Vivir para siempre...

Queridos parientes y amigos:
 
Aquí va mi predicación de hoy, 11 de noviembre de 2001, Domingo XXXII del Tiempo Ordinario. Hice pie en estas frases de las lecturas bíblicas de la Misa de hoy:
 
  1. "Estamos dispuestos a morir, antes que violar las leyes de nuestros padres" (2 Macabeos 7, 2).
  2. "El Rey del universo nos resucitará a una vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes" (2 Macabeos 7, 9).
  3. "Es preferible morir a manos de los hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por él. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida" (2 Macabeos 7, 14).
  4. "Que el Señor los encamine hacia el amor de Dios y les dé la perseverancia de Cristo" (2 Tesalonicenses 3, 5).5. "No es Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él" (Lucas 20, 38).

 
I.- Una cosa muy curiosa: AUNQUE SABEMOS QUE VAMOS A MORIR, VIVIMOS COMO SI FUÉRAMOS A VIVIR PARA SIEMPRE. Es como si quisiéramos aferrarnos al tiempo que pasa, y no se puede detener, a lo que se está yendo o ya se fue.
 

Ayer, sin ir más lejos, veíamos el espectáculo lastimoso de un homenaje caricaturesco a un famoso futbolista. Sus "amigos", que deberían cuidar de él sobre todo en la enfermedad, montaron un circo, en torno a un pasado que ya no es. Seguramente hicieron un gran negocio, aunque con el grave riesgo de seguir haciéndole creer que su lugar es el de Dios, o poco más o menos (¿no es ésa su peor enfermedad...?).

II.- Todos vamos a morir, y en eso en realidad no sólo no es tan malo, sino que es, o puede ser, muy bueno. Dios nos hizo para la vida, es Dios de la vida. Pero nos hizo para una vida que no cabe dentro de ésta, que no es sólo una prolongación de esta vida "por más tiempo", sino la Vida que se vive junto a Él, con la resurrección. Por eso, teniendo en cuenta que nuestra vida de hoy es sólo el camino que nos puede llevar a la que vale, y que no tenemos aquí un destino que dure para siempre, NO IMPORTA SI ES LARGO O CORTO EL CAMINO, SINO QUE LLEVE A ALGUNA PARTE.

 
Los siete hermanos que el rey Antíoco quiso apartar de Dios amenazándolos con quitarles la vida, nos muestran el CAMINO QUE LLEVA AL BUEN FINAL: "nos resucitará a una vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes"; "es preferible morir a manos de los hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por él". Se trata, entonces, de vivir la vida conforme al camino que nos muestra Dios, para que dé fruto la muerte.
 
III.- Muchas veces la enfermedad es un camino de purificación, y otras el sendero que nos lleva a la muerte. Ya que se celebra hoy para la Iglesia en Argentina el Día Nacional del Enfermo (2° domingo de noviembre), podemos poner la atención en esta circunstancia siempre trascendente de la vida. Como decía Juan Pablo II, cuando él mismo yacía en el lecho de la enfermedad, entre la vida y la muerte (1981): LA CAMA DEL ENFERMO ES UN ALTAR: ALLÍ JESÚS SE OFRECE POR Y CON NOSOTROS A DIOS PADRE.
 
La enfermedad, que a veces nos hace depender tanto de otros,  nos lleva a poner nuestra confianza en Dios, porque nos hace experimentar el límite y la debilidad. Es un momento de purificación cuando le sigue la salud recuperada. Y es un momento de consagración (es decir, que sirve para "hacer sagrada" la vida), cuando nos lleva a la entrega total, a la muerte, y nos pone frente a las puertas del CIELO.
 
Sea como sea, no podemos despreciar la oportunidad, de nuestras propia enfermedad, o la de nuestros amigos y parientes: no es momento para lamentarse del tiempo que pasó, o el que no va a pasar, sino el momento de la ofrenda, de la entrega, en el que germina la vida en forma nueva, ya sea que le siga la salud, o la muerte. Dios "no es Dios de muertos, sino de vivientes". Y mientras caminamos con Él y hacia Él, nos acompaña y nos sostiene. Sólo con Dios es posible vivir para siempre...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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