Poner en orden la casa...
Queridos amigos:
Esta fue mi predicación de hoy, Domingo 7 de diciembre de 2003, Segundo
Domingo de Adviento. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas
bíblicas de la Misa del día:
- Dios dispuso que sean aplanadas las altas montañas y las
colinas seculares, y que se rellenen los valles hasta nivelar la tierra,
para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios (Baruc 5, 7).
- Y en mi oración pido que el amor de ustedes crezca cada vez más en
el conocimiento y en la plena comprensión, a fin de que puedan discernir
lo que es mejor. Así serán encontrados puros e irreprochables en el Día
de Cristo, llenos del fruto de justicia que proviene de Jesucristo, para la
gloria y alabanza de Dios (Filipenses 1, 9-11).
- Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el
desierto. Este comenzó entonces a recorrer toda la región del río
Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los
pecados, como está escrito en el libro del profeta Isaías: "Una voz grita
en desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Los
valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán
aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados los
caminos desparejos. Entonces, todos los hombres verán la Salvación de Dios"
(Lucas 3, 2-6)
1. CUANDO RECIBIMOS VISITAS, TENEMOS QUE PONER EN ORDEN LA
CASA... Es bueno, de vez en cuando, recibir visitas en nuestra casa. Además de
la alegría de compartir con ellos un espacio de nuestra vida, es una oportunidad
que nos sirve para poner en orden la casa, cosa que ineludiblemente hay que
hacer cuando recibimos visitas...
Por ejemplo, cuando recibimos visitas tenemos que guardar en el ropero la
ropa que a veces se nos va juntando en una silla, o en un rincón de un pasillo,
o la que tenemos amontonada para lavar o para planchar, y que a veces no sabemos
dónde poner. Además, hay que poner los zapatos, que a veces nos quedan
desparramados por cualquier lugar, dentro del zapatero, o de un cajón donde se
los pueda amontonar. También hay que guardar los platos que se quedaron
escurriendo en el escurridor. Hay que inflar los almohadones de los sillones y
muchas cosas más...
Hay que quitar un montón de cosas que se interponen en el camino de los que
van a llegar: los paraguas, las camperas y los demás abrigos que se nos juntan
en la entrada, sobretodo si somos muchos en la casa, y cada uno "tira" sobre una
banqueta o un perchero todo lo que tiene encima cuando entra en la casa,
pensando: "después lo voy a ordenar". También a veces quedan en la entrada las
valijas o portafolios, las cartas o las cuentas que han llegado por correo, y
ese montón de papeles que nunca se sabe dónde poner para que estén a mano y no
los olvidemos. También hay que barrer, para quitar la tierra, sin esconderla
debajo de la alfombra...
Además de todo lo que hay que quitar, hay que poner algunas cosas. Por
ejemplo, algunas flores, un poco de perfume o un sahumerio. A lo mejor hay que
colgar un cuadro que hace tiempo tenemos ahí apoyado en una pared, o sobre un
mueble, pensando: "mañana lo cuelgo". A lo mejor hay que poner una bombita de
luz para reemplazar otra que se quemó...
En resumen, cuando tenemos invitados en casa, hay que facilitarles la
entrada, quitándoles los obstáculos y poniendo todo lo que puede ayudarles a
sentirse cómodos. Incluso si no saben cómo llegar a nuestra casa, necesitaremos
darles un plano, para hacerles más fácil el camino. A veces nos hará falta
arrasar con un montón de cosas, y ansiaremos tener una topadora que nos permita
hacerlo rápidamente...
Ahora, en este tiempo de Adviento, es Jesús el que se acerca a nosotros,
porque viene en esta Navidad, y tenemos que prepararnos para recibirlo...
2. PARA PREPARARLE NUESTRA CASA A JESÚS, NECESITAMOS
CONVERTIRNOS... Jesús viene a nosotros como en la primera Navidad, aquella de
Belén, con sólo un Pesebre para recibir a Dios hecho hombre. En realidad,
volvemos a celebrarla cada año, para que en Navidad podamos recibirlo nuevamente
a Jesús, como María, José y los Pastores en aquella primera
Navidad...
Jesús viene para todos los hombres de todos los tiempos. Pero la
predicación de San Juan Bautista nos ayuda a tener en cuenta que, para
prepararnos a recibirlo, necesitamos convertirnos. Esa es la manera de
prepararle un lugar a Jesús...
Como siempre, Jesús viene a nosotros pero no impone su presencia. Para que
llegue a nosotros tenemos que abrirle el corazón, que tiene llave sólo del lado
de adentro de su puerta. Para que pueda entrar, tenemos que quitar las barreras,
tenemos que allanarle los caminos, nos dice San Juan el Bautista, con su
predicación en el desierto...
Para eso, es necesario quitar todo lo que sobra en nuestro corazón. No será
la ropa, los zapatos o los paraguas que han quedado tirados, como cuando
ordenamos la casa. Pero es posible que también necesitemos una "topadora"
espiritual, que tenemos que poner en marcha durante este Adviento, para "aplanar
las montañas y las colinas", es decir, quitar todo lo que sobra en nuestro
corazón, a la hora de recibir a Jesús. Tendremos que quitar nuestras
prepotencias, desplantes, odios, indiferencias, venganzas...
Además será necesario poner todo lo que nos falta para que Jesús pueda
alojarse en nuestro corazón. No serán flores, o perfumes, o colgar cuadros, como
cuando arreglamos nuestra casa para recibir amigos. Pero será necesario
"rellenar los valles" que tiene nuestro corazón, haciendo más fuerte nuestra
oración, más audaz y comprometido nuestro amor, más constante e insistente
nuestra capacidad de perdón...
3. JESÚS VENDRÁ AL PESEBRE QUE LE HAGAMOS EN NUESTRO
CORAZÓN, CON AMOR... En definitiva, para preparar esta Navidad, convendrá tener
en cuenta que no son palacios ni grandes mansiones las que buscará Jesús para
alojarse. Le bastará un sencillo Pesebre...
Nosotros tendremos que armar ese Pesebre en nuestro corazón, con prisa y
sin pausa durante este Adviento, poniendo madera tras madera, reuniendo el pasto
que le hará de colchón. Todo eso lo podremos hacer incluso visiblemente, si a
vamos armando el Pesebre que ponemos en nuestra casa, de modo que cada figura
que vamos agregando, cada adorno que le sumamos, tenga como respaldo un gesto de
nuestra conversión y de nuestro amor...
Un abrazo y mis oraciones.
Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: