Esta fue mi predicación de hoy, 24 de diciembre de 2006,
Domingo IV de Adviento del Ciclo Litúrgico C, en la
Abadía Santa
Escolástica y en el Hogar
Marín:
1.
TODOS HEMOS APRENDIDO EN NUESTRAS FAMILIAS
CÓMO CELEBRAR LA NAVIDAD... Por esta razón,
aunque en navidad hay algunas cosas que hacemos todos, hay otras que
son
costumbres propias de cada lugar, y otras más que son propias de cada
familia. Por ejemplo, muchas veces en las familias en las que hay
varios que cantan bien y cultivan el gusto por esta capacidad, es
posible que
exista la costumbre de unirse rezando en algún momento de la
Nochebuena, cantando algunos
Villancicos u otros cantos apropiados para la ocasión. En las familias
en las que
no tenemos este don del canto, y por lo tanto no tenemos la posibilidad
de hacerlo demasiado bien, a lo mejor nos limitamos a otros modos de
oración, o un simple bendición de la mesa familiar de ese día...
Es cierto que algunas costumbres van cambiando en los últimos tiempos.
Aunque no suceda así en
otros lugares del mundo, ya es muy difícil
encontrar que en las Parroquias se celebre la tradicional "Misa de
Gallo", que ha sido paulatinamente reemplazada por Misas celebradas un
poco más temprano. Cada familia tiene que hacer su propia opción:
la Misa del 24 a la noche o del 25, ya sea a la mañana o a la tarde
(todo "se complica más" si el 24 cae en Domingo, porque comienzas las
preguntas, cuando no las peleas: si la Misa del 24 a la noche "vale"
para el Domingo o si también vale para la Navidad, y si hay que ir a
una Misa o a dos, como si Dios quisiera resolver con álgebra la
salvación).
También hay que elegir si primero se tiene la comida navideña y
después la entrega de los regalos, o al revés. Hay que tener en cuenta
si se celebrará con la familia entendida en un sentido
amplio (con primos, abuelos, los parientes de un lado o de otro, o un
año los de uno y otro año los de otro, o los dos), o sólo padres e
hijos. En fin, en cada
familia hay un modo de celebrar este fiesta especial...
En el
Hogar Marín todos vamos
aprendiendo año tras año de las
Hermanitas de los Pobres el sentido de la fiesta, que ellas tienen tan
claro porque su fundadora, la Beata Juana Jugan, les ha enseñado con
el testimonio y la palabra el sentido de la vida como camino al Cielo,
la gran fiesta a la que Dios nos invita, y por eso vamos aprendiendo
también cada año algo nuevo sobre la celebración de la Navidad, sin la
cual no habría Cielo para nosotros...
De todos modos, siempre podemos aprender algo más, y a la hora de
aprender, seguro que es mejor acudir a quien más sabe, desde el
comienzo, de la Navidad. Por eso el cuarto Domingo de Adviento, el
último Domingo antes de la Navidad,
siempre nos presenta a María como la figura central, ya que de ella
es de quien mejor podemos aprender a celebrar la Navidad...
2. MARÍA NOS
ENSEÑA CÓMO RECIBIR A JESÚS, QUE YA VIENE: DISPUESTOS Y HUMILDES...
María
fue una mujer pobre, de verdad y de corazón, y por eso mismo sin
ataduras. Su pobreza le enseñó a estar siempre disponible para lo que
Dios le propusiera, y pronta para responderle con fidelidad. Así se
la vio cuando el Angel Gabriel le anunció el misterio
de Dios hecho
Hombre que quiso nacer de ella. Así también partió embarazada, con
José, sobre un burro, hacia Belén, donde nació Jesús en un pesebre,
porque no había lugar para ellos en las casas y en los albergues... Y
nos enseña, entonces, a estar siempre dispuestos, para recibirlo a
Jesús siempre y del modo que Él quiera acercarse a nosotros...
Es verdad que se puede estar disponibles también teniendo mucha plata,
pero sin
duda es más difícil, porque con el dinero surgen muchos compromisos y
muchos miedos que nos atan y nos quitan libertad. De todos modos,
está claro que para recibirlo a Jesús es necesario estar dispuestos,
con la libertad con la que nos enseña María a tener el corazón puesto
del todo en Dios...
María
fue también una mujer de
fe, con la que respondía a Dios, que la había hecho Inmaculada desde el
primer instante de su concepción (esta es la razón por la que el Angel
la saluda llamándola "llena de gracia"). Porque era una mujer de fe, no
dudó ante el anuncio del Angel. Preguntó cómo sucedería lo que Dios
había dispuesto para
ella,
porque quería ser fiel al desposorio que ya había celebrado con José.
Pero esa pregunta no dejaba espacio para la duda ya que, movida por la
fe, desde el primer momento se puso humildemente en manos de
Dios, para que se hiciera en ella según "Su (de Dios) Palabra",
disponiéndose libremente como servidora...
Siendo
hombres y mujeres de fe, también nosotros podremos ser lo
suficientemente humildes como para asumir lo que nos toca en la vida,
especialmente en las circunstancias en las que por una u otra razón se
nos caen o se nos deshacen los sueños que nos hemos construido pensando
que todo debía ser con color y perfume de rosas en nuestra vida,
olvidándonos que éstas crecen protegidas por las espinas (en realidad
las circunstancias más duras nos ayudan a no vivir envueltos o rodeados
por
fantasmas, ídolos o fantasías). La realidad que tenemos
por delante, a veces llorosa y empobrecida, es la realidad del mundo a
la que Jesús sigue viniendo, como cada vez que celebramos la Navidad,
para traer lo que nos hace falta para salvarnos.
Simplemente, basta estar presentes en el lugar y en el momento en Jesús
viene...
Y María fue también una mujer llena de caridad. Por eso, estando
embarazada, partió sin demora a atender a su prima santa Isabel, que
también lo estaba, y de quien nacería san Juan el Bautista. Con un
corazón como el de María, pobre y por lo tanto dispuesto, creyente y
por lo tanto abierto a Dios, y caritativo y por lo tanto abierto a
nuestros hermanos para servirlos con amor, podremos recibir a Jesús que
viene a salvarnos...
3. HAY QUE ESTAR
JUNTO AL PESEBRE, COMO MARÍA
Y JOSÉ, PARA RECIBIR A JESÚS... Ya sabemos que en nuestra sociedad de
consumo la Navidad sufre por
desgracia una especie de "contaminación" comercial, que nos lleva a
correr el riesgo
de perder espíritu auténtico, que nos llama al silencio, al
recogimiento, ala
sobriedad, a una alegría que nace el corazón...
Esta contaminación, que
existe desde hace tiempo, puede llevar al absurdo de vaciar del todo la
Navidad, llevándonos a celebrarla sólo por obligación. En estos días en
los que se hacen tantos correos electrónicos con saludos recibí uno que
me llenó de estupor. Decía literalmente: "Para los que festejan por
tradición, para los que lo hacen por religión y para los que
preferiríamos que las fiestas no existieran para no festejar, un abrazo
fuerte". Yo creo sin embargo que es posible tomar la iniciativa para no
perder el sentido de esta fiesta. A san Nicolás, un
santo Obispo del siglo IV que se destacó por su amor a los niños, a
quienes visitaba con sus regalos para socorrerlos en su pobreza y
ayudarlos a celebrar la Navidad, nos lo han querido transformar en un
simpático e inofensivo Papa Noel. Pero nosotros tenemos que devolverlo
al Pesebre, ya que seguramente este santo Obispo, san Nicolás, como
fiel cristiano, puesto de rodillas
ante Jesús, venido en un Pesebre, aprendió a celebrar la Navidad...
El Pesebre es el
lugar que nos hace
retornar al recogimiento y a la sobriedad propia de la Navidad. El
Pesebre que armamos en nuestras casas nos permite volver a una alegría
que no es
exterior sino íntima y profunda, propia de la Navidad. Porque el
Pesebre es el lugar Jesús encontró disponible cuando vino a nosotros, y
donde María y José, y los Pastores después, lo recibieron. Por eso las
Hermanitas de los Pobres en sus Hogares, no sólo pones adornos que nos
recuerdan la gran fiesta que se acerca. Sobretodo, y especialmente,
ponen Pesebres en todos los lugares de la Casa. Empezando por el que
está en la Iglesia, pero también los que están en cada uno de los
comedores, en los pasillos más transitados, y en todos los lugares que
más frecuentamos. Para que nos se nos olvide que el Pesebre y la
Navidad van de la mano, ya que en un Pesebre nació Jesús...
El Pesebre nos ayuda a contemplar el misterio del amor de Dios que se
ha revelado en la pobreza y en la sencillez de la gruta de Belén. El
Pesebre sigue
siendo el lugar donde nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI,
podemos encontrar a Jesús, por quien hay Navidad. Junto al Pesebre,
nuestra actitud puede ser
verdaderamente acogedora, como la de María y la de José, para que
Jesús, que viene, además, se quede con nosotros...