORAZÓN: HAY QUE PREPARARLE
UN PESEBRE... En definitiva, lo que hizo Juan el Bautista fue simplemente
identificar las formas con las que el pecado se escondía en aquellos que le
preguntaban, exhortándolos a cambiar. Nosotros, que queremos prepararnos para
recibir a Jesús en esta Navidad, sabemos que el camino es la conversión, el
cambio del corazón...
Nos toca, entonces, descubrir las formas que toma el pecado para esconderse
en nuestro corazón, y cambiar en eso, para que se convierta en un Pesebre, en el
que Jesús se encuentre a gusto y en el que se quiera quedar. Este trabajo será
necesariamente personal, porque de esa manera son también las formas con las que
el pecado se esconde en nuestros corazones. El Pesebre que armemos, entonces, no
puede ser hecho "en serie", según un modelo común que sirva para todos.
Reclamará en nosotros algo distinto, algo especial, algo a la medida de cada
uno. Para recordarlo, en el Pesebre que venimos armando desde que comenzó el
Adviento, a lo que es común a todos agregamos ahora la nota "personal". Nos lo
recuerda San José, que vemos ahora al pie del Pesebre, que también se preparó
para recibir a Jesús, y nos recuerda que a nosotros también nos toca
hacerlo, a cada uno de una manera especial, propia y personal...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: