Esta fue mi predicación de hoy, 31 de diciembre de 2006,
Domingo
de la Sagrada Familia del Ciclo Litúrgico C, en la Abadía
Santa
Escolástica y en el Hogar
Marín:
1. CUANDO ESTAMOS EN
FAMILIA, TODOS SOMOS TAL COMO SOMOS DE VERDAD... Porque cuando estamos
en familia descansamos de las poses, siempre un poco prefabricadas, con
las que acostumbramos a presentarnos con una imagen que consideramos
presentable ante los demás...
Cuando
llegamos a casa, nos aflojamos la corbata, también aflojamos uno o dos
agujeros en el cinto del pantalón, tiramos los zapatos y nos ponemos en
patas o con chancletas, y hacemos otro montón de cosas para quedarnos
más cómodos. Pero no sólo cambiamos esas cosas más externas. Puede ser
también que dejemos de lado esa sonrisa más o menos armada con la que
nos movemos en los "lugares oficiales", y pongamos una cara más
"casera", de mal humor. Puede ser también que al llegar a casa dejemos
de lado la actitud de entusiasmo y emprendimiento que tenemos afuera, y
demos rienda suelta a nuestro cansancio. Incluso puede pasarnos que al
llegar a casa abandonemos los buenos modales del "mundo civilizado" y
comencemos a expresarnos a gritos, tanto cuando necesitamos algo, o
cuando no nos gusta lo que los otros hacen o dicen...
A veces
los chicos en este tiempo se van de vacaciones con las familias de sus
amigos, y terminan sorprendiendo a sus padres. Cuando vuelven, los
padres de los amigos felicitan a los padres del que estuvo en sus
casas, porque han sido muy educados, ayudaban en la vida cotidiana
cuando hacía falta cualquier cosa, mantenían ordenado el cuarto donde
dormían, todas cosas que, por supuesto, los chicos de la propia casa no
hacían. Los padres se sorprenden, pensando: "¿Cómo puede ser? En
nuestra casa nuestro hijo no es así, está siempre de mal humor cuando
se le pide algo, nunca tiene ordenado su cuarto, ¿qué le habrá
pasado?"...
Es que cuando estamos "en casa", o cuando vivimos "en familia", como se
hace aquí en el Hogar Marín (o como sucede entre las Monjas de una
Abadía, como aquí en Santa Escolástica), "somos como somos en verdad"
porque estamos en confianza, y no necesitamos aparentar. Por eso, es
muy bueno, para conocer más y mejor a Jesús, a quien hemos recibido en
el Pesebre en esta Navidad, que podamos mirarlo conviviendo "en
familia", como lo hacemos hoy celebrando la Fiesta de la Sagrada
Familia, porque de esa manera tiene mucho que enseñarnos, mirándolo en
la convivencia diaria, "tal como es en verdad"...
2.
DIOS NOS HA HECHO
PARA VIVIR EN FAMILIA, COMO JESÚS... Dios, hecho Hombre, nació y
vivió
durante largos treinta años de sus treinta y tres, en su familia de
Nazaret, con José y María. Jesús, naciendo en Belén
bajo el cuidado de
María y de José ha consagrado a la familia como la a primera y
ordinaria vía de su encuentro con la humanidad, nos decía el Papa
Benedicto XVI en el
Angelus
de hoy,
en el mediodía de Roma y al comienzo de nuestra mañana. Allí se
nos
mostró con toda naturalidad, y mirando esa familia podemos verlo tal
como es. La Sagrada Familia que lo recibió en Belén tuvo que huir
después
a
Egipto para protegerlo porque Herodes lo perseguía y lo quería
matar, y
tuvo que vivir en el exilio antes de regresar a Nazaret. Pero además,
en esa familia, que es para todos nosotros un verdadero
modelo, vemos
reflejado como un espejo cómo nos ha hecho a todos
nosotros, para
vivir
en familia...
Jesús
vivía sujeto a
José y María, los padres de familia, nos dice hoy San Lucas en
el
Evangelio. Él, que es Dios, y que es la máxima Autoridad (ya que
es el
Autor de todo), nos muestra que es obedeciendo como se aprende a
mandar...
¿No es justamente eso, el verdadero sentido de la obediencia y la
autoridad, lo que no está haciendo mucha falta a nosotros, en
esta
Argentina a la vez anárquica y mafiosa, en la que la obediencia y la
autoridad se compra y se vende como una mercancía? ¿Dónde
podremos
aprenderlo mejor que con nuestra mirada puesta en la Sagrada Familia?...
Pero San Lucas nos
muestra también que Jesús hacía caso primero a Dios, antes que a
cualquier otro, incluso José y María, y de esa manera se ocupaba de su
misión, la que tenía en el mundo, antes que de cualquier otra cosa.
Ahora bien, ¿no es justamente esto lo que nos hace falta en este siglo
XXI en el que, superando el decir del tango, el mundo es cambalache y
medio, no sólo medio cambalache? ¿No es volver a la obediencia a Dios y
a la fidelidad de cada uno a su propia misión en la gran familia del
mundo lo que puede volver las cosas a un orden que se ha perdido hace
mucho y cada vez se acerca más al desorden total?...
¿Dónde mejor que mirando a la Sagrada Familia vamos a aprender que el
mundo es de todos y para todos, como una gran familia, y que nadie
tiene derecho a tratar de pensarlo y construirlo marginando de él a los
que no le gustan, ya sea con el terrorismo armado o económico con el
manejo de la producción y del comercio, que se escapa de la ley matando
en nombre de Dios, o ya sea matando en el nombre de a ley, ejecutando
con la pena de muerte al que resulta culpable de delitos aberrantes, o
con el abuso o mal uso de la autoridad?...
3. LA SAGRADA FAMILIA ES
PARA TODOS
LA MEJOR ESCUELA DE HUMANIDAD... Para nosotros en nuestra vida
cotidiana, y para todos los que tienen la responsabilidad de construir
nuestro mundo en sus grandes dimensiones de la hoy llamada "aldea
global", mirar a la Sagrada Familia será siempre una escuela, y la
mejor, de humanidad...
Seguramente
muchos pensemos que necesitamos recuperar el respeto por la palabra
dada, el sentido de la obediencia a las reglas de juego y el compromiso
de cada uno con el bien de todos. ¿Y dónde podrá hacerse la experiencia
de estos valores, mejor que en con el calor del hogar, en la familia?...
Seguramente también nos parecerá imprescindible que cada uno
pueda
poner el esfuerzo propio al servicio de los demás, con la confianza en
que será acompañado por el esfuerzo de todos los demás, ya que sólo de
ese modo, con el esfuerzo de todos, puede construirse el bien común, es
decir, un bien que es necesario para todos, y sin el cual es imposible
para cada uno construir su bien personal. ¿Y dónde podrá hacerse esta
experiencia de manera más confiable y eficaz que en la experiencia
compartida de la vida familiar?...
En definitiva, si miramos cotidianamente la Sagrada Familia podremos
aprender todo esto, y al mismo tiempo estaremos preparando la Fiesta
del Cielo, la Fiesta de la Familia de Dios, la única que durará por
toda la Eternidad...