Homilía
del cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, Arzobispo de Buenos Aires y
Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, en la Solemnidad de
Nuestra Señora de Luján, el 8 de mayo de 2010, en la Misa celebrada ante el Santuario
«Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María,
mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella
al discípulo a quien el amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes
a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde
aquel momento, el discípulo la recibió en su casa» (San Juan
19,25-27)
Aquí en Luján hubo un gesto de la Virgen y nos hace
bien recordarlo: en 1630 una pequeña imagen de la Pura y
Limpia Concepción, se quedó. Iba a otra parte la caravana,
la Virgen provocó la parada.
Desde
ese momento en este lugar hubo visitas, peregrinaciones, encuentros
con la Virgen. Desde ese momento la Patria tuvo madre. La imagen, al
principio, estaba en una taperita, después una iglesia... y
hoy la Basílica tan linda y tan
cuidada.
Aquí
aprendimos a detenernos y recibir vida. Aquí junto a la
Madre de Jesús venimos a descansar, a confiarle la vida de otros, la
vida que muchos fueron cargando en la peregrinación, en el silencio
y la oración por el camino. Aquí el pueblo sencillo y creyente de
nuestra patria fue creciendo también en algo tan característico del
lugar: la solidaridad y la fraternidad. Y con este modo
simple, de encuentro y silencio armó nuestra Madre el santuario:
esta es la Casa de los argentinos. La
Patria, aquí, creció con la Virgen; la Patria aquí tiene a su
madre.
¡En esta su Casa de
Luján cuántos vinieron a recibir la
fe en el bautismo, a cumplirle promesas o a
confiarle su necesidad, sus dolores o sus problemas! Por el templo
anterior a esta Basílica, cuando la Patria empezaba, pasaron
San Martín y Belgrano al principio y al final de sus campañas.
Pasaron ellos, como muchos, en medio de la gloria, y cuando quedaron
solos y olvidados, le confiaron su tristeza. Sabían que la Patria
tenía Madre.
Hoy es su
fiesta, al celebrarla a Ella que recoge las visitas y las
oraciones de los hijos, le pedimos aprender a ser como el Negro
Manuel, silenciosos observadores de la vida y el camino de esta
Patria, y a rezar por ella con la fidelidad del pueblo que intuye
esta presencia de madre y por eso confía. Somos parte de esta
historia del milagro que continúa y se sigue escribiendo. A ella
también le pedimos la gracia de saber trabajar por la Patria,
hacerla crecer en la paz y concordia que nos da el sentirnos
hermanos, desterrando todo odio y rencor entre
nosotros.
En este lugar tan
santo, lleno de fe y esperanza, pedimos hoy a la Madre que
cuide a nuestra Patria. En particular a aquellos que son los más
olvidados, pero que saben que aquí siempre hay lugar para ellos. Así
fue desde el principio: la Virgen cuidó desde muy adentro
del corazón a esta Patria, comenzando desde los más pobres,
los que para los suficientes no cuentan... pero aquí sí que son
tenidos en cuenta. Por ello a los hijos de la Virgen de estas
tierras nunca les falta la protección de nuestra
Madre.
En Luján hay un signo
para nuestra Patria: todos tienen lugar, todos comparten la
esperanza y todos son reconocidos hijos. Hoy vinimos a rezar en esta
fiesta de la Virgen, en este año Bicentenario, porque aquí crecimos
y aquí nuestra Patria siempre tuvo una bendición, porque tiene una
madre. No tenemos derecho a aguacharnos, a bajar los brazos llevados
por la desesperanza. Recuperemos la memoria de esta Patria que tiene
madre, recuperemos la memoria de nuestra Madre. Miremos a la
Virgen y pidámosle que no nos suelte de su mano. Gracias Madre por
quedarte con nosotros.+
Luján, 8 de mayo de 2010
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