Virtud de corazones grandes...

Queridos amigos:
 
Aquí va mi predicación del 14 de octubre de 2001, Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de hoy:
 
  1. "Acepta, te lo ruego, un presente de tu servidor" (2 Reyes 5, 15)
  2. "Tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses, fuera del Señor" (2 Reyes 5, 17)
  3. "Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos... Ésta es la Buena Noticia que yo predico" (2 Timoteo 2, 8)
  4. "Si hemos muerto con él, viviremos con él" (2 Timoteo 2, 11)
  5. "Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: «¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?» Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado»" (Lucas 17, 15-19)

 
Hoy es un día extraordinario. Han pasado cosas sorprendentes. Les muestro algunas:
a) El sol está, y nos da su calor y energía. Es cierto que está nublado, y no lo hemos visto todavía. Pero si no estuviera el sol, hace rato que ya estaríamos del todo congelados, o desintegrados, vaya uno a saber hacia donde habría salido disparada la tierra sin su centro de atracción. Por otra parte, las nubes, y esa lluviecita que a veces está cayendo, no viene nada mal... En este momento de primavera, viene muy bien para el trigo sembrado, y gracias a eso dentro de unos meses seguiremos teniendo pan. Así que, nublado y todo, el sol está, y no está nada mal...
b) Al respirar, cuando nos despertamos, hemos encontrado nuevamente que había oxígeno en el aire. Si no, nos hubiéramos ahogado, o, en realidad, no nos habríamos despertado... Tampoco esto está nada mal...
c) También pudimos darnos cuenta al despertar que hoy nuevamente circulaba sangre por nuestras venas. Cierto, si tenemos las arterias un poco tapadas, o tenemos problemas de presión y comemos con sal, quizás circule un poco menos o un poco más lenta, pero, de todos modos, la sangre está. Y esto tampoco está nada mal...
 
En definitiva, cada instante es una convergencia de una multitud de milagros, que muchas veces suceden sin que nos demos cuenta, o que damos por supuestos "necesarios", que nos corresponden, que son "nuestros derechos", y que nadie nos puede quitar.
 
Pero todavía hay más. Jesús, que murió en la Cruz, resucitó de entre los muertos, y vive. Y lo hizo para que nosotros también participáramos de su Vida, que es "la única", la verdadera. Y por eso, por pura misericordia de Dios, hoy hasta nuestra muerte se abre a la vida, la enfermedad a la salvación (esta palabra tiene la misma raíz que salud...), y el dolor a la paz.
 
Es una extraña manía, la que tenemos a veces, de obsesionarnos siempre por lo que nos falta, en vez de encontrar nuestra plataforma de partida para la actitud de cada día ante la vida, en "lo que está", que es mucho y no está nada mal...
 
Jesús hoy nos despierta, a través del que volvió a darle gracias, dándose cuenta de lo que le había pasado, a mirar las cosas en su verdadera dimensión. Basta que abramos los ojos y "nos demos cuenta". Diez fueron los curados, y uno solo vio lo que le había pasado. Sólo el extranjero (qué curioso, igual que el domingo pasado, un extranjero, que no tiene raíces en suelo propio, que está y vive "de prestado", que no tiene nada que perder...), fue quien se dio cuenta, y volviendo con corazón agradecido, encontró, además de la salud, la salvación.
 
Con una actitud agradecida, la vida se nos presenta en su verdadera dimensión, como un horizonte sin medida, en el que se nos presenta la oportunidad de abrirnos hacia la eternidad. La "gra"titud es una virtud propia de un corazón "gra"nde. Y sólo en un corazón así, grande, caben tantos regalos o dones con los que Dios nos trata cada día. Estos dones constituyen nuestras circunstancias, y son nuestra oportunidad.
 
Ortega y Gasset decía "Yo soy yo y mis circunstancias". A veces tomamos esta frase como un fatalismo: "yo soy yo, pero mi circunstancias son un desastre, y por eso yo no soy mejor de lo que soy, y no puedo hacer todo lo que quisiera hacer...". En realidad, Ortega y Gasset lo dijo en un sentido mucho más realista, y positivo: "Yo soy yo, y mis circunstancias son mi oportunidad". Sin las circunstancias, que erróneamente yo podría interpretar como limitaciones, yo sería un ser abstracto, sin ninguna posibilidad real. Las circunstancias hacen que yo sea así como soy, y mis posibilidades sean las que realmente tengo. Por eso son un gran don, son mi oportunidad, que no puedo despreciar...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
Consultas o comentarios, aquí:Correo



Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: